domingo, 22 de abril de 2018

SOÑANDO CON LA INFANCIA




SOÑANDO CON LA INFANCIA


Viejo soy, pues ya pronto a por mí
vendrá la Parca.

Ya no pienso en futuro, no existe
nada que piense hacer mañana,
vivo ya en el presente,
lección aprendida  
cuando ya no es necesaria.

Mi mente se nubla
solo se despeja cuando duerme
y sueña
con la lejana infancia,
el amanecer de la vida,
la inocencia de la existencia,
la parte más pura 
del complejo arte de vivir.

Anhelos de infante, 
besos dulces de madre,
amores puros, amistades de hierro
todo era hermoso,
todo era nuevo.

El Mundo se abría ante mí,
la vida parecía lenta
las tardes interminables,
los veranos eran dulces y tediosos,
el tiempo era amable.

Noches de reyes ilusionaban,
juguetes, risas, juegos y
los años pasaban, 
la escuela los moldeaban,
pasaron con un rápida lentitud.

Llegó la juventud,
murió el candor inocente
de la infancia querida, 
la vida transcurría.

Ya soy viejo, ya viene la Parca,
pero en mi mente siempre, siempre,
vuelvo a la infancia…


domingo, 8 de abril de 2018

LA LEVEDAD DEL INSTANTE




LA  LEVEDAD DEL INSTANTE


Pasan fugaces las horas,
con la relatividad de los minutos,
la prisa de los segundos,
escapando las milésimas,
que configuran las dimensiones
terrenas.

Se enquistan los instantes
en tumores de dudas infundadas,
de amargas esperas infructuosas,
que nada anhelan,
que se tornan oscuras habitaciones
en la morada del alma.

La eternidad no espera
tiene prisa, pues no existe fuerza
capaz de parar su carrera.

Solo los momentos son eternos
en el transcurso del tiempo,
momentos en los que la vida
se siente, se encuentra.

Estos son los que configuran 
el universo,
el propio, el de cada uno,
el momento es la materia 
de la existencia.

De momentos fuimos creados,
y de instantes fuimos 
aniquilados, en la levedad
de la existencia, un momento
es una eternidad,
y un instante basta para marchar.

Instantes configuran el momento,
ellos son los dueños del tiempo.


SOBRE ETAPAS, DEMONIOS E INCOMPRENSIÓN



Existen etapas en la vida en las que quizás comenzamos a plantearnos realmente cual es el verdadero sentido de toda esta movida a la que llamamos existencia. Algunos dicen que a los cuarenta años es cuando los hombres, quizás también las mujeres, pasan por una de esas etapas en las que la vida se trastoca y cambia para siempre, pues según cuentan, en esa edad te replanteas mirando hacia atrás en el tiempo sobre todas las cosas que has hecho, los logros, los objetivos cumplidos, los fracasos, los desengaños, los malos momentos, los buenos, en fin, lo que es la vida durante cuatro décadas.

A mis cuarenta y un años podría decir que he vivido bastante, aunque quizás no de la forma que hubiera querido, pero puedo decir que a pesar de todo, el camino ha sido largo, de momento y espero que lo siga siendo por lo menos otras cuatro décadas más, aunque eso nunca se sabe.

Siempre he dicho que tengo una forma de ser bastante nostálgica, me gusta recordar momentos del pasado, no todos, por supuesto, pero si momentos en los que fui feliz, en los que la vida era dulce, sobre todo momentos de la infancia, instantes de esa época que para mí fue maravillosa, con sus más y sus menos, pero mirando hacia atrás, para mí lo fue, y mucho.

Recuerdo aquellos años con mucha luz, con una forma de vida que la gente tenía llena de ilusión, de ganas de tener un futuro, y eso es lo que ahora falta, eso es lo que todos anhelamos, la sensación de que va a haber un futuro, pues parece que con tanta tecnología y tanto control a través de los móviles, de los ordenadores y de los medios de comunicación, inundando nuestra vida de información inútil y de miedo que nos hacen sentir que nos han robado ese futuro, y en cierta manera es verdad.

Vivimos enjaulados en una sociedad en la que nos complacemos con trabajar como esclavos interminables jornadas de doce y catorce horas, sin tiempo para pensar, para reflexionar, para reír, para jugar, para conversar, nuestras conversaciones han perdido la esencia, pues hablamos mucho por los aparatos digitales, wathsapp, chat, messenger, redes sociales, pero no somos capaces de quedar con un amigo a tomar un café y hablar en persona, no tenemos realmente tiempo, somos seres ocupados eternamente, hasta en nuestro tiempo de ocio estamos ocupados, no nos permitimos a veces ni aburrirnos, que también es bueno para la salud, aunque no lo parezca.

Todas estas cuestiones llevo planteándolas muchos años en otros escritos de este blog, aunque cada vez diluyo más las publicaciones en el tiempo, pues realmente se me van las ganas de escribir, de denunciar de intentar "despertar" a quien me lea, porque realmente yo tampoco estoy despierto, vivo narcotizado por facebook, por internet, por las noticias en la televisión, un opio que cae desde todos estos medios que me hacen cada vez leer menos, escribir menos y lo que es peor, pensar menos.

Llegará el día que este blog quede abandonado en el inmenso desierto de Internet, quizás si sobrevive a la censura que el nuevo orden mundial pretende hacerle a este medio, alguien podrá leerlo y saber algo del pensamiento de un ser humano nacido en el siglo XX, que ha transitado por el XXI y que se siente perdido en esta movida existencial llamada vida.

Me siento perdido porque cuando intento darle sentido a lo que ocurre a mi alrededor siempre hay variables y situaciones en las que todo queda patas arriba y que a veces no se saben como manejar, pero supongo que vivir es eso, como he dicho alguna vez, "La vida es una eterna incertidumbre", y la realidad es que aunque es así, siempre seguimos saltando los obstáculos que nos ponen, y si no los rodeamos o hacemos un túnel para pasar por debajo, pero vamos, aunque sea a trancas y barrancas, siempre saliendo adelante, y quizás ese sea el único sentido que tiene todo esto, ir hacia adelante, hasta el fin, hasta el cambio de situación vital.

Me ha planteado muchas veces si vale la pena exponer mis pensamientos en este blog, pues a veces me siento como predicando en el desierto, los comentarios de la gente no abundan, no se si con lo que escribo contribuyo en algo a hacer que alguien se sienta mejor, pero luego pienso que si, que consigo que alguien este mejor, y ese alguien soy yo, pues como terapia, escribir es algo que libera, como decía el escritor Ernesto Sabato, escribir libera demonios interiores que nos pueden hacer mucho daño, con la escritura los soltamos y los damos a conocer, así pierden el poder de hacérnoslo. 

Los demonios interiores se forman por las malas experiencias de la vida, por lo que no hemos dicho en el momento debido, por lo que hemos sentido y nos hemos guardado dentro, por lo que no hicimos en el momento que debíamos, por desconocer lo que había que hacer y no querer aprender a hacerlo, en fin, por ser personas humanas...

Escribir exorciza muchos demonios, y nos hace avanzar en las etapas de la vida porque ordenamos el pensamiento, aclara nuestras ideas y nos hace saber en muchas ocasiones lo que realmente queremos, ya que viendo en el papel impreso nuestros deseos, anhelos e ilusiones, podemos visualizar mejor el camino para conseguir esos objetivos.

También echando afuera nuestras desilusiones, miedos y malas vivencias conseguimos limpiar en cierta manera nuestra alma del poso que nos dejan esas experiencias, a la vez que podemos ayudar a quienes estén pasando por alguna similar, aportamos nuestro conocimiento y con ello hacemos que otros puedan agarrar nuestros "trucos" para sortear esas tormentas de la vida.

Quizás estoy pasando por una de esas etapas vitales de las que he hablado al principio de este post, la verdad es que últimamente me han ocurrido cosas que hacen replantearse mucho cuales son las prioridades en la vida, aunque cueste muchas veces darse cuenta de que no tenemos la vida en la palma de la mano, que hoy estamos aquí y mañana perfectamente podemos estar en el tanatorio, nunca se sabe, pero la perspectiva del fin es algo que realmente no importa, pues un día u otro hay que llegar allí, pero desde mi perspectiva de ignorante mortal me parece que la Parca es injusta, a unos les da mucho tiempo y a otros muy poco, pero claro, mi conocimiento mortal no puede comprender los designios de esta poderosa fuerza que es la muerte, y no es mi pretensión comprenderlo, creo que no sería capaz de hacerlo.

Comprensión, esa es la palabra, eso es lo que necesito, lo que necesitamos, pues vivimos en una vorágine de incomprensión, de falta de empatía, de no ponernos en el lugar del otro, de un egoísmo exacerbado que nos está convirtiendo en máquinas biológicas programadas para servir a un sistemas inhumano de producción material, un sistema voráz que nos devora y nos mantiene para que sigamos produciendo riqueza a unos pocos, y nosotros a conformarnos con migajas de esa riqueza y encima conformándonos sin aspiraciones de cambio.

Eso es lo que no comprendo, el por qué no podemos cambiar esto, por qué no abrimos los ojos y empezamos a realizar acciones que nos lleven a ser más humanos y dejar de mantener a todos estos buitres que nos están exprimiendo la vida, no lo comprendo, pero tampoco sé que puedo hacer para hacerlo ver y comprender.

La frustración inunda mi alma en estos momentos, como he dicho algo, son etapas, y ahora estoy en una de ídem, pasará como todo en la vida, pero he querido reflejarla aquí, para el futuro, para que si alguien se siente un poco como yo, que pueda compartirlo conmigo, se agradecería.

A pesar de todo, seguimos, si, seguimos en el camino...