domingo, 19 de abril de 2020

UN VIAJE INTERIOR




Cierro los ojos y me dejo llevar hacia mi interior, hacia mis recuerdos, hacia tiempo atrás, en otra realidad, otra vida, otro mundo, un mundo que murió hace apenas dos meses, un mundo que tardará mucho en volver a recomponerse, pero cuyas cenizas guardamos para que cuando aprendamos el conjuro, lo hagamos renacer como el Ave Fénix.

Todo tiene un tiempo, todo llegará a su debido tiempo, de momento debemos resistir, debemos luchar con todas las armas que poseemos en nuestro interior y exterior, vivir de nuestros buenos recuerdos, desechar los malos y aprender de estos tiempos tan extraños y difíciles.

Nos quieren doblegar, nos quieren hacer olvidar lo que fuimos y lo que somos, nos quieren someter a sus designios, quieren hacer de nosotros máquinas que obedezcan su nuevo orden, pero no debemos sucumbir a estas nefastas intenciones y solo podemos hacerlo conservando en nuestro ser, en nuestro niño interior aquello que nos hace humanos, la felicidad de la vida pasada para poder resistir en esta vida que nos han pausado.

Viajo a mi interior, cuando era niño, y empiezo a escuchar el agradable sonido de las olas chocar en la orilla de la playa, una de las playas que más visitaba mi familia en aquellos años era la playa del Pinet, tradicionalmente la playa en la que la gente de mi pueblo solía pasar las vacaciones en unas barracas que montaban a principios de Julio cuando tenían el descanso estival en las fábricas de alfombras de Crevillent.

Recuerdo cuando mi padre nos subía en su viejo Simca 1000 blanco, con los faros redondos, con sus cuatro puertas y con su motor trasero, en el que íbamos todos apretados como sardinas en lata, sin aire acondicionado, ni nada, solo la felicidad de ir a la playa o a donde quisiéramos.

Aparcaba en las dunas cercanas a la orilla de esta playa, siempre a continuación de los chalets que se construyeron en los años sesenta en primera línea y que hoy en día apenas se conservan porque los temporales han menguado tanto la orilla que ya apenas queda, además del aumento del nivel del mar por el cambio climático, no se si durarán muchos años más, pero aún siguen existiendo.

Me encantaba llegar a la playa y escuchar el ruido del Mar, oler la olor a sal de la orilla, sentir el calor y enseguida ir a tirarme al agua para sentir el frescor de la misma, pues en aquel tiempo en verano estaba también fresquita. Corría por la playa descalzo, quemándome los pies para saltar a la orilla y refrescarme, oyendo a mis padres chillar que parara, pero yo no les hacía caso y me revolcaba en el agua a pesar de estar luego un poco castigado por no hacer caso, me regañaban, pero luego seguía bañándome y saliendo a jugar a hacer castillos de arena con los cubos, mi padre me ayudaba a hacerlos, luego se sentaba en la toalla para fumarse un cigarrillo y bañarse con mi madre, recuerdo la cara de felicidad que tenían entonces, yo jugando desnudo con mis hermanos pequeños y sintiendo el calor del sol y la compañía de toda la gente que iba a pasar el rato a la playa, con sus mesas, sus sillas y sombrillas, con las viandas que preparaban para pasar el día en este lugar paradisíaco.

Esta playa del Pinet es de las pocas que aún se conservan relativamente como eran las playas mediterráneas, con sus bosques de pino marítimo, con sus dunas naturales, que están protegidas y se conservan bastante bien, aunque la presión turística siempre es brutal, pero aún queda un poco de playa para disfrutar, aún hoy en día en 2020.

En los años 80 habían casi 70 metros de playa, hoy apenas quedan diez, y contados, en algunos sitios ni eso, aún así sigue siendo una playa maravillosa, al igual que su hermana, la de La Marina, que está a continuación.

Tengo muchos recuerdos de niñez en estas playas, me encantaba ir los domingos a pasar la mañana allí, durante toda mi infancia íbamos todos los veranos, pues mis padres nunca han sido de irse de vacaciones a sitios, pero si pasábamos los domingos o en la playa o en el campo de mi tío, la verdad es que fueron unos veranos maravillosos, a pesar de lo simple que eran, pero éramos muy felices, pues en mi infancia teníamos la calle. Hoy en día también las visito, hasta el verano pasado íbamos algún domingo a que mis hijos jugaran y se bañaran, como lo hice yo con mis padres, pero el agua ya no está igual, se ven muchos plásticos y basura, a pesar de que a veces está muy limpia, pero la contaminación le ha pasado factura.

Recuerdo los veranos de tardes interminables en casa de mi abuela, cuando salía a jugar con los vecinos por las calles, cuando los vecinos de la calle sacaban las sillas a las puertas de las casas para tomar el fresco, para charlar de lo que fuera, los niños jugando a la pelota en esa calle, casi sin tráfico, sentirnos seguros y no temer de la gente que pasaba a horas tardías, pues recuerdo que nos acostábamos a las tres de la mañana tomando el fresco y charlando de todo, los niños incluidos, era maravilloso.

Y todo esto es un pequeño viaje interior que he realizado para evadirme de esta nueva realidad que nos están imponiendo, sé que es poca cosa, pero por lo menos me ayuda a estar cuerdo , a recordar quien soy, quien he sido, y quien quiero volver a ser, pues todos los que queremos volver a vivir de esta manera somos la resistencia, los que queremos volver a ser humanos.

Todos queremos volver a abrazar, a charlar, a no tener miedo, a tomarnos cervezas con los amigos y a estar con la familia, no sabíamos lo que teníamos hasta que lo hemos perdido, por eso debemos recordar, no olvidar nuestras raíces y ser duros, resistentes ante esta oleada de temor que nos está invadiendo, como he dicho resistir, resistir con la fuerza de nuestro niño interior, no dejar que muera, el miedo es fuerte, pero el amor a la vida lo tiene que ser mucho más.

Hagamos viajes interiores de vez en cuando, para evadirnos y ser nosotros mismos, es una buena terapia para no sucumbir a la "nueva realidad" que no lo es, pues es irreal, fantasmagórica y terrible, por esto tenemos que derrotarla, con paciencia y con amor, a nosotros mismos y a los demás.

Seamos fuertes en nuestro interior, nos lo merecemos, pues estamos luchando posiblemente en una guerra sin bombas, pero igual de terrible, seamos la resistencia.

Seguimos en el camino, resistiendo...

lunes, 13 de abril de 2020

CARTA ABIERTA DE GAIA A SUS HIJOS



Me es imposible decir Estimados hijos, aunque quisiera decirlo.

No voy a negar que os escribo esta carta con mucha tristeza, con un gran dolor en mi abnegado corazón de madre, pero no puedo hacer otra cosa que transmitiros mi pesar en estos momentos tan duros que os estoy haciendo pasar.

Desde siempre he intentado proporcionaros todo lo que habéis necesitado, desde el primer instante de vuestra aparición en mi interior fui progresivamente permitiendo que la chispa de inteligencia que se os fue otorgada fuera desarrollándose de la forma más adecuada para proporcionaros el vestido, el alimento,la medicina y la vida, en general.

Se me advirtió en su momento de que eráis "especiales" pues poseéis en vuestro interior la dualidad del todo, de lo bueno y de lo malo y fuisteis capaces de descubrir la diferencia entre lo uno y lo otro, por eso vuestras acciones cuando son negativas tienen más consecuencias para todos los seres que tengo en mi seno que cualquiera que cometa otras ídem, pues todos desconocen esa diferencia, vosotros en ese aspecto sois realmente culpables.

Lleváis milenios desafiándome, intentando modificar vuestro hábitat para adecuarlo a vuestras supuestas "necesidades", falsas necesidades pues yo siempre os he proporcionado de forma altruista lo que realmente necesitabais, pero vuestra avaricia siempre os ha cegado, y siempre queréis más, más alimentos, para desperdiciarlos, más ropa para tenerla guardada, más cosas materiales, casas más grandes, más cómodas y más objetos cuya fabricación provoca tanto daño en mis entrañas, más armas para matar y mataros entre vosotros, ingenios de aniquilación masiva, bombas de todo tipo y destrucción, mucha destrucción y a la vez provocar el sufrimiento en millones de vosotros, a los que vosotros mismos sometéis por vuestra manía de dividiros en castas, en clases, clasificando a vuestros congéneres entre los que más pueden conseguir cosas y las que no pueden porque están sometidos por los primeros, en ese aspecto sois unos perfectos tontos inútiles y malvados.

Y no queréis cambiar, por culpa de este comportamiento habéis provocado miles de guerras y de sufrimiento a través de los milenios en los que habéis existido, yo siempre he intentado paraos los pies en determinados momentos, modificaba organismos microscópicos, para enfermaros segando vuestras vidas selectivamente,  para que doblegarais vuestro orgullo de especie altanera y egoísta, y eso que en aquellos momentos, como en la Edad Media,y en otras edades y eras, que vosotros llamáis, no representabais casi peligro para mi estabilidad como planeta, pero comenzabais otra vez como civilización a hacer verdadero daño con vuestros desperdicios, cultivos, caza y guerras.

En épocas anteriores miles de enfermedades os tenía controlados en número, pues mi intención era que os dierais cuenta de que vivías en un paraíso y que podías ser realmente felices, y por desgracia solo aprendías con el dolor, con duras lecciones de muerte, por eso a mi pesar os reducía la población intencionadamente, pero siempre os organizabais en Imperios, como la civilización Griega, la Romana, El imperio Persa, Otomano, Chino, etc, en vuestra reciente historia de esta última civilización, pues si, no sois los primeros en existir en mi seno, han habido otras civilizaciones humanas a lo largo de millones de años, muchas más de lo que creéis, y siempre os multiplicabais de forma desmesurada , siempre de forma imparable y sobre todo lo hicisteis al mejorar vuestra ciencia médica a finales del siglo XIX y el XX de esta actual civilización.

Cuando me di cuenta de vuestro desarrollo ya fue tarde para pararos los pies y haceros reflexionar para poder daros una vida plena mejor que la que buscabais, empezasteis a volveros una verdadera plaga para mi existencia planetaria, vuestra arrogancia adquirida por vuestros inventos y técnica os hizo crear maquinas infernales para producir toda clase de cachivaches y aparatos que os hacía más fácil vuestra vida pero a cambio destruíais la mía, y yo solo quería que os dierais cuenta de vuestros errores, no os quería ignorantes, vuestra técnica me asombraba e incluso  me enorgullecía en ocasiones, cuando me beneficiaba y os beneficiaba a la vez, pero caísteis en el error de querer doblegarme del todo, de controlarme y de ser superiores a mi propia creación, y eso no puedo tolerarlo, sois mis huéspedes, no mis amos, por eso aunque os considero mis hijos, siento que me despreciáis y que ya no os quiero como antes.

He decidido daros una gran lección, que no es nueva, pero que siempre os ha hecho mucho daño y os ha hecho reflexionar en las distintas épocas en las que os la he mandado, ya os digo, no es mi gusto pero no veo otra solución para doblegaros por vuestro bien, pues no sabéis lo que estáis haciendo destruyendo vuestra casa, a mí, Gaia.

He influido en varios de vuestros poderosos para que tuvieran ideas nefastas de destrucción, de muerte y de poder desmedido para que en mi beneficio crearan una creatura no viva pero no muerta que os hiciera un daño terrible como advertencia a las nefastas acciones que estáis cometiendo conmigo.

 Os hablo como si fuera uno de vosotros pero soy el todo, soy vosotros también, aunque no lo creáis, y consultándolo con todos los registros vivos de mi ser hemos llegado a la conclusión de haceros detener de vuestra loca carrera hacia la destrucción, os he enviado lo que vosotros denomináis corona-virus, o covid-19, y lo he hecho aunque no lo creáis de forma compasiva a pesar de todo el daño que os estoy provocando, pues estáis viendo las consecuencias y creerme, podría hacerlo mucho peor, pero aún os tengo estima, os paro para que reflexionéis y cambiéis vuestro pensamiento y forma de vivir, quiero que os dejéis las prisas, la incesante ambición por vuestro absurdo dinero, la maldad intrínseca a vuestra especie influenciada por el adn corrupto que os creó, empleando vuestro lenguaje, salisteis con un "fallo de software" que no logro eliminar por muchas civilizaciones que os permita desarrollar, por eso he decidido que esta va a ser la última oportunidad para vosotros, esta es la última vez que autorizo a la creación dejaros conseguir ser"humanos", pues quiero que volváis a ser "animales", quiero que encontréis de nuevo vuestra parte natural y aprendáis a convivir con todos los seres vivientes que me componen, ellos son parte también de vosotros aunque no lo creáis así, aún tenéis mucho que aprender para dar el salto cuántico que necesita vuestra especie.

Esta lección os ayudara a conocer realmente a vuestros líderes, pues os daréis cuenta que la gran mayoría son locos egocéntricos cuya ansia de poder les ciega cualquier raciocinio y compasión por los de su especie, os revelarán su verdaderas intenciones cuando esta pandemia se cebe de verdad con la gente que realmente vale la pena, y ellos con su poder y dinero dispondrán de muchos medios para protegerse y no sucumbir a ella, veréis el egoísmo y la falta de empatía de la gran mayoría de estos, vuestros "líderes", que en realidad son marionetas de otros "líderes" que desconocéis y que se os revelarán a su debido tiempo.

Ya os digo, no es de mi agrado provocaros este sufrimiento, siento el dolor de todos aquellos que están muriendo y de todos los que pierden a sus familiares , si me hubierais escuchado hace mucho tiempo, otra historia sería la vuestra, solo aprendéis a base de golpes y de dolor, por eso os doy lo que necesitáis, habéis destruido el Medio Ambiente, contaminado los Océanos, el Aire, La Tierra y los Bosques, generáis veneno para la Atmósfera y asesináis sin piedad a millones de especies para conseguir vuestros falsos y equivocados objetivos, ahora tenéis lo que habéis buscado, pero de momento podéis aún respirar, pues esta lección pasará, no es la última, ni la definitiva, aunque lo va a parecer, veís como la naturaleza se regenera rápido sin vosotros, no sois omnipotentes, en realidad sois muy frágiles y ahora os dais cuenta, pero no os durmáis en vuestro propósito de cambio, entre vosotros os culparéis de este virus, tendréis grandes conflictos por él, y nunca sabréis la verdad, solo si leéis esta carta, no sed ignorantes, no uséis vuestros ingenios para revanchas inútiles entre vosotros, que os van a destruir, aprender y creer estas palabras, os habla vuestra Madre Tierra, os habla la vida, la que queréis aniquilar, la que vais a perder si seguís por este camino.

De corazón, os deseo lo mejor, por eso os explico todo esto, aún tengo esperanza en vuestra especie, no hagáis que la pierda.

Gaia.



domingo, 12 de abril de 2020

EL CEMENTERIO DE LOS BLOGS OLVIDADOS





En estos días de confinamiento he estado buceando profundamente en muchos lugares de Internet, me he entretenido mirando todos los perfiles de gente que me ha comentado en el blog y me he dado cuenta que la gran mayoría, si eran creadores de un blog, dejaron de publicar alrededor del año 2012 hasta el 2017, más o menos. 

 Me dí cuenta de la cantidad de blogs que han quedado colgados en la datosfera o web, como queramos llamarla y he sentido pena porque en todas estas publicaciones la gente a puesto un trocito de su vida, unos vivencias, otros artículos, otros historias y noticias, etc, pero viendo que en la inmensidad de Internet los lectores de cada espacio se pueden contar con las manos, pues ya tienes que poner material realmente interesante o puntero en información que tenga gancho para que hayan muchos leyendo tu blog, y la gran mayoría, entre los que yo me encuentro, no consiguen salir de un anonimato digital y por aburrimiento o por desmotivación, dejan perder el blog y lo dejan tal y como quedó, sin borrarlo ni tocarlo, en lo que yo denomino el cementerio de los Blogs olvidados, plagiando al escritor Carlos Rúiz Zafón, en su novela "La sombra del viento" en el que aparece el término del cementerio de los libros olvidados. 

Siempre he buscado una plataforma en la que los blogs personales como el que yo tengo desde el año 2007 pudiéramos promocionarnos o juntarnos para intercambiar ideas, pero nunca he encontrado nada parecido, igual no he sabido buscar, pero sería bonito tener un punto de encuentro para blogueros minoritarios, en los que pudiéramos realizar proyectos conjuntos y sobre todo leernos los unos a los otros para valorar nuestro trabajo entre todos, así nos motivaríamos y podríamos continuar nuestra labor creadora e ir publicando más retazos de nuestra vida y de nuestro intelecto. 

Miles y miles de blogs han sido creados y abandonados, pero siempre estarán, si no cambian las leyes de las plataformas de blogs, permanecerán intocables en el tiempo para que algún día alguien quiera rescatarlos o copiarlos para seguir la labor de aquel que la empezó. 

 En cierta manera las redes sociales son culpables del declive de los blogs, pues ya todo el mundo publica en estos espacios que son tan cambiantes y tan rápidos en la sucesión de contenidos, los blogs son más reflexivos, más lentos y más concisos en lo que publican y aunque se pueden lanzar con estas plataformas y darse difusión, acaban diluyéndose y poca gente los lee al final, y sobre todo el gran problemas es que la gente ya no lee, y menos en una pantalla de ordenador, lo he comprobado por desgracia, pues cuando se publican posts más o menos largos, menos audiencia hay, pero bueno, no escribo para hacerme famoso, escribo porque me gusta y porque quiero expresar mis ideas para compartirlas con quien buenamente pueda o le interese lo que expongo, y sobre todo por satisfacción personal.

 Me entristece entrar en un blog y ver la fecha de la última publicación de hace años, incluso de diez años, pero claro, pensemos que somos miles las personas que queremos escribir bitácoras, de todo tipo y de todo color y no todos tenemos voluntad, tiempo y ganas de continuarla, en mi caso pasan muchos meses hasta que publico algo, pero por lo menos intento tener publicados en el blog un mínimo de tres posts al año, que es muy poco pero con el ritmo de vida que llevamos a veces es una hazaña titánica, por eso quiero agradecer a todos aquellos que le han dado like a mis publicaciones en facebook, a los 23 seguidores que tengo en este blog, algunos ya desaparecidos del ciberespacio y sobre todo a los que a lo largo de los años habéis comentado y alegrado los días en que os leía, pues eso me ha animado a seguir, esa es la razón por la que en muchísimos de mis posts acabo los mismos con la frase: -Seguimos en el camino, seguido de otra reflexión acorde al post. 

 De momento he tomado la determinación de seguir en este espacio, y voy a intentar escribir mucho más para poder sacar todo el potencial de ideas y de reflexiones que surgen desde mi interior, y que a veces no quiero plasmar por el miedo al ridículo y a la crítica, pero eso forma parte de ser bloguero, sortear todos esos miedos y compensarlos con la satisfacción de seguir escribiendo, cuando escribo soy yo mismo y me siento bien, y eso es lo que quiero hacer desde este momento y desde siempre he querido, salir de la apatía y no dejar que este blog entre en el Cementerio de los blogs olvidados. 

Seguimos en el camino queridos lectores, siempre y ahora con más fuerza si Dios me lo permite.

jueves, 9 de abril de 2020

MIÉRCOLES SANTO




Aquí os dejo el extracto de un libro maravilloso publicado en el año 2004, titulado "Recuerdos" del escritor crevillentino Manuel Martínez Montoya, para que recordemos nuestra querida Semana Santa, de la que no podemos disfrutar en este año 2020 por el estado de alarma y confinamiento en el que nos han obligado a estar por razones sanitarias.
Pongo este maravilloso texto para que recordemos, para que no perdamos la ilusión en volver a nuestra vida y a nuestras tradiciones, ellas nos están esperando pues viven en nosotros y seguro que volveremos a sentirlas con fuerzas renovadas y mucha, mucha ilusión, de momento disfrutemos con los recuerdos de este ilustre crevillentino que tanta buena literatura referida a nuestro pueblo nos ha brindado a lo largo de su vida...Gracias Manuel, tus recuerdos nos hacen evocar a los nuestros, son parte de nuestra vida, como lo fueron de la tuya.


MIÉRCOLES SANTO

Es Miércoles Santo; la tarde huele a primavera temprana. De las laderas de nuestra sierra nos llegan los dulces y fragantes aroma del tomillo y el cantueso en flor. El niño no puede frenar su impaciencia y asedia e insiste a su madre para que le ponga la vesta de su paso. La procesión no tendrá lugar hasta el anochecer, pero él quiere ir a ver como adornan las imágenes que, al final de la tarde, se trasladarán, de la casa donde se guardan todo el año, a la iglesia parroquial y, desde allí, reunidas todas las cofradías , serán llevadas con devoción, y siguiendo el orden tradicional previsto, por las calles estrechas y con cuestas del viejo Crevillente.

La madre accede por fin y le coloca la túnica recién planchada que esa misma mañana sacó del viejo baúl, oliendo a bolas de naftalina.Los pliegues oscilantes del gorrito le cuelgan hasta media espalda como el fuelle de un acordeón y, ufano y orgulloso, se lanza raudo a la calle. Se cruza con otros niños que, impacientes como él, visten los ropajes de sus cofradías y retozan juguetones encaminándose hacia la plaza del Paseo donde dentro de poco, aún a pleno sol, irán llegando esporádicamente los tronos con las imágenes pasionales; cada una por una bocacalle distinta, según el lugar de su ubicación habitual.

De las panaderías emana, desparramándose por las calles, un aroma peculiar y dulzón merced a que en sus hornos se está cociendo un tradicional manjar de la Semana Santa. Las mujeres han amasado las toñas, para mojarlas con chocolate en la mañana del viernes santo, y las monas con un huevo al centro, para que los niños las coman el Día de Pascua rompiendo la cáscara del huevo en la frente de algún amigo mientras recitan la antigua y consabida frase que dice:
- Ací em pica, ací em cou, per ací me menge la mona i ací te trenque l'ou.

Después de la avanzadilla de los niños van acudiendo a la plaza las personas mayores. Poco a poco ésta se va llenando. Después se escuchan las lejanas notas de unas piezas musicales. Los conocidos motetes que els passarelles (pequeños grupos de ocho o diez músicos) desgranan acompañando a las imágenes ; armoniosamente, sin el estruendo de tambores ensordecedores que jamás formaron parte de la idionsincrasia de nuestra Semana Santa.

Por las distintas bocacalles van apareciendo las imágenes. En el paso de la Santa Cena los niños prestan toda su atención en la figura de Judas, que trata de esconder la bolsa con las treinta monedas, paga de su canallesca traición. La santa mujer Verónica, con su lienzo inmaculado que aún no ha impregnado en él la Faz Divina de Jesús. En la negación de San Pedro, el gallo acusador mueve el plumaje de su hermosa cola al ritmo del vaivén acompasado que marcan los costaleros...y así, uno tras otro, hasta la larga veintena de pasos, que rememoran la pasión y muerte del Redentor.

La plaza está ya abarrotada. Los padre aúpan a sus pequeñuelos sobre sus hombros para que vean bien el abirragado espectáculo. Las enormes puertas de la parroquia de Nuestra Señora de Belén, abiertas de par en par, van acogiendo este preciado acervo. Dentro de unas horas, al anochecer, saldrán todos los pasos en una misma procesión, siguiendo el orden de la sacra conmemoración pasional. El gentío se disuelve camino de sus casas para, tras una cena rápida y frugal (cena cuaresmal de penitencia) integrarse en la secular rememoración.

En este embrujador crepúsculo, las calles de Crevillente huelen a toñas, a tomillo, a azahar y romero en flor; huelen a primavera...Se respira, se siente y se palpa el espíritu de la Semana Santa.

M.Martínez Montoya de su libro "Recuerdos" 2004.



martes, 7 de abril de 2020

SALIENDO DEL BLOQUEO




Lo confieso, estoy completamente bloqueado por esta situación en la que estamos viviendo todos, mi mente aún está aprendiendo a asimilar esta gran movida en la que nos han metido o nos hemos metido solitos por nuestra mala cabeza, y estoy así porque nos ha pillado a todos por sorpresa y casi sin darnos cuenta la terrible embestida de el omnipotente y nuevo virus covid-19, y no voy a escribir sobre conspiraciones, ni sobre esta nueva enfermedad, ni de nada relacionado con ella, pues ya hay sobreinformación en la red y en los medios de comunicación sobre ella.

 Hoy quiero escribir para que la persona que lea este texto al acabar de leerlo pueda sentirse mejor y haya podido evadir su mente hacia algún lugar hermoso y un tiempo mejor en el que pueda descansar de esta supersaturación mental y emocional en la que estamos viviendo, yo el primero, pero voy a intentar crear algo bonito para poder estar mejor y ser más humanos en estos tiempos de vida interrumpida, intentar vivir de una manera interior, a través de los recuerdos de una vida, empezando por la mía y de mis recuerdos, que extrapolados a los de cualquiera pueden ser parecidos o compatibles y con ellos recordar lo que cada uno posee y guarda en su interior, recordar que fuimos humanos, que reíamos, abrazábamos, jugábamos, nos peleábamos y podíamos soñar con el futuro, el cual intentan arrebatarnos, este es el comienzo, por eso debemos no olvidar lo que fuimos, lo que tenemos que recuperar y lo que debemos hacer una vez pasada esta primera fase de control del nuevo orden mundial, dejar de lado el consumismo y la ambición, aprender a valorar la vida y el medio ambiente, aprender a ver el dinero como una herramienta más, no como el fin de nuestra vida, ser animales humanos para comprender a los animales no humanos, en definitiva cambiar nuestro chip para volver a ser libres y no dejar que nos quiten la poca libertad que nos quede.

 Aprendamos y no olvidemos la tremenda bofetada que la vida nos está dando, en nuestras manos está cambiar todo esto, darle la vuelta a esta situación y volver a ser felices, mucho más que antes.


Cuando era niño, en los años ochenta, el Mundo era muy diferente a como es hoy en día, aunque ya empezaban a gestarse todos los cambios que en cuarenta años se iban a plasmar en lo que hoy vemos como nuestra realidad.
He conocido la naturaleza a través de los ojos de maestros increíbles, entre ellos quizás el mejor fue Félix Rodríguez de la Fuente, que nos brindó momentos inolvidables con sus programas de radio y televisión, inolvidables e imborrables en nuestro espíritu, nos enseño a amar la naturaleza y la vida aunque luego el control mental de otros no maestros de la comunicación nos hayan hecho olvidar todas sus lecciones, pero podemos recordar.

Donde vivía mi abuela, existía un barranco en el que habían muchos bancales de árboles frutales, entre ellos manzanos de la variedad Reineta, higueras, perales y almendros, aunque en aquel tiempo ya estaban abandonados, pero las lluvias eran bastante regulares y seguían floreciendo y subsistían dando frutos pequeños pero muy sabrosos, recuerdo mil aventuras en estos terrenos, que estaban en los límites del pueblo de Crevillente, famoso por sus casas cueva, y este bancal subsistía rodeado de estas viviendas trogloditas que aún hoy se consevan, este bancal, por desgracia no, ahora está edificado y no queda nada de él.

Me he pasado la gran parte de mi infancia jugando en este lugar, en él tuve mi primer contacto con la naturaleza, con los pájaros, pues habían cantidad de nidos de gorriones, de otros fringílidos como los verdecillos, jilgueros y otras especies de insectívoros, dentro de sus matorrales existía una fauna variada de pajarillos que dormían y se alimentaban en ellos.

En medio de este bancal había un árbol gigantesco, un algarrobo gigante que creció de forma desmesurada debido a la gran humedad que allí había siempre, pues era una zona de paso de rambla, cuando llovía el agua corría por un arroyo seco que pasaba por en medio de este lugar y a veces se llenaba cuando habían lluvias torrenciales, muy frecuentes en aquella época, hablamos del año 81, 82.

En este algarrobo pasábamos las horas muertas subidos en él, y no nos importaba llenarnos de hormigas, ni de pulgones, ni de bichos, éramos felices subiendo sus ramas e inventando juegos para intentar el máximo de tiempo encima de él, había una energía increíble en este lugar y todos los niños de la contornada nos juntábamos para ir a lo que denominábamos "El Garrofero".

Allí con nueve y diez años plantábamos huertos con semillas que encontrábamos de los árboles y arbustos cercanos, o cogíamos garbanzos, habichuelas , cañamones del alpiste, y legumbres que quitábamos a nuestras abuelas y madres, llevando cubos de agua par regarlos y ver como crecían, aunque luego los animalillos que allí vivían, entre ellos conejos, se comían todo y dejábamos perder "la cosecha" pero era divertido y didáctico ver como se desarrollaban las plantas.

Cuando removíamos la tierra salían miles de orugas, escarabajos, larvas de todo tipo, habían mariquitas, lagartijas, pulgones, arañas, gusanos, lombrices , incluso algún que otro alacrán, que eran peligrosos, pero sabíamos que no debíamos tocarlos, veíamos mariposas de colores, caracoles, babosas, salían setas en otoño, crecían hierbas de todo tipo, y en verano por la noche habían luciérnagas, era como un pequeño paraíso de verdor y de vida en unos 2000 metros cuadrados que era más o menos lo que medían estos bancales.

Aun recuerdo la olor de la lluvia en la hierba cuando bajábamos a ver como corría el agua por el arroyo seco, una olor a vida y a pureza que ya no se huele como antes, pues hasta el aire ha cambiado de hace cuarenta años a ahora.

Ranas, se veían ranas en los charcos, y por supuesto duraban tanto que hasta se formaban renacuajos en los que criaban y luego veíamos ranitas pequeñas que saltaban hacia los matorrales para perderse en ellos, de verdad que mirando atrás me parece mentira que pudiera haber tantos animales en un espacio tan reducido, podemos comprobar como se ha reducido la biodiversidad si lo comparamos con un espacio similar hoy en día. La culpa es de la contaminación y de la destrucción del hábitat.

Cuando me quedaba a dormir en casa de mi abuela, que estaba a unos cinco metros de la entrada a este barranco me quedaba maravillado algunas noches con un canto bellísimo que oía alrededor de las cuatro de la mañana, no eran los mirlos, pues ese canto lo conocía y por una extraña razón allí no solían haber, era una melodía increíble que preguntando a mi padre porque él entiende de aves, correspondía a una pareja de ruiseñores, que es el único pájaro que no se puede criar en cautividad, pues dejan morir a sus crías cuando nacen enjaulados para que no estén encerrados, y luego la mayoría se dejan morir de hambre si lo están.

Una vez me levanté a las cuatro de la mañana cuando los escuché, salí a la calle en total silencio, escuchando esa melodía preciosa y los vi, entre los matorrales iluminados por la luz de una farola estaba una pareja de alegres ruiseñores cortejándose y brincando de ramita en ramita de una forma bailarina, deleitándome la vista y el oído con esta maravilla de la naturaleza que ya nunca en mi vida he vuelto a escuchar en vivo.

Qué tiempos aquellos en los que éramos realmente libres, si, señores, los niños éramos libres de correr por donde quisiéramos, no existían móviles ni ningún tipo de control electrónico para controlarnos, pero la gente era más "ingenua", era más confiada, no existía el veneno de la sobreinformación sobre lo malo, no estaba extendido el miedo a la gente de la gente, estábamos en otra sociedad, una sociedad que se creía libre, que confiaba en el vecino para cuidar a sus hijos, nos llamaban a voces, y sabíamos que al esconderse el sol debíamos regresar a casa después de jugar tardes interminables, después de haber hecho los deberes, que eran pocos y sin agobiarnos la mayoría de veces.

Aprendíamos de la vida, de la gente, conversábamos con la gente mayor, a mí me encantaba subir a una plaza que le llaman "El Calvario" y allí entre juegos con mis amigos y los jubilados que se sentaban en los bancos a tomar el aire y el sol, charlando como lo hacíamos también los críos, existía una armonía entre estas dos distintas generaciones que en esencia necesitaban los mismo, compañia, aire y sol, para poder ser felices.

He aprendido mucho conversando con los mayores, pues era un niño que me gustaba preguntar sobre muchas cosas, y de verdad no hay nada comparable a las explicaciones de la gente mayor sobre cosas de la vida, la voz de la experiencia es la voz de esa vida y deberíamos hacer siempre caso a ella, son sabiduría siempre cierta.

Me contaban cosas de sus infancias, como jugaban al pero, a la pelota con trapos prensados, lo que pasaron cuando la guerra civil, el hambre que pasaron, el miedo, como tuvieron que huir y esconderse para poder sobrevivir, como se vendían casas por dos hogazas de pan, y como todo eso les fortaleció para enfrentarse a una vida dura de trabajo, escasez que ellos lograron transformar en riqueza, en prosperidad a pesar de que casi no sabían leer ni escribir, pero sabían vivir y eso lo compensó todo y lograron lo imposible, tener el país que hasta hace poco teníamos y estamos dejando perder. 

Pero no me voy a desviar de mi propósito de no hablar de cosas negativas ni de política.

En mis recuerdos infantiles existen flashes de momentos únicos, de momentos que yo llamo "De Eternidad", momentos que se quedan grabados en la memoria a fuego y que es muy evocador traerlos a la realidad de nuestra mente para no olvidar lo que fuimos, son anclas al pasado que nos ponen los pies en el suelo y nos hacen sentirnos parte de la vida, reconocernos como personas. Entre esos recuerdos hay uno de un día de primavera en el que salía de casa para ir al colegio completamente solo, pues antes no nos acompañaban nuestros padres, salir a las nueve menos cuarto de la mañana y ver la belleza de la luz primaveral de los días de abril, viendo el vuelo de los vencejos y las golondrinas en un cielo azul intenso, ni una nube, quizás unas pequeñas y altas en el horizonte por detrás de la sierra de mi pueblo, iba andando por la calle camino al colegio, oliendo un agradable olor a azahar y respirando, sintiendo que estaba vivo, que la vida era maravillosa y que el Mundo era hermoso, sentir la alegría de ver a mis compañeros, a los niños que íbamos al colegio, entrar por la verja, saludar a María, la conserje, y ver los niños jugar, las golondrinas haciendo el nido en los tejados del colegio, las palmeras mecidas por el viento, oír mi nombre, "Juanma", ven a jugar- ver la felicidad en las caras de los niños y sentirme feliz por estar vivo y ser un niño.

Este es un recuerdo infantil que me ha acompañado siempre, hasta en los peores momentos de mi vida, que han sido bastantes, y me ha reconfortado, pues a veces los recuerdos son nuestro mejor refugio en las tormentas de la vida, siempre lo he dicho, y lo diré, no hay mejor refugio que nuestro interior.

Tengo recuerdos increíbles de cuando me compraron mis padres la bicicleta, una preciosa GAC motoretta de color azul marino con el asiento largo, con la que viví mil y una aventuras por todos los rincones de mi pueblo, de la sierra, pues ya digo, nadie nos controlaba, éramos libres de ir donde quisiéramos, y nos lo recorríamos todo, era muy normal ver bandas de chiquillos en bicicletas ir por el pueblo y también le dábamos más de un dolor de cabeza a la poca policía municipal que había entonces, pero casi siempre solo hacíamos pequeñas travesuras y poco más, como digo eran otros tiempos.

Recuerdo que en el año 85 se inauguró el embalse de Crevillent, lo que nosotros llamamos el Pantano, y nosotros cogíamos nuestras bicicletas e íbamos a ver como se llenaba este embalse con el agua que transportaba el trasvase Tajo-Segura, y en un principio, cuando se llenó por primera vez recuerdo que el agua era cristalina, en algunos lugares casi se podía ver el fondo, y ver peces que introdujeron, aunque de especies no autoctonas por desgracia, pero para la gente era muy atractivo ir a pescar y a bañarse, aunque era peligroso, pero se convirtió en un paraje muy bonito en aquel tiempo, pues la sierra estaba más verde que hoy en día.

Recuerdo bañarme en la parte denominada "Del Cosil" que hoy en día es un circuito de motocrós, había una pared derrocada de una valla que estaba sumergida por el pantano, ya que allí habían campos que se expropiaron para llenar el embalse, y allí tomábamos el sol y merendábamos después de bañarnos en el peligroso embalse, éramos inconscientes de ese peligro y creíamos que no nos pasaba nada, incluso nos atrevíamos a cruzarlo por la parte estrecha de orilla a orilla, que incosciencia teníamos, pero supongo que el ángel de la guarda estaba con nosotros la mayoría de las veces.

Lo que no me gustaba de ir a bañarme allí y por eso dejé de hacerlo es que habían una especie de moscas con las alas amarillas y puntitos negros que parecían mariposillas que picaban, mordiendo, eran como una especie de tábano pequeño, muy molesto y que te dejaban marcas y sobre todo la ranilla, la molesta ranilla al atardecer.

Cuando empezaba a caer el sol en verano, cansados y felices cogíamos las bicis y volvíamos subiendo las costeras del cosil y de la peña sendra para ir a nuestras casas, reteniendo en nuestros ojos las vivencias de esos días, en los que fuimos tan felices y tan osados, pero vivimos, si señor, vivimos muchas cosas, cosas que hoy por desgracia, nuestros hijos desconocen porque no se pueden hacer como antes, estamos infectados de miedo y desconfianza, con razón creo.

Y hasta aquí voy a dejar de recordar, solo quería hacer un pequeño ejercicio de sana nostalgia para evadirme y hacer evadir a quien me lea para que recordemos que fuimos humanos, que vivimos, que fuimos niños libres, que aprendimos más de la vida que de la escuela en muchos aspectos y que debemos volver a ser como éramos, intentar darle la vuelta a esta realidad que nos han querido imponer aquellos que nos quieren esclavos para su interés, luchemos con el recuerdo, dejemos que la vida nos inunde desde el recuerdo, llenémonos de la luz de otros días para darle luz a los días por venir, luchemos para que nuestros hijos sean libres de pensamiento, libres para vivir una vida plena, nueva con nuevas situaciones, pero por favor, una vida humana, una vida de esperanza, una vida que espere el nuevo día con ilusión.

Seguimos en el camino, siempre...