domingo, 8 de abril de 2018

SOBRE ETAPAS, DEMONIOS E INCOMPRENSIÓN



Existen etapas en la vida en las que quizás comenzamos a plantearnos realmente cual es el verdadero sentido de toda esta movida a la que llamamos existencia. Algunos dicen que a los cuarenta años es cuando los hombres, quizás también las mujeres, pasan por una de esas etapas en las que la vida se trastoca y cambia para siempre, pues según cuentan, en esa edad te replanteas mirando hacia atrás en el tiempo sobre todas las cosas que has hecho, los logros, los objetivos cumplidos, los fracasos, los desengaños, los malos momentos, los buenos, en fin, lo que es la vida durante cuatro décadas.

A mis cuarenta y un años podría decir que he vivido bastante, aunque quizás no de la forma que hubiera querido, pero puedo decir que a pesar de todo, el camino ha sido largo, de momento y espero que lo siga siendo por lo menos otras cuatro décadas más, aunque eso nunca se sabe.

Siempre he dicho que tengo una forma de ser bastante nostálgica, me gusta recordar momentos del pasado, no todos, por supuesto, pero si momentos en los que fui feliz, en los que la vida era dulce, sobre todo momentos de la infancia, instantes de esa época que para mí fue maravillosa, con sus más y sus menos, pero mirando hacia atrás, para mí lo fue, y mucho.

Recuerdo aquellos años con mucha luz, con una forma de vida que la gente tenía llena de ilusión, de ganas de tener un futuro, y eso es lo que ahora falta, eso es lo que todos anhelamos, la sensación de que va a haber un futuro, pues parece que con tanta tecnología y tanto control a través de los móviles, de los ordenadores y de los medios de comunicación, inundando nuestra vida de información inútil y de miedo que nos hacen sentir que nos han robado ese futuro, y en cierta manera es verdad.

Vivimos enjaulados en una sociedad en la que nos complacemos con trabajar como esclavos interminables jornadas de doce y catorce horas, sin tiempo para pensar, para reflexionar, para reír, para jugar, para conversar, nuestras conversaciones han perdido la esencia, pues hablamos mucho por los aparatos digitales, wathsapp, chat, messenger, redes sociales, pero no somos capaces de quedar con un amigo a tomar un café y hablar en persona, no tenemos realmente tiempo, somos seres ocupados eternamente, hasta en nuestro tiempo de ocio estamos ocupados, no nos permitimos a veces ni aburrirnos, que también es bueno para la salud, aunque no lo parezca.

Todas estas cuestiones llevo planteándolas muchos años en otros escritos de este blog, aunque cada vez diluyo más las publicaciones en el tiempo, pues realmente se me van las ganas de escribir, de denunciar de intentar "despertar" a quien me lea, porque realmente yo tampoco estoy despierto, vivo narcotizado por facebook, por internet, por las noticias en la televisión, un opio que cae desde todos estos medios que me hacen cada vez leer menos, escribir menos y lo que es peor, pensar menos.

Llegará el día que este blog quede abandonado en el inmenso desierto de Internet, quizás si sobrevive a la censura que el nuevo orden mundial pretende hacerle a este medio, alguien podrá leerlo y saber algo del pensamiento de un ser humano nacido en el siglo XX, que ha transitado por el XXI y que se siente perdido en esta movida existencial llamada vida.

Me siento perdido porque cuando intento darle sentido a lo que ocurre a mi alrededor siempre hay variables y situaciones en las que todo queda patas arriba y que a veces no se saben como manejar, pero supongo que vivir es eso, como he dicho alguna vez, "La vida es una eterna incertidumbre", y la realidad es que aunque es así, siempre seguimos saltando los obstáculos que nos ponen, y si no los rodeamos o hacemos un túnel para pasar por debajo, pero vamos, aunque sea a trancas y barrancas, siempre saliendo adelante, y quizás ese sea el único sentido que tiene todo esto, ir hacia adelante, hasta el fin, hasta el cambio de situación vital.

Me ha planteado muchas veces si vale la pena exponer mis pensamientos en este blog, pues a veces me siento como predicando en el desierto, los comentarios de la gente no abundan, no se si con lo que escribo contribuyo en algo a hacer que alguien se sienta mejor, pero luego pienso que si, que consigo que alguien este mejor, y ese alguien soy yo, pues como terapia, escribir es algo que libera, como decía el escritor Ernesto Sabato, escribir libera demonios interiores que nos pueden hacer mucho daño, con la escritura los soltamos y los damos a conocer, así pierden el poder de hacérnoslo. 

Los demonios interiores se forman por las malas experiencias de la vida, por lo que no hemos dicho en el momento debido, por lo que hemos sentido y nos hemos guardado dentro, por lo que no hicimos en el momento que debíamos, por desconocer lo que había que hacer y no querer aprender a hacerlo, en fin, por ser personas humanas...

Escribir exorciza muchos demonios, y nos hace avanzar en las etapas de la vida porque ordenamos el pensamiento, aclara nuestras ideas y nos hace saber en muchas ocasiones lo que realmente queremos, ya que viendo en el papel impreso nuestros deseos, anhelos e ilusiones, podemos visualizar mejor el camino para conseguir esos objetivos.

También echando afuera nuestras desilusiones, miedos y malas vivencias conseguimos limpiar en cierta manera nuestra alma del poso que nos dejan esas experiencias, a la vez que podemos ayudar a quienes estén pasando por alguna similar, aportamos nuestro conocimiento y con ello hacemos que otros puedan agarrar nuestros "trucos" para sortear esas tormentas de la vida.

Quizás estoy pasando por una de esas etapas vitales de las que he hablado al principio de este post, la verdad es que últimamente me han ocurrido cosas que hacen replantearse mucho cuales son las prioridades en la vida, aunque cueste muchas veces darse cuenta de que no tenemos la vida en la palma de la mano, que hoy estamos aquí y mañana perfectamente podemos estar en el tanatorio, nunca se sabe, pero la perspectiva del fin es algo que realmente no importa, pues un día u otro hay que llegar allí, pero desde mi perspectiva de ignorante mortal me parece que la Parca es injusta, a unos les da mucho tiempo y a otros muy poco, pero claro, mi conocimiento mortal no puede comprender los designios de esta poderosa fuerza que es la muerte, y no es mi pretensión comprenderlo, creo que no sería capaz de hacerlo.

Comprensión, esa es la palabra, eso es lo que necesito, lo que necesitamos, pues vivimos en una vorágine de incomprensión, de falta de empatía, de no ponernos en el lugar del otro, de un egoísmo exacerbado que nos está convirtiendo en máquinas biológicas programadas para servir a un sistemas inhumano de producción material, un sistema voráz que nos devora y nos mantiene para que sigamos produciendo riqueza a unos pocos, y nosotros a conformarnos con migajas de esa riqueza y encima conformándonos sin aspiraciones de cambio.

Eso es lo que no comprendo, el por qué no podemos cambiar esto, por qué no abrimos los ojos y empezamos a realizar acciones que nos lleven a ser más humanos y dejar de mantener a todos estos buitres que nos están exprimiendo la vida, no lo comprendo, pero tampoco sé que puedo hacer para hacerlo ver y comprender.

La frustración inunda mi alma en estos momentos, como he dicho algo, son etapas, y ahora estoy en una de ídem, pasará como todo en la vida, pero he querido reflejarla aquí, para el futuro, para que si alguien se siente un poco como yo, que pueda compartirlo conmigo, se agradecería.

A pesar de todo, seguimos, si, seguimos en el camino...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Juan,
Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices, más bien en todas. Yo soy del año 71 y también me siento desbordada por tanta tecnología, redes sociales, exceso de información...No obstante creo que estabas en un momento de bajón el día que escribiste este texto porque pienso que tampoco se han de ver las cosas tan negras. El ser humano es inteligente y yo creo que en la mayoría de nosotros predomina la bondad, aunque a veces esté enterrada. Debemos confiar en que finalmente sabremos como regular, frenar, utilizar todas estas herramientas tecnológicas (es todo muy nuevo) y creo que iremos adaptandonos y resolviendo los retos. No hay que tener miedo del futuro y creo que la clave es el dejarse llevar un poco y no analizar tanto las cosas. Simplemente confía.

Sarah dijo...

Solo tengo 10 años menos que tú, y me siento identificada con todo lo que escribes,quizá soy muy nostalgica como dices, pero siento que el amor humano va en decadencia