domingo, 2 de marzo de 2025

CAPÍTULO 39

 


En la dimensión terrena, Josu, Tía Paua, Xena y el Duende permanecían ocultos en el interior de aquel supermercado, habían encontrado avituallamiento para  poder alimentarse unos días, pero no podían permanecer siempre allí, la falta de higiene y la oscuridad, además de la amenaza de que algún ser oscuro pudiera encontrarlos los tenía sumidos en una alerta constante, el estrés hacía mella en ellos, no podían apenas dormir, se turnaban para estar en guardia, pero la situación era insostenible.

Estaban muy preocupados por Antoine, no sabían que había ocurrido con él, echaban de menos a Gimmi, el vínculo con ellos era muy fuerte, además ahora estaba el Duende del que aún no tenían la suficiente confianza para saber si les iba a ayudar o era una trampa de los Seres Sombra, se temían que fuera un espía del mal.

Josu estuvo conversando con el Duende para preguntarle cual había sido la razón de haber cambiado tanto, pues su naturaleza no era especialmente dada a pensar en la bondad y la energía positiva.

El Duende le explicó todo lo que había sentido al coger el medallón de protección de Antoine, gracias a su energía se produjo un cambio en su interior, una chispa de luz se prendió en su negro corazón y anheló ser como los demás Seres Elementales, entrar en comunión con la naturaleza y salir de la oscuridad a la que Gaia condenó a su especie, lo creía posible, pues ahora también estaba ligado a un mago como Antoine y debía protegerlo, el vínculo mágico podía traspasar dimensiones, por lo tanto podía sentir parte de lo que él sentía.

Tia Paua entonces, escuchando la conversación de Josu con el Duende dijo:- ¡Vaya!, entonces puedes comunicarte psíquicamente con Antoine debido a tu atadura mágica con él, pues entonces deberías intentar hacerlo y darnos noticias del mismo, estamos muy preocupados, también tenemos que irnos de aquí, pero no sé cómo hacerlo, debemos contactar con las hadas, sé que se han refugiado en algún lugar en este mundo, pero para ir allí necesitamos abrir un portal poderoso para huir de este caos, quizás ellas sepan a quien llamar para poder luchar en este mundo contra los Elementales Oscuros, los Arcontes y los Seres Sombra, la guerra que lleva a la Entropía Elemental está en marcha, si no hacemos nada, sucumbiremos todos, hasta los de tu especie, Duende, ellos os utilizan para luego prescindir de vosotros una vez les hayáis abierto el camino a revertir la creación de Gaia, sois parte de esa creación, ellos no, por eso desapareceréis también con nosotros. 

El Duende se quedó pensativo, dudaba de las palabras de Tía Paua, pero había visto la luz de Xena, el bien que le había hecho curándolo, sin ningún reparo accedió a ello, el calor de esa bondad le hizo reflexionar, sentía también que en algún lugar de su ser estaba agradecido por ello y dijo: - Amigos, voy a concentrarme en contactar con Antoine, os agradezco el que me admitáis el estar con vosotros, de verdad voy a cambiar, sé que podré hacerlo con vuestra ayuda, voy a realizar una llamada astral mediante un conjuro duende, cuando servimos a un amo, tenemos que contactar con él mediante este, pero temo que esa energía sea detectada por los Seres Sombra que patrullan por estas calles, para evitar ser descubierto necesito que Josu me envíe energía psíquica, pues él es sensitivo, al ser humano puede amplificar la mía y contactar con el mago; ¡dame la mano Josu!-dijo el Duende- ahora piensa con todas tus fuerzas en Antoine, envíale un mensaje, dile que estamos bien, que necesitamos su ayuda, que nos de instrucciones, noticias, saber de él.

Josu le dió la mano, Xena permanecía sentada, también le dio la mano a Tía Paua, estaban todos asustados, expectantes, no veían salida de aquella situación tan peliaguda, ahora depositaban toda su confianza en el Duende.

Josu cerró los ojos y pensó en Antoine, le estaba intentado enviar un mensaje telepático, puso su mente en blanco solo con la visión de su amigo, le preguntaba donde estaba, qué pasaba con él, pero no recibía nada, el Duende tampoco veía nada, era muy extraño, su pensamiento no traspasaba por lo visto la dimensión terrena, debían hacer algo diferente para saber de él.

Josu acabó agotado de tanto esfuerzo mental, el Duende se sentía frustrado por no poder ayudar, era tanta la negatividad en aquel lugar que ninguna energía psíquica podía salir de él ni entrar. Era como si estuvieran en una burbuja en la que la fuerza mental no podía permanecer, quizás el lugar estuviera situado en una corriente de agua subterránea, eso bloqueaba la posible magia que pudieran usar para esa comunicación,

Tía Paua se dispuso entonces al pensar lo de la corriente de agua a coger una bolsita pequeña que tenía en uno de sus bolsillos, dentro había un péndulo de cuarzo transparente, enseguida lo sujetó con los dedos pulgar e índice de su mano derecha y preguntó al aire: - ¿Existe alguna corriente subterránea debajo de donde estamos?, si es sí ,gira hacia la derecha, si es no, gira hacia la izquierda.

El péndulo empezó a girar en el sentido de las manecillas del reloj, eso quería decir que si había una corriente de agua debajo de donde estaban, de ahí venían las interferencias con la fuerza psíquica de Josu y el Duende, debían irse de allí para poder contactar con Antoine e intentar acceder con el círculo de visión que Tía Paua podía generar para contactar con las hadas, había que encontrar un lugar seguro donde poder realizar estos contactos,

Josu se levantó y dijo;- ¡Lola, Xena, Duende!, no nos queda más remedio que confiar en el camuflaje sombra que hemos conjurado y seguir adelante fuera de este lugar; para ir más ligeros tenemos que comer por última vez y no llevarnos nada más que una botella de agua cada uno, ya buscaremos más provisiones donde podamos, pero para ir por las calles sin ser descubiertos debemos ir ligeros y ocultos bajo la ropa negra que el Duende ha hechizado, creo que podríamos huir a campo abierto, a la Sierra, allí buscaremos refugio y quizás podamos contactar con algún elemental que pueda ayudarnos o por lo menos buscar mensajes telepáticos y psíquicos para saber de Antoine.

-¡No creo que sea buena idea ir a la Sierra, estar al descubierto nos pondría más en peligro, debemos ir por otros derroteros!- dijo el Duende-, creo que la mejor opción es ir hacia abajo, debemos encontrar una entrada al subsuelo del pueblo, ahí tendremos más oportunidad de escapar de los Seres Oscuros, creo que en eso os puedo ayudar, los Duendes somos expertos en huir por recovecos y encontrar túneles y cuevas subterráneas, podemos desmaterializarnos, entrar en ellos y con nuestra fuerza mágica abrir brechas y agujeros para atravesar los muros de esos túneles y cuevas para salir al exterior.

-Voy a intentar abrir una grieta en el piso de este supermercado para penetrar en el subsuelo, estoy seguro que la corriente de agua proviene de las alcantarillas, por ahí podremos huir, si salimos al exterior nos van a detectar y destruir, hay demasiados Seres Sombra vigilando, cada vez más.

-Quiero confiar en tí, Duende, dijo Tía Paua, creo que puede ser una buena idea, pero no sé si nuestros cuerpos humanos podrán traspasar las grietas que tú abras.

-Creo que lo haréis sin problema-dijo el Duende- son grietas y agujeros físicos, a pesar de estar excavados con fuerza mágica, esta actúa en la materia, no son portales de energía, ahora mismo no podríamos hacer ninguno con todo lo negativo que nos rodea.

-¡Adelante pues, Duende!, intenta sacarnos de aquí.-dijo Josu- ¡Sí por favor!- afirmó Xena, esto es una pesadilla, necesitamos encontrar ayuda.

El Duende colocó sus manos juntándolas en su pecho, cerró sus ojos y concentrándose. En la punta de sus dedos empezó a generarse una bola de luz roja, él iba desapareciendo de su vista, se estaba desmaterializando, se volvía transparente, la luz se intensificaba hasta rodearlo, entonces en un segundo, desapareció, las dos mujeres y Josu se quedaron entonces sorprendidos, a la par que pensaron que el Duende se había ido, se había escapado de ellos.

-¡Maldito bastardo!, ibas a ayudarnos y te has ido, ¡ya sabía yo que no podía confiar en ti!- gritó Josu- luego se dio cuenta que había cometido una estupidez, podía haber llamado la atención de los Seres Sombra o peor aún, de los Elementales Oscuros, pero por lo visto tuvieron suerte y no los detectaron.

Xena y Lola (Tía Paua) estaban expectantes a ver que ocurría, el Duende dijo que iba a abrir un agujero para poder ir al subsuelo de aquel lugar, todos esperaban que ocurriera ese suceso.

A los cinco minutos de haber desaparecido El Duende empezaron a escuchar un sonido sordo que provenía del suelo, era un rumor que iba intensificándose poco a poco, hasta que apareció una grieta en medio del terrazo del supermercado, iba abriéndose de forma lenta, pero cada vez se hacía más grande, el ruido al hacerlo no era fuerte, pero temían que fuera lo suficiente audible para que lo detectaran en la calle la huestes Oscuras.

Se echaron hacia atrás al ver la grieta crecer, pasaron unos minutos hasta que una mano verde asomó por la misma, ¡Era la mano del duende, parecía que cortaba el suelo como si fuera una pala o un pico, sacó el brazo, luego el otro brazo, todo su cuerpo cubierto de arena y polvo salió detrás, ¡había conseguido abrir un agujero para bajar a las alcantarillas!

Cuando salió por completo, se sacudió el polvo y la arena, el agujero que había hecho era profundo pero lo suficiente ancho para que pudiera pasar una persona.- ¡Ya tenemos salida a lo profundo!, dijo El Duende- me ha costado un poco, pero he logrado traspasar el hormigón y la tierra para llegar aquí, la tele transportación mágica me llevó ahí abajo, la fuerza mágica hizo el resto, la corriente de agua me protegió y no fui detectado por los Seres Sombra ni ningún Oscuro.

-¡Hay que buscar una cuerda para poder bajar nosotros, Duende!- dijo Josu- no podemos saltar ni transportarnos como tú.

Xena y Tía Paua empezaron a rebuscar por los alrededores del almacén, no veían nada útil, hasta que se dieron cuenta que debajo de una estantería había una caja sin abrir, dentro había ropa de cama.

-¡Podemos bajar atando estas sábanas fabricando una soga para deslizarnos hacía abajo, son unos tres metros, creo que aguantarán!- dijo Tía Paua- ¡Vamos a atarlas con fuerza, Xena!

Las dos mujeres empezaron a abrir los paquetes y a atar las distintas sábanas y bajeras de la ropa de cama, hasta que formaron una soga de tela de unos cinco metros, parecía resistente.

Josu de mientras ayudaba a excavar la entrada del agujero del suelo, sacaba la arena y lo agrandaba. El Duende, sin dudarlo saltó hacia el fondo del túnel, dijo:- Me quedo aquí para aguantar la soga y ayudaros a bajar, mi agilidad me permite bajar de un salto, aquí os seré útil.

Josu amarró la soga de sábanas alrededor de un congelador que estaba atrapado por unas estanterías caídas, vio que allí se podía sujetar bien la improvisada cuerda, primero le dijo a Tía Paua que fuera bajando por el agujero saltando poco a poco apoyando los pies en la pared del mismo hasta dar un saltito de un metro para llegar a la alcantarilla, así lo hizo, el Duende sujetaba la soga y le ayudó a bajar, tenía mucha fuerza. Luego bajó Xena, sin problemas, pero cuando llegó el turno de Josu oyó un estruendo muy grande fuera del almacén, un golpe seco, seguido de pasos fuertes.

-¡Duende, nos han descubierto! vienen a por nosotros, voy a bajar, ¡por favor conjura el cierre del agujero nada más pisar yo el suelo!, ¡No hay tiempo que perder!

Antes de bajar por el agujero vio fugazmente la figura de un Elemental Oscuro, era el que tenía figura humana, sin cabello, con la A extraña en el pecho, se dirigió con su luz oscura brillante para cogerlo, pero en un segundo el duende dijo unas palabras con su voz socarrona:-¡Claudite vulnus terrae, sana malum tuum! (Ciérrate herida de la tierra, cicatriza tu mal).

Antes de que el Ser Elemental Oscuro pudiera atrapar a Josu, en un segundo, el agujero que llevaba a la alcantarilla se cerró, formando una nube de polvo que no dejaba ver; Josu no pudo agarrarse bien a la soga y a medio camino descendente se soltó y cayó encima del Duende, que pudo amortiguar su golpe, aunque no le hizo mucha gracia, los dos se levantaron sacudiéndose una gran cantidad de polvo y tierra otra vez, pero gracias a la actuación del Duende con su magia elemental de camuflaje y escape, logró salvar a Josu de un final terrible.

Ahora debían huir por el subsuelo del pueblo, ¿Dónde les llevarían estas alcantarillas?, el hedor era insoportable, la suciedad y las ratas estaban por todas partes, la oscuridad era absoluta, se enfrentaban a un nuevo peligro, pero debían llegar a un lugar seguro para contactar con Antoine y conseguir ayuda, por lo visto el subsuelo aún no era territorio explorado por los Seres Oscuros, el agua parecía contenerlos.

CONTINUARÁ...

  

domingo, 2 de febrero de 2025

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 38


 El Fauno y Antoine salieron de la cueva del árbol del mismo, este contempló la desolación de su ciudad, no pudo contener la rabia y con un lamento prolongado se arrodilló golpeando con su puño derecho las baldosas de la entrada de la puerta de su casa.

Antoine estaba apenado al ver la desolación de El Fauno, no sabía que decirle pero para animarlo le habló intentado hacerlo con la mayor calma posible: -Mi señor Fauno, debemos ir a buscar supervivientes, los Seres Elementales Oscuros han saltado a la dimensión terrena, aquí queda alguno de sus esbirros, pero debemos buscar supervivientes que hayan podido esconderse y sobre todo ver si Gimmi sigue aquí o ha sucumbido a ellos, es de vital importancia buscar refuerzos y encontrar la manera de combatir a el mal que acecha a nuestros dos mundos.

El Fauno se incorporó y con los ojos vidriosos, intentando disimular sus ganas de llorar, herencia de su parte humana, se apoyó en Antoine y en su bastón, comenzó a avanzar renqueante, con dificultad, sus heridas eran profundas, pero debía superar el dolor e ir a buscar a su gente, intentar remontar a pesar de lo terrible de esta situación.

Anduvieron un buen rato, se dirigieron al barrio de los Gnomos, vieron el gran incendio que había carbonizado la gran mayoría de casas y árboles que habían en él, miles de objetos del interior de las mismas estaban esparcidos por las calles del mismo, ropa hecha jirones, sombreros puntiagudos por aquí y por allí, siluetas de gnomos que habían desaparecido al morir por los rayos de los Seres Elementales Oscuros; sombras acechaban en las esquinas de las casas, escondidas y huidizas se iban volando cuando las miraban nuestros dos amigos.

-¡Es increíble el nivel de destrucción y negatividad que han dejado estos malditos Seres!-dijo El Fauno- ¡Nunca había visto tanta desolación, destrucción y muerte!, me temo que Gimmi ya no esté con nosotros.

-No perdamos la esperanza, debemos dirigirnos al Roble Negro o lo que queda de él, quizás Gimmi haya podido refugiarse en su casa o haya huido a la dimensión terrena por su pasadizo secreto, él nos llevó por ahí a nuestro mundo para poder ver a las hadas.

Llegaron a donde se suponía que Gimmi vivía, pero su árbol había sido talado , ni siquiera estaba ya allí, había sido arrojado a unos cien metros de su tronco, la puerta de la casa de Gimmi estaba destrozada, salía un hilo de humo de su interior.

Antoine dejó sentado a El Fauno apoyando en el tronco talado y quemado, se decidió a entrar en la Cueva-casa de Gimmi, frotó su medallón para darle luz y con precaución fue penetrando en la misma, la oscuridad era impenetrable, no se veía nada, las paredes del túnel que llevaba a la puerta de entrada de la vivienda del Gnomo estaban ennegrecidas por la ceniza de las raíces quemadas, ¡qué poder tenían estos Seres Elementales Oscuros, qué podían quemar un árbol hasta su raíz!

Llegó hasta la puerta, estaba abierta, salía humo de la misma, pero se podía ver un poco el interior, tan oscuro como el resto del pasillo, todos estaba revuelto, no se sentía presencia de nadie, el silencio era abrumador, pero Antoine se armó de valor y entró, con gran dificultad avanzaba porque su altura era superior a los Gnomos y su cabeza tocaba el techo, por lo cual tenía que ir acachado.

La cocina estaba destrozada, parecía que habían entrado una horda de Seres Sombra para destrozarlo todo. Se dirigió a las distintas habitaciones, en el dormitorio vio un armario ropero de madera labrada, con precaución intentó abrirlo, pero vio que estaba cerrado con llave, era de madera noble, quizás parecida al ébano, muy dura, forcejeó la cerradura pero no se abría, entonces oyó claramente como algo se movía en su interior, se apartó asustado, ¿Sería un Ser Sombra, un Duende?, -¡Ummmm, Ummmm, me aggggg, aaaaogggg, aogggoh!-, escuchó Antoine casi de forma inaudible, como de lejos. Parecía la voz de una niña.

Inmediatamente se armó de valor y con la pata de una silla que había tirada en la habitación golpeó la puerta del armario, una vez, dos veces, hasta que en un golpe seco saltó la cerradura del mismo y se abrió la misma, puso su medallón en su mano para iluminar y cual fue su sorpresa al ver a Mimma en el interior de aquel armario.

-¡Mimma! ¡Soy Antoine!, no te asustes, hemos venido a rescatarte y ver si hay más supervivientes en esta desolación. ¡Qué ha pasado!.

-¡Gracias a Gaia!, Antoine, ha pasado algo terrible, hace dos días vino la desolación a este lugar, empezaron a aparecer Seres Sombra por todos lados, los cielos se abrieron , en vórtices de energía vinieron otros seres que se denominaban Arcontes, empezaron a asediar la ciudad elemental, Gimmi estaba conmigo, se dispuso a intentar llamar a todos sus compañeros para coger las hachas y los picos, los instrumentos mágicos de que disponían, sus hierbas de poder para combatir el nuevo mal que nos estaba atacando.

-Pero poco podían hacer, estos seres entraban en las casas, en los barrios, se dirigieron primero al lago de las Ondinas y Nereidas, varios de estos Arcontes abrieron portales en el cielo, de un color negro, como torbellinos que iban absorviendo el agua del mismo, miles de Ondinas y Nereidas fueron absorvidas por los mismos, otras caían fuera del mismo, aniquilándolas al momento con unos mazos con pinchos de color negro que despedían rayos, espadas de luz negra, las sombras iban recogiendo los restos de los que sucumbían y los arrastraban  a aquellos vórtices. 

Eran miles, nos estaban destrozando, ni las Salamandras con su fuego aterrador podían combatir la fiereza de la energía negativa de estos Seres, más tarde vino lo peor, llegaron con una gran explosión que iluminó toda la ciudad, quemando todo en un solo segundo, arrasando a todo Ser Elemental que no estuviera a cubierto por paredes de piedra, murieron la gran mayoría, los que sobrevivieron abrieron rápidamente un portal en el último reducto de los Silfos y en un torbellino desaparecieron hacia vuestra dimensión o donde podrían estar refugiadas las hadas, la dimensión intermedia, no lo sé.

-Gimmi me metió en este armario, realizó un conjuro, antes de cerrar las puertas me dijo.- ¡Quédate aquí, no te muevas hasta que esté todo en calma, esta madera no se quema, está protegida con mágia poderosa, cuando creas que no hay peligro intenta salir, yo vendré a buscarte en poder, debo encontrar ayuda, solo los Devas nos pueden liberar de esto, pero no sé si podré convocarlos, ningún elemental lo ha hecho nunca, que yo sepa, necesitaré ir a la dimensión terrenal a buscar a las hadas, ellas lo harán por mí, también pertenecen a su casta.

-Guimmi se fue entonces y escuché un ruido atronador, era insoportable, me puse las manos en los oídos y durante horas sentí moverse el armario como si un huracán pasara por esta casa, así hasta que escuche el ruido en la cerradura, los golpes que diste con la silla para abrir el armario, estaba aterrada, pensé que era el fin hasta que te ví, gracias Antoine por liberarme, pero ¡qué haces aquí¡, ¿Cómo has venido a nuestra dimensión?

-Rápido, debemos salir de aquí, he venido con tu Señor, El Fauno ha sobrevivido, estamos buscando a todos los que quedan en esta ciudad, seguramente todas las ciudades elementales estén afectadas por esta horda de oscuridad y destrucción, está esperando afuera, vente conmigo y prosigamos la búsqueda, por lo que veo estás físicamente bien, no pareces herida.

-Espera, espera-dijo Mimma- tengo que coger algo de un armarito secreto que tengo, creo que aún permanece intacto, voy a ver-. Se dirigió a una habitación del fondo de la casa, penetró en la oscuridad de la misma y en dos minutos apareció con una bolsa en la mano.

-Son las hierbas mágicas de Gimmi, con ellas se puede curar, se puede conjurar y se pueden atravesar dimensiones, pues no solo existen estas dos, hay más donde viven otros seres que aún no conoces Antoine, quizás nos hagan falta.

Salieron al exterior y vieron a El Fauno, con gran alegría se incorporó torpemente, el dolor no le dejaba hacerlo bien y dijo:- ¡Mi querida Mimma! ¡Gracias a la Creación que estás viva!, es increíble que hayas podido resistir esta tremenda desgracia, tenemos que buscar a más ciudadanos elementales que estén a salvo. ¿Qué ha pasado con Gimmi?

-Mi Señor Fauno, ha ido a buscar ayuda, dijo que iba a avisar a los Devas, buscaría a las hadas para contactar con ellos, que eran la única esperanza que teníamos de contener a los Seres Elementales Oscuros, los Arcontes y los Seres Sombra, también me comentó, ahora que recuerdo que quería contactar con más ciudades elementales, todos debíamos estar unidos ante esta amenaza global del mundo elemental y humano, eso dijo.

El Fauno se quedó pensativo y dijo: - ¡Los Devas!, ningún elemental debería contactar con ellos, pues aún existen rencillas con los mismos por nuestra traición ancestral, no quieren que nos metamos en sus asuntos, ellos están por encima de la Creación de Gaia, aunque tienen su misión en la misma, sobre todo con los humanos, pero no nos pueden ver.

-Sabes que Gimmi estudió los libros humanos que han caído en nuestras manos sobre esoterismo y ciencias ocultas, conoce mejor que nadie las tradiciones de los mismos con los seres de luz y las huestes angélicas, sabe el por qué de la guerra entre los Daemon y los Devas, también que nunca se resolverá, pues no puede tener fin para guardar el equilibrio en los distintos mundos que existen en la Creación.

 Quizás ha visto que la única forma de combatir al mal que ahora nos está destruyendo es contactar con las huestes celestiales, los Devas, ellos pueden evitar esta entropía, si no lo hacen todo revertirá a la No Creación, quizás hasta los Daemon desaparezcan y el caos sería total en todo el Universo, todo desaparecería en la antimateria.

Fauno se quedó pensando y le dijo a Mimma:- Veo que conoces bien a tu Gnomo, me alegro que me hayas contado todo esto, no había reparado en esa opción, mi mente se ha nublado desde que vinieron estos Seres Oscuros, pero a grandes males, grandes remedios, Gimmi tiene razón, debemos hacer una batida por la ciudad, encontrar a todos los que estén bien, si queda alguien más e ir al refugio mágico de la dimensión terrena, desde allí invocaremos a lo más alto de la Creación, espero que podamos revertir esta desgracia.

Se dirigieron por el barrio Gnomo casa por casa a ver si había alguien vivo, repasaron puerta por puerta, no había nadie, hasta que llegaron a una cueva situada en un tronco quemado de un Abedul gigantesco, a Mimma le sonaba esta puerta, pero entre tanta desolación todo parecía diferente, no sabía donde estaban; entraron en la cueva de su tronco y oyeron una voz:-Ayuda, ayuda, no puedo respirar, ¡estoy atrapado!, por favor, ¡me ahogo!-

Entraron a esa casa-cueva y en uno de los cuartos vieron una puerta metálica en una pared, oían golpes en la misma, se dispusieron a abrirla, estaba cerrada con llave.

Solo habían entrado Mimma y Antoine, el Fauno se había quedado fuera, por lo tanto tenían que ver la manera de abrirla.

Mimma sin pensarlo cogió un puñado de hierbas que tenía en la bolsa que se ató a su delantal, la que había cogido de su casa al irse, con un movimiento rápido trazó una llave en el aire delante de esa puerta y con voz firme dijo: -Esta es la hierba rompe muros, conjuro en el nombre del sagrado elemento tierra, ¡dadme poder para abrir cualquier cerradura, así sea, así decreto, así es!

Inmediatamente, al acabar de decir esto, la puerta de la pared se iluminó con un rojo brillante y mágicamente se abrió de golpe, entonces vieron que dentro había un jóven Gnomo, era uno de los hijos de el hermano de Mimma, ¡Era su sobrino!.

Cuando vio a el joven, Mimma se abalanzó sobre él a abrazarlo, estaba muy asustado, ni siquiera reconoció a la misma, pero se dejó llevar hacía afuera, donde estaba el Fauno, con lágrimas en los ojos dijo:-Creía que iba a morir asfixiado en aquella caja de la pared, me encerró mi padre para protegerme, no sé nada de donde están todo, ni mi madre, ni mi hermana, ni nadie de mi familia, vino la destrucción en un momento y todo ha desaparecido, ¡está todo en ruinas!, ahora te reconozco, ¡Tía Mimma!, ¡qué suerte he tenido de que puedieraís oirme!

-Mi Señor Fauno, Antoine, este es mi sobrino Gunni, es hijo de mi hermano Gundal, creo que toda su familia a sucumbido a este terror, debemos seguir buscando, pero por lo visto, la gran mayoría de supervivientes han abierto portales al mundo terreno.

Antoine instó al Fauno a que se levantara y poder continuar junto con Mimma y Gunni a seguir buscando, recorrieron prácticamente toda la ciudad elemental, no había nadie, ni en el barrio de los Silfos, ni en el de las Salamandras, menos en el de las Ondinas, ahora si debían huir de allí, buscar ayuda en el refugio mágico de Gaia, en la Tierra, en el mundo humano.



lunes, 30 de diciembre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 37

 


 En la casa de Josu permanecían Xena y Tía Paua, intentaban adecuar la misma para poder pasar desapercibidas, limpiar un poco y tener ordenados todos los objetos que habían traído de la cueva de ella.

Permanecían en una penumbra diaria, pues el cielo siempre estaba oscurecido y no se atrevían a encender la luz, para que nadie supiera que estaban allí.

De todos modos tampoco podían encenderla pues ya hacía tiempo que el suministro eléctrico no existía, las distintas patrullas de Seres extraños que veían por la ventana se habían ocupado de destruir todo el cableado y la huida de la gente hacía cualquier refugio había dejado desatendidos todos los servicios básicos de la ciudad.

Nuestras dos amigas estaban realmente preocupadas, no sabían nada de Josu ni de Antoine, Tía Paua tenía un mal presentimiento, en su interior temía por Antoine, presentía que no estaba en esta dimensión, también sufría por Josu, pues algo le decía que estaba en serio peligro.

Ya no recibían noticias del exterior, no tenían radio, ni Televisión, estaban incomunicadas, los teléfonos fijos de la casa no iban y la gente ya no salía de casa o había huido fuera de la ciudad, sino habían sucumbido a estos seres grotescos que veían por todas partes.

Ante la naturaleza negativa de la energía que sentía Tía Paua, le dijo a Xena:- Querida, tenemos que permanecer dentro de este pentagrama de sal que voy a trazar en el suelo del comedor, pase lo que pase y oigas lo que oigas no salgas de él, presiento que vienen fuerzas oscuras que nunca he visto, no sé si esto nos protegerá, pero estamos siendo vigiladas por Seres Sombra, he visto pasar a Hombres del sombrero por las rendijas de la ventana, se están llevando las almas de todos nuestros vecinos, dentro de este pentagrama, quizás no nos detecten, voy a conjurar un hechizo de protección trazando un círculo alrededor de él, tú permanece en medio, intenta visualizar a tu querido Josu en una burbuja de color rosado, protégelo con tu intención, quizás así pueda regresar para ayudarnos.

- ¡En el nombre del Macrocosmos y el Microcosmos, lo que es arriba es abajo, la luz vence a la oscuridad, pues en la divina presencia de los doce poderes, conjuro este círculo para que ningún mal, ningún ente ni presencia pueda atravesarlo, en el nombre de Elohim, Adonai y el divino Tetragramatón, así decreto, hecho está!-dijo Tía Paua con decisión y en voz baja pero firme.

Inmediatamente el círculo de sal con el pentagrama se iluminó con una tenue luz azulada, Xena y la propia conjurante estaban dentro del mismo, un viento repentino agitó sus cabellos, era frío como el hielo, una sensación de escalofrío les recorrió la espina dorsal.

Un ruido de llaves se escuchaba en la puerta de la vivienda, Xena y Tía Paua estaban aterradas, dentro del círculo, a pesar de ser de protección, ante tanta negatividad como se sentía en el aire, no se sentían protegidas de verdad.

Oyeron como se abría la puerta y pasos de al menos dos individuos, se quedaron en silencio y a los diez segundos vieron a una figura grotesca, con joroba, cara verde con nariz aguileña que llevaba en sus brazos a una persona, ¡era Josu!, pero el miedo al ver a aquel Duende entrar con él en volandas las hizo retroceder aterradas ante esa visión.

Josu estaba desvanecido, el Duende al ver la reacción de las dos mujeres habló:- Perdón por irrumpir así, os aseguro que no vengo a haceros daño,ahora sirvo a mi Señor Antoine, estoy atado a él, Josu y yo hemos podido escapar de los Elementales Oscuros, sé que os asusto, pero estoy aquí para ayudaros, al igual que he hecho con mi amo, debemos atender a Josu, yo estoy herido y no sé cuanto voy a poder aguantar, necesito agua, medicina, estoy perdiendo mi esencia elemental, esos seres me atacaron y agggghhh-.

En esos momentos el Duende soltó a Josu y cayeron los dos al suelo, inertes; Tía Paua intentó coger a Josu para meterlo en el círculo, lo hizo así e intentó zarandearle para ver si despertaba, tras un minuto haciéndolo, este abrió los ojos y preguntó: -¿Qué ha pasado?, ¿Donde estoy?.

-Estás en tu casa, Josu, un Duende te ha traído hasta aquí, no sé que os ha ocurrido, pero yo no me fio de este individuo, dice que te ha salvado- le dijo Xena.

Tia Paua también asintió, pero Josu les contó lo ocurrido en casa de Antoine, estaba apenado por no haber podido traer la comida, también como habían encontrado al Duende, lo que les había pasado, cómo le había devuelto el Tetragramatón con la gema del desierto a Antoine, la huida con los víveres y el encuentro con el Ser Elemental Oscuro, la lucha de Antoine y su posterior desaparición, la suerte que tuvieron al huir del mismo gracias a la velocidad del Duende.

Tanto él, como su nuevo compañero estaban heridos, no traían comida y en su casa no había gran cosa para poder curarlos, aún así transcurrido un tiempo prudencial Tía Paua deshizo el conjuro y salió del círculo de sal para coger alguna venda, agua y un linimento que había en el baño para curarles.

Nuestro amigo Duende estaba volviéndose translúcido, parecía que su materia se estaba desvaneciendo, eso no era bueno, posiblemente en unas horas desaparecería, en uno de los momentos que estaba lúcido, mirando a Xena dijo:- Mi señora, usted me puede curar, tiene el poder de la noche, lo sé, lo veo, su apariencia es humana pero tiene el poder de los Devas, cúreme, por favor, ¡deme una oportunidad!-.

Xena se quedó mirándole, miró a Josu, vio que estaba bien, a pesar del desmayo, entonces puso una mano en la cabeza de Josu, estiró el brazo con la otra mano hacia la herida del Duende, sin tocarlo, cerró los ojos y un fulgor de luz plateada inundó la estancia emanando de ella, parecía luz de luna, sus manos brillaban con más intensidad, una especie de holograma como de traje de hada se formó alrededor de ella, pero no era como el que tenía cuando era hada, era diferente, era un mono ceñido con una especie de alas en la espalda, transparentes, pero se podían ver con claridad, una olor a flores emanó de repente de todo su cuerpo, Josú y Tía Paua reconocieron la misma como una mezcla de jazmín y galán de noche; con un movimiento de las manos circular fue emanando energía hacía la herida del Duende y la cabeza de Josu, hasta que cayó, extenuada al suelo, respirando agitadamente, su luz se apagó y nuestros amigos empezaron a abrir los ojos y respirar cada vez mejor, la herida del Duende había desaparecido y las magulladuras de Josu también.

Tía Paua quedó maravillada, por lo visto Xena seguía teniendo poder a pesar de haber perdido su condición de elemental, había cambiado, no todo estaba perdido, tenían que ver la manera de aprovechar sus dones para poder salir de esta terrible situación.

Josu se acercó a Xena y la abrazó, estaba extenuada, no sabía lo que había hecho, lo hizo por instinto, aún así el resultado fue espectacular, su poder de sanación era equiparable al de un médico gnomo, por no decir más poderoso.

Una vez repuestos, el Duende se levantó, su materia se había densificado, estaba restablecido, Josu también, Xena se había recuperado, pero tenían mucha hambre, estaban en la dimensión terrena y aquí el agua no bastaba para saciar las necesidades de la materia corporal, acuciaban el agotamiento por hambre y sed.

Estaban encerrados y no podían salir sin sucumbir a los Seres Elementales Oscuros y sus secuaces, siempre que miraban por la ventana, entre los huecos de las persianas veían a cientos de Seres Sombra patrullar los cielos y en la distancia grupos de cuatro Seres Elementales Oscuros, iban haciendo batidas y a su paso arrebataban las almas de cuantos desdichados encontraban a su paso, para provecho de sus jefes Arcontes.

Era una visión dantesca, posiblemente todo el mundo estuviera ya así, no sabían lo que hacer, esperaban un milagro, quisieran que Antoine estuviera ahí para ayudarles, pero El Mago estaba en otro lugar en el que las cosas estaban igual de mal, sino peor, aunque ellos no lo sabían, pensaban que había sucumbido a estos Seres.

Tenían que buscar víveres, y para ello debían camuflarse entre las sombras y los Seres Elementales Oscuros para sobrevivir, quizás un Duende no levantaría sospechas en aquellos momentos si lo veían por las calles, seguramente habrían más, aunque lo raro era que no veían a ninguno cuando miraban al exterior.

El Duende dijo:- Aunque somos esbirros de los Seres Sombra, en estos momentos nos hemos quedado atrapados en el Bajo Astral, junto con las Larvas y los Poltergeist, quieren que seamos la última ola que destruya esta realidad, yo conseguí salir a tiempo antes de que sellaran la cueva de la Estigia, ellos abrieron otros portales más poderosos para penetrar en esta dimensión.

-Quizás tenga una idea para poder ocultarnos y poder ir a coger comida y agua, pero para ello necesitaremos ropa oscura e imantarla con la negatividad intrínseca a mi especie elemental, estoy seguro que puedo hacer que tengáis la apariencia de un Ser Sombra, pero a lo lejos, en la cercanía os podrán ver realmente, ¡rápido, tenemos que ver que hay en los armarios!-.

Miraron en los roperos, armarios y cajas de ropa que tenían los padres de Josu en aquella casa, vieron pantalones y camisas negras, batas de ese mismo color par las mujeres, pañuelos negros para sus cabezas, dos mantones y una capa de ese color, todo muy antiguo; procedieron a vestirse todos igual, con la cabeza tapada, hasta el Duende se puso ropa negra para intentar parecer un espectro.

-Ahora debemos conjurar a la energía sombra, dijo el Duende, para ello debemos juntar nuestras manos y entrar en el círculo de sal, limpiaremos el pentagrama y lo dibujaremos al revés, esto llamará a la energía negra y nos cubrirá dándonos el camuflaje, yo soy inmune a ella, pero vosotros debéis protegeros con pensamientos y oraciones que os ayuden, cuando os vaya a cubrir la energía debéis pensar en cosas agradables, haced algún símbolo de protección que sepáis, da igual cual, pero es importante que no sucumbáis a esta negatividad-.

Entraron en el círculo de Sal y Tía Paua trazó un pentagrama invertido en el mismo, el Duende se puso en medio del mismo y con la voz socarrona y desagradable que le caracteriza conjuró: - ¡Oh, fuerzas oscuras, energía de las sombras, mostrarme vuestro poder y danos parte del mismo, necesitamos oscuridad, os conjuro sin chanza para encontrar la negativa danza, convierte estas ropas en sombras de venganza!-.

Josu, Xena y Tía Paua empezaron a notar como aquella ropa se le ceñía al cuerpo y como a la vez se formaba una especie de neblina negra alrededor de ellos, se sentían pesados y con un cambio de humor brutal, la ira se iba apoderando de ellos, Josu intentó pensar en su perro Winston, en su infancia, en sus padres, en lo que le gustaba, Xena en sus hermanas, en su pasado como hada, Tía Pau en Manuel, su marido, en su cueva, sus hierbas, su satisfacción al curara a personas que la requerían, pero todo se desvanecía en una niebla mental oscura que les provocaba un mal humor que no entendían, pero era necesario lidiar con ello para salir de allí y buscar alimentos.

El Duende no pensaba en nada, ya estaba acostumbrado a estos menesteres, de hecho muchos de ellos decidían convertirse en Seres Sombra cuando les convenía, eran compatibles sus cuerpos con los de ellos en el Bajo Astral, podían cambiar a voluntad una vez superadas ciertas enseñanzas, pero de eso ya hablaremos.

Una vez convertidos en Seres Sombra se dispusieron a salir de la casa, el Duende iba delante, el caos que había en la calle era impresionante, las sombras volaban por doquier, los Hombres del Sombrero patrullaban las calles en una ronda mortal avisando a los Seres Elementales Oscuros que los iban siguiendo, los Arcontes, escondidos en la parte interdimensional entre el Bajo Astral y la realidad iban recolectando las almas que los Oscuros les iban proporcionando, lo extraño era el silencio, todo en silencio, nadie gritaba, nadie pedía ayuda, solo se escuchaba el viento, el pasar de las Sombras y las risas de los Elementales Oscuros que resonaban por doquier, era terrible.

Salieron a la calle y con movimientos rápidos fueron pegados a las paredes de las casas iban cruzando en zig zag para que su movimiento pareciera un poco errático, parecía que los trajes sombra funcionaban, no les veían, incluso alguna de ellas pasaba al lado y no les hacía caso, el Duende hizo bien su cometido para camuflarlos.

Llegaron hasta las puertas de un supermercado, entraron y vieron con desesperación que estaba todo vacío, todo saqueado, pero no se desanimaron tan pronto y siguieron adelante para ver si quedaba algo en el almacén, entraron en el mismo y aunque estaba todo por el suelo y revuelto vieron que habían latas de conservas y ¡botellas de agua!, no se lo podían creer, que suerte habían tenido, pero tenían que ser precavidos y silenciosos, estaban en grave peligro a pesar de su camuflaje.

Continuará...



lunes, 2 de diciembre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 36

 


Antoine se vio lanzado por un túnel cuya luminosidad pasaba del blanco hacía el rojo, la luz cambiante del mismo le hacía ver todas las tonalidades en fracciones de segundo hasta que la luz se volvió de un rojo intenso y penetró en un espacio de blancura inmensa.

En ese momento se vio parado en un lugar sólido, la luz no le dejaba ver absolutamente nada, pero se frotó los ojos y enseguida le volvió la visión, reconocía el lugar en donde estaba ahora, la campiña de hierba luminosa, las pequeñas setas iridiscentes, el cielo violáceo, las montañas a lo lejos y en el horizonte el gran árbol que daba entrada a la Ciudad Elemental.

Se sorprendió de haber sido capaz de huir de aquellos seres Elementales Oscuros y atravesar las dimensiones hasta en donde se encontraba ahora, se sentía extraño porque no notaba cansancio ni dolor después de haber tenido el encuentro con aquel ser tan siniestro en la dimensión terrena, no tenía magulladuras, ni siquiera su ropa estaba sucia, no lograba entender esa situación, por lo visto en el plano semimaterial el cuerpo astral es el que rige, el material queda relegado a un segundo plano, aunque por lo visto él seguía siendo el mismo tanto en materia como en espíritu, algo le había sanado y limpiado, el cambio de dimensión le había sentado bien y le salvó, estaba agradecido a su madre y a sus guías, los cuales no conocía, pero ellos a él si, algún día vendrían las respuestas.

Caminó con paso firme a la velocidad elemental, como si fuera un gnomo, hasta llegar a la puerta del gran Roble gigantesco que guardaba la entrada a la Ciudad Elemental.

La inscripción que había en el tronco, escrito en rúnico, donde ponía "Bienvenidos Buena Gente" estaba tachado con una raja provocada por algún hacha u objeto cortante, el árbol ya no tenía la luminosidad que vio la primera vez que penetró en esta dimensión, parecía estar enfermo, las hojas se le iban cayendo, parecía muy enfermo.

Antoine recordaba que en aquel lugar se encontraron por primera vez con Gimmi, en aquel momento no les quiso decir su nombre, les dijo que se llamaba Tom, más adelante se le escaparía y ya le conocieron como Gimmi, también recordaba que con un conjuro, Gimmi hizo aparecer una puerta plateada entre nubarrones negros y rayos poderosos.

Ahora no había nada, solo se veía detrás del Roble, la campiña luminosa y las montañas a lo lejos, no tenía ni idea como podría penetrar en la Ciudad Elemental.

Recordó entonces las palabras de Gimmi cuando en aquel momento hizo aparecer la puerta plateada, entonces alzó los brazos y con voz profunda las pronunció en la soledad de aquel lugar, donde no había nadie.

-Gente Buena, señores de los elementos, tierra, aire, agua y fuego, permitirme entrar en vuestro reino, abrir las puertas de la Tierra Elemental, soy un elegido, ya vengo, recibirme si lo merezco-.

El silencio se hizo denso, parecía poder cortarse con un cuchillo, transcurrieron lo que le pareció unos segundos, el cielo violáceo comenzó a oscurecerse con nubarrones negros, rayos emergían de los mismos, uno de ellos impactó en el suelo, a unos metros del Gran Roble, con una explosión poderosa, un ruido ensordecedor y una luminosidad blanca que le cegó por completo.

Al despejarse el polvo y la luz proveniente del impacto de rayo, emergió la puerta plateada, pero esta vez no había luz en su interior, estaba oscura, tenebrosa.

Antoine tuvo miedo, tenía un mal presentimiento, se había salvado de los Elementales Oscuros en su dimensión, pero en está temía que hubiera pasado algo, no veía a ningún Elemental ni ningún movimiento, penetró en la oscuridad de la puerta y cuando la atravesó sus ojos no podían creer lo que veían.

La Ciudad Elemental aparecía arrasada, los árboles y bosque de los Gnomos estaban calcinados, se veían los ropajes de los mismos en las calles, no había cadáveres, solo restos de sus utensilios y sus gorros, chaquetas, pantalones y demás ropa quemada a jirones por todos lados. 

El lago de las Ondinas estaba seco, no se veía ni rastro de ellas, era increíble, ni una gota de agua quedaba en aquel lugar, el "barrio" de las Salamandras parecía no haber sufrido daño, pero no se veía el ir y venir de estos seres, todo parecía muerto, el lugar donde se veían los remolinos de aire estaba quieto, nada se movía por allí, los Silfos habían desaparecido, ¡todo el mundo elemental había sucumbido!, algo terrible habría pasado, tenía que averiguar que era.

Recordó el Gran Árbol del Fauno, se dirigió corriendo con la velocidad que solo los elementales pueden tener, en poco tiempo estuvo allí.

Se paró delante de su tronco y con gran tristeza vió como había sido talado por una enorme sierra o rayo poderoso, las puertas que cerraban la cueva que había debajo de él estaban rotas, no se veía luz en su interior, ni nada, un olor penetrante salía de ella.

Frotó su medallón para infundirle luz, la gema que le regaló su madre iluminó la entrada de la Cueva del Árbol del Fauno, el olor penetrante se hizo más intenso, olía a podredumbre, recordaba el olor a naturaleza salvaje que había en aquella estancia la primera vez que entró.

Vio destruidas todas las obras de arte que el Fauno tenía, los cuadros destruidos, los atriles con los libros que habían en las paredes de la cueva ya no estaban, alguno estaba quemado en una esquina.

Unos metros más adelante estaba el despacho del Fauno, la puerta estaba destrozada, penetró en la estancia iluminando con su gema del desierto fundida con su tetragrámaton y el caos era increíble, detrás de la mesa donde les atendió el Fauno vio una sombra oscura que se escondía, unos ojos rojos le delataban, ¡era un Ser Sombra!, con rapidez iluminó la zona y aquel ser oscuro se elevó en la estancia y con una velocidad endiablada, flotando, salió por la puerta y desapareció, el olor a podrido disminuyó un poco; ¿qué hacía un Ser Sombra en el Reino Elemental!, Antoine se temía lo peor, una gran desgracia había ocurrido en esta dimensión, tenía que averiguar más y hacer algo, sus amigos le necesitaban, Josu, Xena, Tía Paua, Gimmi, incluso el Duende que encontró en el pueblo.

Se acercó a la enorme mesa escritorio de aquel despacho, iluminó debajo de ella y cual fue su sorpresa al ver completamente desvanecido a ¡El Fauno!, -¡Mi Señor!- dijo Antoine, intentando levantarle la cabeza mientras comprobaba si respiraba.

Tenía los ojos cerrados, quemaduras por todo el cuerpo, en las patas de macho cabrío, con el pelaje carbonizado, heridas en su torso y brazos, un cuerno roto y magulladuras en su rostro, pero comprobó que aún estaba vivo.

Intentó buscar algo con lo que recostarlo en el suelo, era enorme, con sus dos metros de altura  y su gran corpulencia  costaba de mover, pero lo acomodó y con su luz intentó buscar algo de agua en la estancia; la encontró en un jarrón que por alguna razón había permanecido intacto a pesar de lo que hubiera sucedido.

Le remojó la cara, le dio algún sorbo de agua y le intentó despertar, pero no respondía, estaba vivo pero inconsciente, no sabía como obrar ante esta situación en la actual dimensión elemental, intentó infundirle curación imponiéndole las manos y concentrando toda su intención en ello.

Una luz blanquecina apareció alrededor de las mismas, instintivamente las colocó en su pecho arqueándolas y poco y sin llegar a tocarlo, una unión de luz se las pegó al mismo, transcurridos unos minutos el Fauno empezó a jadear y en un movimiento brusco despertó, como un resorte se levantó y por la debilidad cayó de rodillas, estaba en shock.

Antoine siguió imponiendo las manos en su espalda, arrodillado el Fauno jadeaba, pero cada vez con menor intensidad, hasta que normalizó su respiración y sin mediar palabra se sentó en un rincón de la estancia apoyando su espalda contra la pared, sus pezuñas estaban también rotas como si hubieran sufrido golpes o hubieran sido usadas violentamente.

Antoine se acercó al Fauno y le volvió a ofrecer agua - Mi señor Fauno, ¿Se encuentra mejor?, ¿Puede hablar?- Aaaarghhh, carraspeó el Fauno, - ¡Antoine!- dijo con voz trémula y débil- querido amigo, ha sucedido algo terrible, Ujucc, ujuuc, aaarghhh, nuestro Reino está condenado a desaparecer, hemos sido atacados por una horda de Seres que no habíamos visto nunca, con una negatividad y oscuridad jamás sentida, ni mis poderes de Semi-Dios han podido contener tanta maldad-dijo el Fauno.

-Justo cuando os fuisteis de esta dimensión en busca de las Hadas, se empezó a notar una electricidad extraña en el aire de esta dimensión, mis sentidos mágicos se pusieron en alerta, algo malo iba a ocurrir; los Gnomos, junto con algún Silfo y Salamandras vinieron a verme porque notaban presencias extrañas en las calles de nuestra Ciudad Elemental, el cielo se oscureció sin haber nubes, la luz de los árboles empezó a menguar, el aire olía a ozono y los rayos antes blancos ahora caían de color más negro que la oscuridad, destruyendo todo lo que tocaban.

Una gran tormenta eléctrica precedió a la entrada de unos seres oscuros que nunca habían sido vistos por los Seres Elementales, junto con ellos iban otros de los cuales había oído hablar pero creía que estaban relegados a actuar en el Bajo Astral, eran Arcontes, vinieron por cientos, majestuosos con sus tremendas y aterradoras armaduras, luego varios Hombres del Sombrero les adelantaron para penetrar en la ciudad, junto con sus esbirros sombra, todo lo que tocaban quedaba carbonizado, nuestros poderes elementales no podían hacer nada contra ellos, campaban a sus anchas destruyendo todo lo natural de este lugar, miles de gnomos, ondinas, silfos y salamandras huyeron a vuestra dimensión, otros cientos sucumbieron a su oscuridad, desapareciendo para siempre.

Aquellos que huyeron se fueron en busca del refugio de las hadas, los otros intentaron combatir con magia a los Arcontes y los Seres Sombra, parecían retenerlos un poco, pero detrás de ellos estaban aquellos desconocidos, los Seres Elementales Oscuros, dijeron llamarse, ¡Seres Increados!, adimensionales, con su energía de antimateria lo arrasaban todo y nos hacían sucumbir a su extraordinario poder negativo, nos tocaban y desaparecía nuestra energía, y nuestro ser, arrasaron la Ciudad en solo unos pocos minutos.

Unos cuantos Hombres del Sombrero entraron en mi Gran Roble, penetraron en la cueva, totalmente desprotegida por mis guardianes Gnomos, habían desaparecido al toque de uno de estos Seres que tenía cristales clavados a su cuerpo, con luz verdosa.

Este ser se acercó a mí y me dijo: -Ahora vuestra dimensión es nuestra, vais a desaparecer, tu ya no pintas nada en esta realidad, Fauno infecto, ¡tu olor a cabra no se volverá a sentir!, ¡muere maldito híbrido!, con un rayo de sus ojos dirigido a mis pezuñas me hizo caer y con una gran energía noté como me quemaba, solo recuerdo que desfallecí y que tú me has despertado, ¡Gracias Antoine!, estamos ante el peligro más grande que acecha a este Mundo y al tuyo, debemos intentar hacer algo por salvar a los míos y los tuyos, ha empezado la Entropía Elemental que tanto nos auguraban-.

Antoine estaba sorprendido y apenado por las palabras del Fauno, le dijo: -Mi Señor, conozco a estos seres, me he enfrentado a ellos en mi mundo, mis amigos también peligran allí, me pude librar de ellos saltando a esta dimensión, casi sin saber que podía, mi madre me ayudo gracias a su gema, un Duende me devolvió el medallón que la contenía, quizás fue un milagro el poder recuperarla o una causalidad, pero gracias a él pude aprender a dar el salto dimensional, dígame que puedo hacer para ayudar, estamos todos en peligro-.

El Fauno se incorporó con esfuerzo y con gran pena le dijo a Antoine: -Querido mago, me apena decirte que he perdido tu preciado libro, en él escribí todos los secretos que te quería confiar, aparte de lo escrito por Paracelso, pero ha desaparecido de este lugar, probablemente lo hayan cogido los Seres Sombra, ahí hay fórmulas alquímicas y mágicas que mal usadas pueden destruir todo lo conocido-.

-No nos preocupemos ahora por eso, Fauno, debemos intentar salir de aquí y ver si hay más Elementales que nos puedan ayudar, por lo visto estos seres se han trasladado a la dimensión de Gaia, a la nuestra y ella está en peligro, debemos encontrar a los supervivientes elementales e ir a mi mundo a luchar contra estos seres Elementales Oscuros y todos sus secuaces, aquí han arrasado, allí lo están haciendo y si sucumbimos todo habrá acabado para Gaia-.

Con gran esfuerzo agarró al Fauno y los dos salieron de aquella cueva, tropezando con los escombros de las obras de arte, los cuadros y libros que con gran pena miraban tirados, quemados y destrozados por el suelo.

Salieron al exterior y la desolación que contemplaron era máxima, los árboles de lo Gnomos iban cayendo por la podredumbre y la ceniza, el lago de las  Ondinas era un desierto, los volcanes de las Salamandras echaban humo negro que cubría la atmósfera de aquel lugar y el lugar de los Silfos era un hueco silencioso.

El Fauno cogió una rama de un metro y medio que estaba recta y la usó de bastón, apoyándose en Antoine iniciaron la marcha para buscar supervivientes, Antoine pensó en ir a Casa de Gimmi, en el Roble Negro que había lejano en la otra punta de este barrio, allí se dirigieron, era vital saber se seguía vivo nuestro amigo Gnomo, era un médico muy preciado y Fauno lo necesitaba.

Continurá....




domingo, 10 de noviembre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 35

 


Salieron de casa de Antoine alrededor de las diez de la noche, recogieron todos los alimentos que pudieron, con ellos también iba el Duende que se escondió en esta casa para devolverle el medallón Tetragrámaton a Antoine, al parecer sus intenciones eran buenas, quería ayudar y redimirse de su condición, Antoine lo ató con un hechizo de servidumbre mágica, ahora unido a él, debía de servirle en todo lo que le pidiera, a condición de que le ayudara a convertirse en un ser elemental que perteneciera a Gaia.

Josu iba delante seguido de Antoine y el Duende, que no se despegaba de él, sus ropas harapientas y el olor tan horrible que desprendía tenían consternados a nuestros amigos, el Duende se dio cuenta de ello y les pidió disculpas por estar en este estado.

Avanzaron en silencio por las calles desiertas, el cielo estaba oscuro y lleno de tormenta eléctrica, algunas personas errantes salían de los edificios cabizbajos, con paso lento, como zombis,los coches ya no circulaban porque estaban taponando las calles con sus accidentes, a lo lejos se oía una sirena de bomberos, se veía humo en un lugar alejado de la ciudad, el aire olía como a ozono, la electricidad del mismo era evidente, Josu tenía los pelos de punta por la estática del mismo.

De repente, el Duende se paró, oteó el horizonte y oliendo el aire le dijo a Antoine: - Amo, algo maligno se acerca, son varios, lo noto en mi piel, es una energía oscura muy poderosa, debemos escondernos, van a pasar por aquí en poco tiempo-.

Josu se quedó parado con todos los bártulos, Antoine hizo lo mismo y dijo:- ¡Rápido, vayamos a esa tienda que hay abierta allí enfrente, si Duende dice que viene algo, no creo que nos mienta, también estoy notando algo extraño en mi piel, no sé explicarlo, noto oscuridad que irradia malignidad, no nos demoremos, Josu!-.

Cogieron toda la comida y corriendo cruzaron la calle, atravesaron la puerta y la cerraron poniendo una madera encajando la misma en la cerradura.

Se acacharon mirando por una rendija que quedaba abierta del escaparate de aquella tienda y ojo avizor vieron ,transcurridos unos instantes, como unas figuras negras, con cuerpos extraños, llenos de protuberancias, enormes, oscuros como el azabache, con los ojos rojos, irradiando una luz verde esmeralda muy tenue pero visible como iban lanzando rayos por los mismos hacia las personas errantes que cruzaban por la calle, siempre que alcanzaban a una de ellas, inmediatamente se formaba un vórtice encima de la misma y una mano enguantada en una armadura salía del mismo y recogía una luz blanca que salía de esa persona, entonces caía inerte y en otro vórtice negro, desaparecía.

Nuestros amigos se quedaron aterrados, eran cuatro sujetos, uno con su cuerpo lleno de cristales puntiagudos desde la cabeza a los pies, otro con barras verdes de un metal refulgente clavadas por todo el cuerpo, otro tenía forma de barril, con una sustancia negra rezumando por todos los pliegues de los brazos y piernas, incluso del cuello, el último parecía una persona normal pero en su pecho tenía un símbolo extraño, era un círculo abierto en cuyo interior había una A extraña.

Ni Antoine ni Josu habían visto nunca ese símbolo, el mismo brillaba con una extraño fulgor plateado, que iba mutando a otro violáceo y verdoso, así en un patrón siempre igual.

El Duende, en voz baja dijo: - Compañero Josu, Amo Antoine, estos son los seres increados de los que os hablaba, no forman parte de este mundo, ellos han penetrado a este mundo llamados por la maldad de vuestra humanidad, ellos van a destruir vuestra civilización, están haciendo el trabajo sucio para que los Arcontes acaban con vuestras almas y provoquen la Entropía Elemental, ahora en estos momentos las leyes naturales ya no rigen vuestro entorno, la oscuridad irradiada es la dueña de vuestro mundo a pasos agigantados, hasta los Seres Sombra están escondidos ante tanta maldad.

-¡Son los Elementales Oscuros!- dijo Josu en voz baja, Antoine asintió con la cabeza y el duende se agazapó escondiendo su hediondo cuerpo aún más, estaban asustados, notaban el tremendo poder y el horror que estos seres provocaban.

Pensaron en Tía Paua y en Xena, no sabían que sería de ellas, no se podían comunicar, todo estaba oscuro y estos seres estaban patrullando las calles para recoger almas y hacer desaparecer a las personas, ahora si que creían que estaban perdidos.

Tenían que llegar a casa de Josu, ahora estaban escondidos viendo el dantesco espectáculo que aquellos seres oscuros estaban provocando en las calles del pueblo, por ende dedujeron que todas las demás ciudades también estarían afectadas por este extraño suceso que les había pillado desprevenidos, justo cuando salieron del Bajo Astral, había empezado todo.

Los Seres Elementales Oscuros estaban a solo unos metros de ello, un zumbido extraño se escuchaba proveniente de ellos, era como el que provoca una torre de alta tensión cuando estás cerca, los vellos de los brazos se les ponían de punta, sentían un cosquilleo en todo el cuerpo muy desagradable, seguían agazapados, escondiéndose de aquellos cuatro seres apocalípticos, la impresión que daban era tremenda, un terror inmenso les invadía, hasta el Duende, acostumbrado a ver seres horribles tenía la cara desencajada por el miedo, sentimiento extraño en un ser de su condición, pero lo estaba viviendo.

Rezaban porque no se dieran cuenta de su presencia, veían como avanzaban por la calle hacía la esquina para perderse, entonces cuando estaban a punto de girar la misma y desaparecer, un movimiento de Josu hizo crujir al chocar su pie con una puerta de un mueble de aquella tienda.

Inmediatamente uno de los cuatro Elementales Oscuros se quedó parado, escuchando, miró hacia el escaparate de la tienda donde estaban ellos, con su ígnea y roja mirada se fijó en la rendija, era el ser Oscuro con el cuerpo lleno de cristales puntiagudos, la intensidad de su luminosidad se hizo más fuerte, con paso firme se situó delante del escaparate, el horror y el miedo se apoderó de nuestros amigos, el Duende tenía los ojos desencajados dándole un aspecto aún más asqueroso, Josu retrocedió hacia el interior de la tienda, Antoine le tapó la boca al Duende e hizo lo mismo, se pusieron detrás de un mostrador.

El Ser Cristalino Oscuro levantó con violencia la persiana del escaparate, con voz atronadora dijo: -¿Quién está aquí?, salid inmediatamente, no vais a escapar de mí, os detecto, humanos, ahora debéis servir de alimento a nuestros aliados-.

Con paso firme y decidido se dirigió hacia el mostrador, ahora era cuestión de vida o muerte para nuestros tres amigos, Antoine en un gran gesto de valor decidió levantarse y con voz firme se enfrentó al Elemental Oscuro, le dijo: -¿Quien eres, no perteneces a este mundo?, ¿qué extraño conjuro te ha traído de las tinieblas?, en la ley natural tú no podrías existir aquí, ¿quien os ha dado permiso y materia?, increados-.

El Ser Oscuro se quedó parado, mirando fijamente a Antoine, en un gesto de desprecio se le quedó mirando y dijo:- Vaya, tenemos a un ser humano despierto, no puedo creerlo, por lo visto nuestra radiación no es tan efectiva como creíamos, por lo que veo tú nos conoces, sabes de nuestra naturaleza, debes de ser un mago, no hay otra opción, solo vosotros podéis saberlo-.

-Así es- dijo Antoine, soy mago, conozco las energías y veo que vosotros no sois de buena vibración, estáis destruyendo esta dimensión, pues no pertenecéis a ella, os habéis aliado con otros increados para destruir a Gaia, a los Elementales y por supuesto a liquidar a la humanidad, ¡No tenéis derecho!-.

-Jajajaja, ¿Quién dice que lo necesitamos?, vuestra maldad intrínseca nos ha creado, somos vuestros hijos, humanos, vuestra ciencia atea y destructiva ha sido nuestra matriz, ella nos ha engendrado, vuestra ciencia nuclear nos ha dado nuestros poderes, vuestra intención destructiva al crearla nos ha dado nuestro espíritu, con vuestros aceleradores de partículas nos habéis materializado trayendo la antimateria a este mundo, por ende nosotros con ella, venimos a crear con ella otro mundo distinto, para ello debemos destruiros y destruir a Gaia y a sus elementales-.

Mientras Antoine distraía al Elemental Oscuro, Josu y el Duende retrocedieron por detrás del mostrador hacia una habitación interior de la Tienda, allí vieron que había una puerta trasera que daba a la otra calle, intentaron llegar a ella para abrirla, tocaron la manivela y estaba cerrada, al lado en la parte de arriba de la puerta había un manojo de llaves colgado, quizás una de ellas podría abrirlas, el Duende le dijo a Josu: - Me voy a desmaterializar para no ser visto por el Elemental Oscuro, intentaré coger las llaves para abrir la puerta-. 

Antoine estaba aterrado, no quería parecer débil, el Cristalino Oscuro fijó su mirada en él y con un gesto echando la mano hacia delante hizo brotar de la misma un haz de luz verde que rodeó a nuestro mago, lo hizo levitar rodeada de la misma y lo estampó contra una de las esquinas de la tienda, no se desmayó y pudo levantarse, pero estaba en shock y no sabía que hacer en ese momento.

Recordó que podía pedir ayuda a sus guías espirituales, en su interior los invocó, se sentía realmente perdido, este ser era tan poderoso que no había hechizo ni invocación que le funcionara, o por lo menos eso pensaba.

Un calor irradiado por aquella luz verdosa que le rodeaba lo estaba debilitando, sentía que su energía se concentraba en su bajo vientre y le daba la sensación de que se le iba a salir por allí, entonces comprendió que era aquella luz, era su energía vital junto con su espíritu que estaba siendo absorbido por el Elemental Oscuro, ¡estaba perdiendo la vida!, entonces pensó en su madre, en su medallón, en la fuerza elemental que el tenía en su interior, intentó sacarla afuera y desmaterializarse como un ser elementario.

Josu y el Duende seguían al fondo de la tienda, Duende empezó a hacerse translúcido y cuando casi no se veía alargó la mano y con un gran esfuerzo cogió el manojo de llaves y con un movimiento rápido se escondió junto con su compañero.

-Ahora debemos elegir la llave correcta- dijo Duende- voy a probar esta de color dorado a ver, Antoine lo está pasando mal, debemos huir, Josu-.

Eligió una llave dorada, la introdujo con su rapidez de duende dentro de la cerradura, pero no iba, probó otra, y otra, solo quedaban dos llaves, el Ser Elemental Oscuro estaba entretenido intentando absorber la energía de Antoine, pero su mirada roja se fijó en nuestros amigos, vio al Duende translúcido y a Josu agachado, con un rayo que salía de sus ojos apuntando al Duende le hizo volverse visible otra vez, con el mismo lo hirió en un costado, de la herida salía un humo verdoso, con un grito lastimoso cayó de bruces al suelo, soltó las llaves que Josu cogió con gran velocidad, esquivando otro de los rayos que emitían los ojos del Elemental Oscuro.

Antoine se iba desmaterializando, rogaba sabiduría a sus guías, pensaba en su madre y en su poder elemental heredado de ella, entonces vino a su mente las palabras que le dijo: -Puedes llamarme en cualquier momento, ahora puedes entrar en el Reino Elemental a voluntad, yo te guiaré en ello-.

Pensando estas palabras, sujetado por el Ser Elemental Oscuro y desmaterializándose empezó a ver en su mente un túnel brillante, dentro habían tres seres luminosos, ¡Eran sus Guías!, habían venido en su ayuda, pero de repente se apartaron a un lado del tunel y como en una visión celestial se apareció Brigitte.

-¡Madre!- gritó Antoine- ¡Tienes que ayudarme!, ¡Me van a absorber a la nada de la antimateria!, ¡Dime como ir al Reino Elemental!, por favor-.

La visión de su madre se hizo más intensa, una luz azul brotó de la misma, sus Guías, que estaban apartados a un lado se juntaron con Brigitte en aquella luz y entonces el conocimiento vino a su mente, ahora sabía como entrar en el Reino Elemental y desaparecer de el gran peligro que corría en este momento.

Ahora sabía la forma de desaparecer e ir a otro lugar, sin pensarlo conjuró un portal, ahora ya sabía como hacerlo, dijo: -"Vires quattuor elementorum, da mihi clavem ianuae mundo tuo, in nomine Gaia coniuro te in me esse et veniam petendi."

 "Fuerzas de los cuatro elementos, dadme la llave de la puerta a vuestro mundo, en el nombre de Gaia, os conjuro en mi ser y solicito el permiso."

Un vórtice se abrió en ese momento absorbiendo a Antoine, en un abrir y cerrar de ojos desapareció en el techo de la tienda, Josu y Duende estaban aterrados, se quedaron solos, Duende estaba herido, Josu magullado en un rincón, el Elemental Oscuro se quedó estupefacto al ver desaparecer al mago, entonces se giró hacia ellos y con una mano cogió de la cabeza a Josú, lo lanzó hacia la puerta trasera y con el tremendo golpe la rompió y cayó en la otra calle, Duende se arrastraba para salir, el Elemental Oscuro rompió de un puñetazo el mostrador y pasó rápido a volver a coger a Josu fuera, en la calle, Duende había salido y con su rapidez, a pesar de estar herido, cogió en volandas a Josu y se fueron raudos con una velocidad increíble a donde no estuviera el Ser maligno que los quería destruir.

Los otros compañeros del Elemental Oscuro le aguardaban en la esquina de la calle, divertidos, como pasando un buen rato viendo el sufrimiento que inflingía a nuestros amigos este Ser, aquel al ver desaparecer también al Duende y a Josu, emitió un chillido agudo como una bestia salvaje, se elevó flotando en el aire para ver si los veía, pero no fue así, su frustación era evidente, eran los primeros seres humanos y elementales que se les habían escapado, esto no quedaría así.

El Elemental Oscuro se reunió con sus tres compañeros y prosiguieron su marcha destructiva, la gente de los edificios estaba escondida bajo sus camas, en sus armarios, sin hacer ruido para no llamar la atención de estos cuatro Elementales terribles, parecían los cuatro jinetes del apocalipsis, pero sin caballos.

Josu y el Duende habían surcado unas cuantas manzanas en unos pocos segundos, pero esto había agotado la mermada energía de Duende, debían llegar a la casa donde estaban Xena y Tía Paua, sin Antoine, no sabían que había sucedido, para colmo, ya no llevaban la comida, no tenían nada, la herida de Duende no tenía buena pinta, Josu estaba destrozado y nadie les podía ayudar, quedaban aún varias manzanas para llegar a su destino, el panorama no pintaba bien.


Continuará...

 
 

domingo, 27 de octubre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 34

 


 Fueron penetrando sigilosamente por todas las estancias de la casa de Antoine, cuando estuvieron en la cocina cogieron bolsos que habían colgados en un lado del mueble de la misma, lo llenaron con todos los víveres que pudieron encontrar, sal, pimienta, otras especias, patatas, cebollas, latas, botellas de leche, todo lo que había en la nevera, que estaba en buen estado, intentado no hacer mucho ruido.

Cuando llenaron los bolsos los pusieron en un carrito de la compra que Antoine tenía en su despensa, según sus cálculos tendrían comida para unos cuatro días, tenían el pensamiento de ocultarse en la casa de Josu durante ese tiempo a ver que ocurría con este extraño suceso.

El ambiente en la casa de Antoine estaba cargado, notaban algo raro, se sentían observados, había algo o alguien en aquel lugar, el sexto sentido mágico de Josu y Antoine, que habían desarrollado durante su aventura en el Bajo Astral les decía que algo que no era terrenal permanecía en esta casa.

Antoine se puso alerta, cogió rápido la sal del carro de la compra y esparció un puñado formando un círculo alrededor de Josu y de él.

Josu se quedó quieto, dejándole hacer, estaba seguro que su intuición no le fallaba y Antoine estaba protegiéndose y protegiéndole a él también, algo estaba acechando en la semipenumbra de la estancia donde estaban, en el comedor.

El aire de la habitación se enrarecía por momentos, un olor a moho, a humedad y fango emergió de repente en aquella estancia.

Antoine con voz firme dijo: -¡Seas quien seas, aparece de la oscuridad, en el nombre de Adonai, te insto a revelarte, no puedes penetrar el círculo de sal sagrado, no me obligues a atacarte, revélate, espíritu inmundo!-.

Transcurrieron unos segundos de silencio, entonces de la puerta de la cocina, en aquella semipenumbra, se escucharon crujidos en la madera del parquet , se dirigían hacia el comedor, entonces vieron una sombra más oscura que aquella penumbra, una sombra de ¡Un Duende!, era uno como los que habían atacado la cueva de las hadas, como los que les atacaron en el Bajo Astral, pero había algo diferente en él, no parecía tener la cara de rabia de todos sus compañeros.

El Duende se fue haciendo más visible a medida que avanzaba, su rostro era menos verdoso que los que habían combatido y escapado en su anterior aventura.

El mismo levantó las manos en señal de paz, su olor era insoportable, pero con la característica voz socarrona y desagradable de su condición dijo:- ¡No quiero haceros daño!, soy uno de los Duendes que os atacaron en el Bajo Astral, estuve en la batalla con las Larvas, tengo algo que os pertenece, he venido a devolverlo y a avisaros!-.

Antoine y Josu se quedaron estupefactos, con los ojos como platos, no sabían que decir ante esta aparición espectral tan desagradable, pero a la vez sorprendente, era la primera vez que un Duende les hablaba de forma amable, ¿qué sería lo que este ser tendría que quería devolverles?.

-¿Qué has venido a hacer a esta dimensión, sucedáneo de Daemon?, seguro que eres un explorador que vienes buscándonos, nos has seguido el rastro,  nada bueno puede venir de un Duende, no pretendas engatusarnos con tu labia de serpiente-.

-¡Antoine!, escúchame atentamente, he venido arrastrándome por una grieta de dejaron quienes han entrado a este mundo sin permiso, soy Duende, pero algo que tu perdiste y yo cogí me ha cambiado, he visto la realidad, me avergüenzo de mi condición, se me ha revelado una verdad que no conocía y ahora quiero vivir, deseo un cambio, se me ha mostrado un camino de redención, ahora sé que también soy Elemental-.

-No te creo, Duende, acércate a nuestro lado y dime que es lo que te ha hecho reflexionar de esta manera, ¿qué es lo que perdí y vienes a devolver?, ¿qué has visto para llegar a estos pensamientos?, es muy extraño que un ser como tú tenga ganas de cambiar y ver la luz de Gaia-.

El Duende se acercó, se dieron cuenta entonces que el color de sus ojos, antes negros, como todos lo de su clase, ahora eran de color claro, su mirada parecía limpia, entonces sintieron compasión al mirarle a los mismos, algo en sus corazones les dijo que era verdad lo que el Duende contaba.

-¡Enséñame lo que venías a devolver, por favor! Desconfiamos de ti, es demasiado extraño que un ser como tú quiera devolver algo y menos confesar todo lo que nos estás diciendo!-.

El Duende se metió la mano en el bolsillo central de su pantalón roído, escondiéndolo en el puño, abrió la mano y cayó una especie de medallón fundido con una piedra preciosa, colgando de la cadena en uno de sus dedos.

Antoine no daba crédito a lo que estaba viendo, lo que este ser había traído era su medallón del Tetragramatón fundido con la Gema del desierto que su madre le regaló, recordó que lo había perdido en la batalla contra los Duendes, cuando las Larvas Astrales les "ayudaron", lo dio por perdido para siempre, también le sirvió para darse cuenta que sus poderes no venían de ese u otros objetos, sino de si mismo, que era él quien los cargaba, pero le tenía apego porque le ayudaron mucho a encontrar esa verdad.

-¿Cogiste el medallón en el Bajo Astral y lo has traído hasta mi casa?- dijo Antoine- ¡Cómo has sabido donde vivía y porqué quieres devolverlo!-.

-El medallón me lo dijo, él me ha traído hasta aquí, quiere volver a tus manos, también me ha enseñado muchas más cosas, me ha hablado de la bondad, de la humanidad, de la luz, de la naturaleza, me ha dicho que papel tengo yo en la misma, he conocido cosas que nunca pensé saber, por eso estoy aquí, quiero cambiar, ha pasado algo terrible en nuestra dimensión oscura, se ha abierto un portal enorme, han traspasado el umbral de la realidad, han penetrado en este mundo seres más terribles que aquellos que conocisteis en el Bajo Astral, incluso nos están atacando y destruyendo en aquella dimensión, han penetrado en la vuestra y quieren acabar con el equilibrio dimensional que existía, esto me lo ha revelado el medallón, me hablaba una voz femenina, creo que era un hada, no recuerdo bien su nombre, creo que era Bridget, no, Brigitte, eso, así se llamaba, ella me dijo que te buscara, que me iba a ayudar a cambiar, que tú, Antoine serías quien lo hiciera, que sabrías cómo-.

-¡Dices que esta hada contactó contigo!, ¿cómo lograste hacerlo?-.

-Cuando escapé de la lucha, me escondí en una cueva próxima, esperando a que pasase el ataque de las Larvas Astrales, muchos de mis compañeros desaparecieron absorbidos, por las mismas, tenía el medallón en la mano, lo apretaba con fuerza, sentía un calor extraño, que nunca había sentido algo así, me empezó a invadir una sensación de tristeza, de dolor en mi corazón, los Duendes no podemos sentir eso, ahora lo sé porque el medallón me lo hizo aprender, entonces miré directamente a la gema que había fundida con aquella estrella extraña de medallón, en mi mente aparecieron imágenes de un desierto, de la belleza del cielo estrellado, de la arena barrida por el viento, imágenes de Oasis maravillosos, de lluvias que lo inundaban y crecían millones de flores hermosas, entonces escuche la voz de Brigitte, me decía que siguiera mirando aquellas imágenes, que me olvidara de mi condición, que siguiera los pensamientos que ella me estaba transmitiendo, escuché música maravillosa, imágenes de niños humanos jugando, vi lo que era la alegría, las celebraciones, la risa, algo impensable para un Duende, entonces poco a poco el calor del medallón se transmitió a mi oscuro corazón y empecé a anhelar sentir, querer, reír, ser un Ser Elemental, formar parte de Gaia, dejar la oscuridad-.

-La voz de Brigitte me instruyó durante mi tránsito a esta dimensión en aquella grieta que abrieron los que pretenden destruir esta realidad y provocar lo que ella me dijo: "La Entropía Elemental", y por ende la de la Humanidad-.

-Entonces cuando atravesé el portal de los que no tienen permiso, aparecí en la Sierra de vuestro pueblo, rápidamente bajé al pueblo en la noche, con mi habilidad de explorador y rapidez de Duende, siguiendo las instrucciones del hada, llegué a tu calle y con la habilidad de un ladrón abrí la puerta y me agazapé en un rincón custodiando el medallón, esperando el momento en el que vendrías, ella me lo pidió así, y así lo he hecho, espero me perdones y tengas misericordia de este Duende arrepentido-.

-Hay algo que no entiendo,- dijo Josu- Dices que entraste por una grieta de un portal que habían abierto unos seres que son peores que vosotros, que las sombras, ¿quienes son esos seres?-.

-El Duende mirando cabizbajo, temblando dijo: -Son lo peor que le podía pasar a este mundo, han estado contenidos durante décadas, las fuerzas de nuestra enemiga Gaia junto con sus elementales los mantenían sellados en su no-dimensión, en la antimateria, pero vuestra ciencia ha logrado abrir un portal por el que se han colado, ellos quieren destruir a todo ser Elemental y por ende también humano, se quieren adueñar de todas las dimensiones hasta llegar al Alto Astral, verse con lo que denomináis "Dios", estoy hablando de los Seres Elementales Oscuros, creados por vuestra ciencia nuclear y transportados aquí mediante vuestros aceleradores de partículas, ellos han creado los portales por los que han entrado, ahora su número es crítico y ya han empezado su "revolución"-.

Antoine le instó a que dejará el medallón en el suelo, al lado del círculo, el Duende lo dejó y con un movimiento rápido lo cogió, en ese momento el medallón empezó a emitir una luz violeta, formando una especie de holograma, entonces en el mismo apareció Brigitte.

-Hijo mío, estamos atravesando un momento crucial, cuando penetrasteis en el portal hacia vuestro mundo, los doppelganger avisaron mediante un enlace dimensional, aprovechando los experimentos de un laboratorio de aceleración de partículas atómicas en vuestro país, entonces lo abrieron y dejaron entrar a los temibles Seres Elementales Oscuros, ellos vienen a descontrolar vuestra sociedad, llenar de apatía y de oscuridad la mente de los humanos, entrar en el mundo Elemental y destruir todas las leyes de la naturaleza, su misión es destruir a Gaia, aprovechan vuestra locura científica y vuestra técnica de destrucción para sus objetivos, son aliados de Los Arcontes, ellos destruyen los cuerpos y ellos recolectan la almas para volverlas a este mundo en decadencia total, así se alimentarán muchísimo más, hasta el fin de todo lo conocido, ahora si que tenemos que actuar para detener esto, querido Antoine, estamos todos en peligro-.

El holograma se cerró, Antoine quedó preocupado por su madre, pues no sabía como contactar con ella, pero por lo visto el medallón valía para muchas más cosas de las que sabía, era un nexo de unión con ella, aunque ahora no podía contactar.

El Duende se puso de rodillas y le pidió a Antoine: - Por favor, vengo en son de paz, quiero ayudaros, dadme una oportunidad, he visto lo que es la vida, la bondad, la risa, ahora que lo conozco quiero librarme de toda mi oscuridad, quiero ser útil, servir a mi señora Gaia, conviérteme  en Elemental, tú sabes hacerlo, o Mago, tienes el poder, ella me lo ha dicho-. 

Josu se quedó mirándolo con compasión, la cara del Duende se había vuelto de un verde rosáceo, sus ojos se habían vuelto claros y su mirada delataba arrepentimiento, le dijo a Antoine: - Todo el mundo necesita otra oportunidad, veo que este Ser parece que quiere cambiar, si sabes como librarle de su condición, creo que deberías hacerlo, necesitamos aliados, el mundo se ha trastocado mucho, si hay alguien que pueda estar contra el enemigo, debemos ayudarle-.

-Está bien, que venga con nosotros, ahora es semimaterial, nos puede echar una mano, te agradezco que me hayas devuelto el medallón- diciendo esto, se lo volvió a poner en el cuello- creo que tu voluntad es buena, ven con nosotros a casa de Josu y tracemos un plan para ver como podemos avisar al mundo Elemental y contactar con las hadas y el resto de compañeros para parar esta hecatombe que nos acecha-.

Antoine rompió el círculo de sal y alzando las manos le dijo al Duende: - Duende, no oses engañarnos, ahora eres parte de esta misión, si lo haces, tu destino sera peor que aquel que va al infierno- tomó un puñado de al y le espolvoreó- ahora estás sujeto por la sal sagrada, la tierra te toma, tu voluntad ahora pasa por mi juicio, quedas sujeto a mí-.

Un hilo de luz salió del Duende y se posó directamente en la mano de Antoine, como si fuera una correa que sujetaba al Duende, entonces este se irguió y sin dudar se puso al lado de Antoine, cogieron las viandas y el carrito de compra y salieron de su casa, no había luz en la calle, era de día pero estaba oscuro, nubarrones con rayos refulgían en lo alto del cielo, el ambiente era como eléctrico, la gente se escondía en sus casa y ni siquiera se veían a los "apáticos", algo estaba por llegar...

Continuará...