martes, 12 de marzo de 2013

LA CUEVA DE LOS SANTOS



Siempre he creído que la capacidad de recordar de nuestro cerebro es algo tan extraño y paradójico como increíble y sofisticado. A veces cosas cotidianas que nos ocurren todos los días nos hacen sentir sensaciones y evocar recuerdos e imágenes diferentes según el momento en el que nos demos cuenta de ellas o simplemente al mirarlas. 
Me he sentado a escribir un post y tenía una idea sobre la cual hacerlo y de repente me ha venido a la memoria un pequeño recuerdo de mi infancia simplemente mirando un calendario de San Pancracio que tengo colgado en una estantería, más por tradición que por devoción. 
El caso es que al verlo me han venido imágenes de mi infancia, de mi barrio, del bendito barrio donde pasé toda mi niñez. 
Este barrio llamado "Del Calvario" estaba compuesto en su mayoría, por casas-cuevas típicas de mi pueblo, Crevillent, en una de ellas, que lindaba casi con el campo, en lo más limítrofe de la población vivía una señora muy mayor, cuyo nombre no recuerdo, abuela de un amigo, vecino de mi barrio, en la que a veces parábamos a pedirle agua, acalorados por los juegos y andanzas de chiquillos, en el verano. 
Un día fui a pedirle agua y me invitó a entrar en su cueva, y quedé asombrado al ver un inmensa colección de santos de todos los tamaños y todos los tipos. Al ver mi asombro, aquella señora se puso a explicarme quien era cada uno de ellos, como se llamaban, que habían hecho, de donde había conseguido la imagen tallada de cada uno, y yo en mi asombro infantil, quedaba rendido a las explicaciones de aquella mujer, tan beata como inocente en sus creencias religiosas. 
Recuerdo que en aquel tiempo acababa de hacer la comunión y sentía mucho respeto por todo lo relacionado con la Iglesia y los santos, cosa que hoy en día pienso de una manera muy diferente, aunque si creo en alguno de ellos, no de la manera beata pero sí a mi manera, al igual que me pasa con la Virgen de la Salud de mi pueblo, por tradición y porque soy creyente, pero como digo, a mi aire.
Desde  aquel día en el que me invitó a entrar a ver los santos, aquella señora siempre me saludaba desde la entrada de su cueva cuando pasaba por allí y muchas veces me llamaba para enseñarme las nuevas adquisiciones de santitos y rosarios que le iban trayendo o consiguiendo, la verdad es que llegue a tener mucha amistad con aquella señora, cuyo nombre no recuerdo y que ahora evoco en la tremenda distancia del tiempo. 
Como digo, el cerebro es algo increíble, quería escribir algo sobre un tema que ya no recuerdo y sin embargo me ha venido este y me ha hecho volver a ver retazos de mi infancia y de mi vida que ya creía olvidados; que cosas...

domingo, 10 de marzo de 2013

¡ALCEMOS EL PUÑO!


Esta foto es un símbolo de la Transición Española, un pequeño pero elocuente símbolo de lo que fue una época de reivindicaciones, protestas sociales y de cambios importantísimos en la sociedad española, todo lo que acontece hoy en día en nuestra sociedad "moderna" comenzó en aquellos años, hace ya casi cuatro décadas.
Cualquiera de los de mi generación podríamos ser aquel niño que en su inocencia alzaba el puño imitando a sus padres, sin saber realmente el significado de este gesto, quizás tomándolo como un juego o quizás sabiendo con la tremenda lógica infantil lo que esto quería decir y haciéndolo a sabiendas, no sé, el caso es que cuando miro esta foto, esta carita de inocencia y de esperanza a la vez, de fuerza y de ilusión, me doy cuenta de que en estos tiempos, hace ya casi una generación, se luchaba de verdad por lo que se quería, y se consiguieron muchas cosas en el terreno social, por no decir casi todos los avances en los mismos; avances que en solo ocho años se han reducido drásticamente por los recortes y los desmanes de nuestros políticos.
Aquel niño éramos todos, todos los que hoy tenemos treinta y tantos y nos sentimos atrapados por la vida y el entorno, todos los que estamos condenados por las hipotecas y por el paro, por el riesgo a perder el trabajo, amenazados por la pobreza de un mundo en el que se nos concedió el tener ilusión por el futuro y que de un plumazo nos han quitado la misma y la esperanza en el cambio con las malas artes de la política y la banca.
De nosotros depende cambiar esta situación, debemos volver a tener aquella voluntad de cambio, debemos alzar el puño como lo hizo aquel niño en el 76, mirar a la vida con una nueva ilusión renovada y tener fe en el futuro, derrocar el muro que nos impone nuestros miedos y destruir a los que nos quieren someter mediante la constancia y la cultura.
Volvamos a ser niños y volvamos a seguir a nuestros padres, a luchar por lo que es nuestro, ¡ALCEMOS EL PUÑO! y derrotemos a los que nos oprimen luchando por lo que es justo, por nuestro bienestar y por el de nuestros hijos, para que ellos puedan decir que sus padres consiguieron el auténtico futuro para ellos...¡PODEMOS HACERLO!, ¡LUCHEMOS!.