miércoles, 4 de enero de 2012

CAMBIO CLIMÁTICO


Recuerdo como si fuera ayer aquellos  días de Invierno, cuando nuestras madres nos ponían el abrigo, los guantes, la bufanda y el gorro para llevarnos a la escuela, eran días grises, muy fríos, lluviosos, en los que los charcos amanecían totalmente congelados por las heladas de la noche. Eran días tranquilos, apacibles a pesar de las inclemencias del tiempo, porque el tiempo pasaba más despacio, o por lo menos la sensación que teníamos todos era de más lentitud en el transcurrir de las manetas del reloj, eran otros tiempos.
¡Qué contraste con los inviernos de ahora, en el siglo XXI, estamos a principios de Enero y la temperatura a mediodía es de 20 grados, por la noche quizás llegue como muy baja a los 7 grados, el Sol nos acompaña siempre y es muy raro ver llover o nevar en este país actualmente.
El cambio climático es evidente y quien no quiera verlo se pone una venda en los ojos, la naturaleza está al borde del desastre y poco podemos hacer para cambiarlo, tendremos que aprender a sobrevivir con la hecatombe climática que nos acecha.
Cuando miro a mi alrededor me doy cuenta de lo deteriorado que está el entorno natural de donde vivo, solo veo basura por todos lados, plásticos, árboles moribundos y bancales abandonados, basura acumulada en rincones, desechos de todo tipo esparcidos por las cunetas de las carreteras y caminos, las plantas antaño lozanas ahora aparecen secas y moribundas, las plagas de insectos se comen la poca vegetación autóctona que queda y como no llueve, todo se seca.
Mis recuerdos de la niñez están ligados a la naturaleza, en donde yo jugaba  habían árboles, matorrales, barrancos y lomas llenas de vegetación y humedad en las que crecían toda clase de plantas, veíamos bichos de todas clases, lagartijas, caracoles, pájaros y en otoño, setas, y en verano jugábamos debajo de los algarrobos gigantes que allí crecían. Nuestra fantasía volaba y nos hacía vivir mil aventuras en aquellos pequeños oasis de vida que aun quedaban en la ciudad. Ahora todo ha desaparecido, todo está construido y aplanado para seguir construyendo, ya no quedan árboles, ni matorrales, ni bichos, ni caracoles, ni vida, solo cemento, hormigón y tristeza gris.
Ahora que, recordando aquellos tiempos y viendo a mis hijos, me da mucha pena no poder darles una vida como la que tuvimos antaño nosotros, no poder darles un entorno natural en el que aprendan a respetar la naturaleza, no poder darles y transmitirles los valores con los que nosotros crecimos, porque aunque éramos unos cafres cazando animalillos y a veces haciendo barbaridades, nos gustaba vivir en la calle y en las afueras de los pueblos, en el entorno natural que aun quedaba, veíamos programas de televisión que nos enseñaba la naturaleza, como el hombre y la tierra y el Arca de Noé, nos enseñaban lo que era la vida con dibujos animados en "Erase una vez la vida", se nos inculcaba el respeto a la naturaleza, hoy en día poco veo en la televisión sobre ecología, pocas series de dibujos hacen aprender a nuestros hijos y a darles valores, y poca naturaleza queda ya por enseñar, pues casi todo está deteriorado.
Solo espero que a base de palos, la humanidad aprenda y se dé cuenta del tremendo error en el que vivimos, del mal que estamos haciendo al entorno y que podamos por lo menos parar este desastre, porque arreglar creo que ya no es posible, pero por lo menos conservar lo poco que tenemos para que nuestros hijos puedan por lo menos vivir.