domingo, 10 de noviembre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 35

 


Salieron de casa de Antoine alrededor de las diez de la noche, recogieron todos los alimentos que pudieron y con ellos también iba el Duende que se escondió en esta casa para devolverle el medallón Tetragramatón a Antoine, al parecer sus intenciones eran buenas, quería ayudar y redimirse de su condición, Antoine lo ató con un hechizo de servidumbre mágica, ahora estaba atado a él, debía de servirle en todo lo que le pidiera, a condición de que le ayudara a convertirse en un ser elemental que perteneciera a Gaia.

Josu iba delante seguido de Antoine y el Duende, que no se despegaba de él, sus ropas harapientas y el olor tan horrible que desprendía tenían consternados a nuestros amigos, el Duende se dio cuenta de ello y les pidió disculpas por estar en este estado.

Avanzaron en silencio por las calles desiertas, el cielo estaba oscuro y lleno de tormenta eléctrica, algunas personas errantes salían de los edificios cabizbajos, con paso lento, como zombis,los coches ya no circulaban porque estaban taponando las calles con sus accidentes, a lo lejos se oía una sirena de bomberos, se veía humo en un lugar alejado de la ciudad, el aire olía como a ozono, la electricidad del mismo era evidente, Josu tenía los pelos de punta por la estática del mismo.

De repente, el Duende se paró, oteó el horizonte y oliendo el aire le dijo a Antoine: - Amo, algo maligno se acerca, son varios, lo noto en mi piel, es una energía oscura muy poderosa, debemos escondernos, van a pasar por aquí en poco tiempo-.

Josu se quedó parado con todos los bártulos, Antoine hizo lo mismo y dijo:- ¡Rápido, vayamos a esa tienda que hay abierta allí enfrente, si Duende dice que viene algo, no creo que nos mienta, también estoy notando algo extraño en mi piel, no sé explicarlo, noto oscuridad que irradia malignidad, no nos demoremos, Josu!-.

Cogieron toda la comida y corriendo cruzaron la calle, atravesaron la puerta y la cerraron poniendo una madera encajando la misma en la cerradura.

Se agazaparon mirando por una rendija que quedaba abierta del escaparate de aquella tienda y ojo avizor vieron transcurridos unos instantes como unas figuras negras, con cuerpos extraños, llenos de protuberancias, enormes, oscuros como el azabache, con los ojos rojos, irradiando una luz verde esmeralda muy tenue pero visible como iban lanzando rayos por los mismos hacia las personas errantes que cruzaban por la calle, siempre que alcanzaban a una de ellas, inmediatamente se formaba un vórtice encima de la misma y una mano enguantada en una armadura salía del mismo y recogía una luz blanca que salía de esa persona, entonces caía inerte y en otro vórtice negro, desaparecía.

Nuestros amigos se quedaron aterrados, eran cuatro sujetos, uno con su cuerpo lleno de cristales puntiagudos desde la cabeza a los pies, otro con barras verdes de un metal refulgente clavadas por todo el cuerpo, otro tenía forma de barril, con una sustancia negra rezumando por todos los pliegues de los brazos y piernas, incluso del cuello, el último parecía una persona normal pero en su pecho tenía un símbolo extraño, era un círculo abierto en cuyo interior había una A extraña.

Ni Antoine ni Josu habían visto nunca ese símbolo, el mismo brillaba con una extraño fulgor plateado, que iba mutando a otro violáceo y verdoso, así en un patrón siempre igual.

El Duende, en voz baja dijo: - Compañero Josu, Amo Antoine, estos son los seres increados de los que os hablaba, no forman parte de este mundo, ellos han penetrado a este mundo llamados por la maldad de vuestra humanidad, ellos van a destruir vuestra civilización, están haciendo el trabajo sucio para que los Arcontes acaban con vuestras almas y provoquen la Entropía Elemental, ahora en estos momentos las leyes naturales ya no rigen vuestro entorno, la oscuridad irradiada es la dueña de vuestro mundo a pasos agigantados, hasta los Seres Sombra están escondidos ante tanta maldad.

-¡Son los Elementales Oscuros!- dijo Josu en voz baja, Antoine asintió con la cabeza y el duende se agazapó escondiendo su hediondo cuerpo aún más, estaban asustados, notaban el tremendo poder y el horror que estos seres provocaban.

Pensaron en Tía Paua y en Xena, no sabían que sería de ellas, no se podían comunicar, todo estaba oscuro y estos seres estaban patrullando las calles para recoger almas y hacer desaparecer a las personas, ahora si que creían que estaban perdidos.

Tenían que llegar a casa de Josu, ahora estaban escondidos viendo el dantesco espectáculo que aquellos seres oscuros estaban provocando en las calles del pueblo, por ende dedujeron que todas las demás ciudades también estarían afectadas por este extraño suceso que les había pillado desprevenidos, justo cuando salieron del Bajo Astral, había empezado todo.

Los Seres Elementales Oscuros estaban a solo unos metros de ello, un zumbido extraño se escuchaba proveniente de ellos, era como el que provoca una torre de alta tensión cuando estás cerca, los vellos de los brazos se les ponían de punta, sentían un cosquilleo en todo el cuerpo muy desagradable, seguían agazapados, escondiéndose de aquellos cuatro seres apocalípticos, la impresión que daban era tremenda, un terror inmenso les invadía, hasta el Duende, acostumbrado a ver seres horribles tenía la cara desencajada por el miedo, sentimiento extraño en un ser de su condición, pero lo estaba viviendo.

Rezaban porque no se dieran cuenta de su presencia, veían como avanzaban por la calle hacía la esquina para perderse, entonces cuando estaban a punto de girar la misma y desaparecer, un movimiento de Josu hizo crujir al chocar su pie con una puerta de un mueble de aquella tienda.

Inmediatamente uno de los cuatro Elementales Oscuros se quedó parado, escuchando, miró hacia el escaparate de la tienda donde estaban ellos, con su ígnea y roja mirada se fijó en la rendija, era el ser Oscuro con el cuerpo lleno de cristales puntiagudos, la intensidad de su luminosidad se hizo más fuerte, con paso firme se situó delante del escaparate, el horror y el miedo se apoderó de nuestros amigos, el Duende tenía los ojos desencajados dándole un aspecto aún más asqueroso, Josu retrocedió hacia el interior de la tienda, Antoine le tapó la boca al Duende e hizo lo mismo, se pusieron detrás de un mostrador.

El Ser Cristalino Oscuro levantó con violencia la persiana del escaparate, con voz atronadora dijo: -¿Quién está aquí?, salid inmediatamente, no vais a escapar de mí, os detecto, humanos, ahora debéis servir de alimento a nuestros aliados-.

Con paso firme y decidido se dirigió hacia el mostrador, ahora era cuestión de vida o muerte para nuestros tres amigos, Antoine en un gran gesto de valor decidió levantarse y con voz firme se enfrentó al Elemental Oscuro, le dijo: -¿Quien eres, no perteneces a este mundo?, ¿qué extraño conjuro te ha traído de las tinieblas?, en la ley natural tú no podrías existir aquí, ¿quien os ha dado permiso y materia?, increados-.

El Ser Oscuro se quedó parado, mirando fijamente a Antoine, en un gesto de desprecio se le quedó mirando y dijo:- Vaya, tenemos a un ser humano despierto, no puedo creerlo, por lo visto nuestra radiación no es tan efectiva como creíamos, por lo que veo tú nos conoces, sabes de nuestra naturaleza, debes de ser un mago, no hay otra opción, solo vosotros podéis saberlo-.

-Así es- dijo Antoine, soy mago, conozco las energías y veo que vosotros no sois de buena vibración, estáis destruyendo esta dimensión, pues no pertenecéis a ella, os habéis aliado con otros increados para destruir a Gaia, a los Elementales y por supuesto a liquidar a la humanidad, ¡No tenéis derecho!-.

-Jajajaja, ¿Quién dice que lo necesitamos?, vuestra maldad intrínseca nos ha creado, somos vuestros hijos, humanos, vuestra ciencia atea y destructiva ha sido nuestra matriz, ella nos ha engendrado, vuestra ciencia nuclear nos ha dado nuestros poderes, vuestra intención destructiva al crearla nos ha dado nuestro espíritu, con vuestros aceleradores de partículas nos habéis materializado trayendo la antimateria a este mundo, por ende nosotros con ella, venimos a crear con ella otro mundo distinto, para ello debemos destruiros y destruir a Gaia y a sus elementales-.

Mientras Antoine distraía al Elemental Oscuro, Josu y el Duende retrocedieron por detrás del mostrador hacia una habitación interior de la Tienda, allí vieron que había una puerta trasera que daba a la otra calle, intentaron llegar a ella para abrirla, tocaron la manivela y estaba cerrada, al lado en la parte de arriba de la puerta había un manojo de llaves colgado, quizás una de ellas podría abrirlas, el Duende le dijo a Josu: - Me voy a desmaterializar para no ser visto por el Elemental Oscuro, intentaré coger las llaves para abrir la puerta-. 

Antoine estaba aterrado, no quería parecer débil, el Cristalino Oscuro fijó su mirada en él y con un gesto echando la mano hacia delante hizo brotar de la misma un haz de luz verde que rodeó a nuestro mago, lo hizo levitar rodeada de la misma y lo estampó contra una de las esquinas de la tienda, no se desmayó y pudo levantarse, pero estaba en shock y no sabía que hacer en ese momento.

Recordó que podía pedir ayuda a sus guías espirituales, en su interior los invocó, se sentía realmente perdido, este ser era tan poderoso que no había hechizo ni invocación que le funcionara, o por lo menos eso pensaba.

Un calor irradiado por aquella luz verdosa que le rodeaba lo estaba debilitando, sentía que su energía se concentraba en su bajo vientre y le daba la sensación de que se le iba a salir por allí, entonces comprendió que era aquella luz, era su energía vital junto con su espíritu que estaba siendo absorbido por el Elemental Oscuro, ¡estaba perdiendo la vida!, entonces pensó en su madre, en su medallón, en la fuerza elemental que el tenía en su interior, intentó sacarla afuera y desmaterializarse como un ser elementario.

Josu y el Duende seguían al fondo de la tienda, Duende empezó a hacerse translúcido y cuando casi no se veía alargó la mano y con un gran esfuerzo cogió el manojo de llaves y con un movimiento rápido se escondió junto con su compañero.

-Ahora debemos elegir la llave correcta- dijo Duende- voy a probar esta de color dorado a ver, Antoine lo está pasando mal, debemos huir, Josu-.

Eligió una llave dorada, la introdujo con su rapidez de duende dentro de la cerradura, pero no iba, probó otra, y otra, solo quedaban dos llaves, el Ser Elemental Oscuro estaba entretenido intentando absorber la energía de Antoine, pero su mirada roja se fijó en nuestros amigos, vio al Duende translúcido y a Josu agachado, con un rayo que salía de sus ojos apuntando al Duende le hizo volverse visible otra vez, con el mismo lo hirió en un costado, de la herida salía un humo verdoso, con un grito lastimoso cayó de bruces al suelo, soltó las llaves que Josu cogió con gran velocidad, esquivando otro de los rayos que emitían los ojos del Elemental Oscuro.

Antoine se iba desmaterializando, rogaba sabiduría a sus guías, pensaba en su madre y en su poder elemental heredado de ella, entonces vino a su mente las palabras que le dijo: -Puedes llamarme en cualquier momento, ahora puedes entrar en el Reino Elemental a voluntad, yo te guiaré en ello-.

Pensando estas palabras, sujetado por el Ser Elemental Oscuro y desmaterializándose empezó a ver en su mente un túnel brillante, dentro habían tres seres luminosos, ¡Eran sus Guías!, habían venido en su ayuda, pero de repente se apartaron a un lado del tunel y como en una visión celestial se apareció Brigitte.

-¡Madre!- gritó Antoine- ¡Tienes que ayudarme!, ¡Me van a absorber a la nada de la antimateria!, ¡Dime como ir al Reino Elemental!, por favor-.

La visión de su madre se hizo más intensa, una luz azul brotó de la misma, sus Guías, que estaban apartados a un lado se juntaron con Brigitte en aquella luz y entonces el conocimiento vino a su mente, ahora sabía como entrar en el Reino Elemental y desaparecer de el gran peligro que corría en este momento.

Ahora sabía la forma de desaparecer e ir a otro lugar, sin pensarlo conjuró un portal, ahora ya sabía como hacerlo, dijo: -"Vires quattuor elementorum, da mihi clavem ianuae mundo tuo, in nomine Gaia coniuro te in me esse et veniam petendi."

 "Fuerzas de los cuatro elementos, dadme la llave de la puerta a vuestro mundo, en el nombre de Gaia, os conjuro en mi ser y solicito el permiso."

Un vórtice se abrió en ese momento absorbiendo a Antoine, en un abrir y cerrar de ojos desapareció en el techo de la tienda, Josu y Duende estaban aterrados, se quedaron solos, Duende estaba herido, Josu magullado en un rincón, el Elemental Oscuro se quedó estupefacto al ver desaparecer al mago, entonces se giró hacia ellos y con una mano cogió de la cabeza a Josú, lo lanzó hacia la puerta trasera y con el tremendo golpe la rompió y cayó en la otra calle, Duende se arrastraba para salir, el Elemental Oscuro rompió de un puñetazo el mostrador y pasó rápido a volver a coger a Josu fuera, en la calle, Duende había salido y con su rapidez, a pesar de estar herido, cogió en volandas a Josu y se fueron raudos con una velocidad increíble a donde no estuviera el Ser maligno que los quería destruir.

Los otros compañeros del Elemental Oscuro le aguardaban en la esquina de la calle, divertidos, como pasando un buen rato viendo el sufrimiento que inflingía a nuestros amigos este Ser, aquel al ver desaparecer también al Duende y a Josu, emitió un chillido agudo como una bestia salvaje, se elevó flotando en el aire para ver si los veía, pero no fue así, su frustación era evidente, eran los primeros seres humanos y elementales que se les habían escapado, esto no quedaría así.

El Elemental Oscuro se reunió con sus tres compañeros y prosiguieron su marcha destructiva, la gente de los edificios estaba escondida bajo sus camas, en sus armarios, sin hacer ruido para no llamar la atención de estos cuatro Elementales terribles, parecían los cuatro jinetes del apocalipsis, pero sin caballos.

Josu y el Duende habían surcado unas cuantas manzanas en unos pocos segundos, pero esto había agotado la mermada energía de Duende, debían llegar a la casa donde estaban Xena y Tía Paua, sin Antoine, no sabían que había sucedido, para colmo, ya no llevaban la comida, no tenían nada, la herida de Duende no tenía buena pinta, Josu estaba destrozado y nadie les podía ayudar, quedaban aún varias manzanas para llegar a su destino, el panorama no pintaba bien.


Continuará...

 
 

domingo, 27 de octubre de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 34

 


 Fueron penetrando sigilosamente por todas las estancias de la casa de Antoine, cuando estuvieron en la cocina cogieron bolsos que habían colgados en un lado del mueble de la misma, lo llenaron con todos los víveres que pudieron encontrar, sal, pimienta, otras especias, patatas, cebollas, latas, botellas de leche, todo lo que había en la nevera, que estaba en buen estado, intentado no hacer mucho ruido.

Cuando llenaron los bolsos los pusieron en un carrito de la compra que Antoine tenía en su despensa, según sus cálculos tendrían comida para unos cuatro días, tenían el pensamiento de ocultarse en la casa de Josu durante ese tiempo a ver que ocurría con este extraño suceso.

El ambiente en la casa de Antoine estaba cargado, notaban algo raro, se sentían observados, había algo o alguien en aquel lugar, el sexto sentido mágico de Josu y Antoine, que habían desarrollado durante su aventura en el Bajo Astral les decía que algo que no era terrenal permanecía en esta casa.

Antoine se puso alerta, cogió rápido la sal del carro de la compra y esparció un puñado formando un círculo alrededor de Josu y de él.

Josu se quedó quieto, dejándole hacer, estaba seguro que su intuición no le fallaba y Antoine estaba protegiéndose y protegiéndole a él también, algo estaba acechando en la semipenumbra de la estancia donde estaban, en el comedor.

El aire de la habitación se enrarecía por momentos, un olor a moho, a humedad y fango emergió de repente en aquella estancia.

Antoine con voz firme dijo: -¡Seas quien seas, aparece de la oscuridad, en el nombre de Adonai, te insto a revelarte, no puedes penetrar el círculo de sal sagrado, no me obligues a atacarte, revélate, espíritu inmundo!-.

Transcurrieron unos segundos de silencio, entonces de la puerta de la cocina, en aquella semipenumbra, se escucharon crujidos en la madera del parquet , se dirigían hacia el comedor, entonces vieron una sombra más oscura que aquella penumbra, una sombra de ¡Un Duende!, era uno como los que habían atacado la cueva de las hadas, como los que les atacaron en el Bajo Astral, pero había algo diferente en él, no parecía tener la cara de rabia de todos sus compañeros.

El Duende se fue haciendo más visible a medida que avanzaba, su rostro era menos verdoso que los que habían combatido y escapado en su anterior aventura.

El mismo levantó las manos en señal de paz, su olor era insoportable, pero con la característica voz socarrona y desagradable de su condición dijo:- ¡No quiero haceros daño!, soy uno de los Duendes que os atacaron en el Bajo Astral, estuve en la batalla con las Larvas, tengo algo que os pertenece, he venido a devolverlo y a avisaros!-.

Antoine y Josu se quedaron estupefactos, con los ojos como platos, no sabían que decir ante esta aparición espectral tan desagradable, pero a la vez sorprendente, era la primera vez que un Duende les hablaba de forma amable, ¿qué sería lo que este ser tendría que quería devolverles?.

-¿Qué has venido a hacer a esta dimensión, sucedáneo de Daemon?, seguro que eres un explorador que vienes buscándonos, nos has seguido el rastro,  nada bueno puede venir de un Duende, no pretendas engatusarnos con tu labia de serpiente-.

-¡Antoine!, escúchame atentamente, he venido arrastrándome por una grieta de dejaron quienes han entrado a este mundo sin permiso, soy Duende, pero algo que tu perdiste y yo cogí me ha cambiado, he visto la realidad, me avergüenzo de mi condición, se me ha revelado una verdad que no conocía y ahora quiero vivir, deseo un cambio, se me ha mostrado un camino de redención, ahora sé que también soy Elemental-.

-No te creo, Duende, acércate a nuestro lado y dime que es lo que te ha hecho reflexionar de esta manera, ¿qué es lo que perdí y vienes a devolver?, ¿qué has visto para llegar a estos pensamientos?, es muy extraño que un ser como tú tenga ganas de cambiar y ver la luz de Gaia-.

El Duende se acercó, se dieron cuenta entonces que el color de sus ojos, antes negros, como todos lo de su clase, ahora eran de color claro, su mirada parecía limpia, entonces sintieron compasión al mirarle a los mismos, algo en sus corazones les dijo que era verdad lo que el Duende contaba.

-¡Enséñame lo que venías a devolver, por favor! Desconfiamos de ti, es demasiado extraño que un ser como tú quiera devolver algo y menos confesar todo lo que nos estás diciendo!-.

El Duende se metió la mano en el bolsillo central de su pantalón roído, escondiéndolo en el puño, abrió la mano y cayó una especie de medallón fundido con una piedra preciosa, colgando de la cadena en uno de sus dedos.

Antoine no daba crédito a lo que estaba viendo, lo que este ser había traído era su medallón del Tetragramatón fundido con la Gema del desierto que su madre le regaló, recordó que lo había perdido en la batalla contra los Duendes, cuando las Larvas Astrales les "ayudaron", lo dio por perdido para siempre, también le sirvió para darse cuenta que sus poderes no venían de ese u otros objetos, sino de si mismo, que era él quien los cargaba, pero le tenía apego porque le ayudaron mucho a encontrar esa verdad.

-¿Cogiste el medallón en el Bajo Astral y lo has traído hasta mi casa?- dijo Antoine- ¡Cómo has sabido donde vivía y porqué quieres devolverlo!-.

-El medallón me lo dijo, él me ha traído hasta aquí, quiere volver a tus manos, también me ha enseñado muchas más cosas, me ha hablado de la bondad, de la humanidad, de la luz, de la naturaleza, me ha dicho que papel tengo yo en la misma, he conocido cosas que nunca pensé saber, por eso estoy aquí, quiero cambiar, ha pasado algo terrible en nuestra dimensión oscura, se ha abierto un portal enorme, han traspasado el umbral de la realidad, han penetrado en este mundo seres más terribles que aquellos que conocisteis en el Bajo Astral, incluso nos están atacando y destruyendo en aquella dimensión, han penetrado en la vuestra y quieren acabar con el equilibrio dimensional que existía, esto me lo ha revelado el medallón, me hablaba una voz femenina, creo que era un hada, no recuerdo bien su nombre, creo que era Bridget, no, Brigitte, eso, así se llamaba, ella me dijo que te buscara, que me iba a ayudar a cambiar, que tú, Antoine serías quien lo hiciera, que sabrías cómo-.

-¡Dices que esta hada contactó contigo!, ¿cómo lograste hacerlo?-.

-Cuando escapé de la lucha, me escondí en una cueva próxima, esperando a que pasase el ataque de las Larvas Astrales, muchos de mis compañeros desaparecieron absorbidos, por las mismas, tenía el medallón en la mano, lo apretaba con fuerza, sentía un calor extraño, que nunca había sentido algo así, me empezó a invadir una sensación de tristeza, de dolor en mi corazón, los Duendes no podemos sentir eso, ahora lo sé porque el medallón me lo hizo aprender, entonces miré directamente a la gema que había fundida con aquella estrella extraña de medallón, en mi mente aparecieron imágenes de un desierto, de la belleza del cielo estrellado, de la arena barrida por el viento, imágenes de Oasis maravillosos, de lluvias que lo inundaban y crecían millones de flores hermosas, entonces escuche la voz de Brigitte, me decía que siguiera mirando aquellas imágenes, que me olvidara de mi condición, que siguiera los pensamientos que ella me estaba transmitiendo, escuché música maravillosa, imágenes de niños humanos jugando, vi lo que era la alegría, las celebraciones, la risa, algo impensable para un Duende, entonces poco a poco el calor del medallón se transmitió a mi oscuro corazón y empecé a anhelar sentir, querer, reír, ser un Ser Elemental, formar parte de Gaia, dejar la oscuridad-.

-La voz de Brigitte me instruyó durante mi tránsito a esta dimensión en aquella grieta que abrieron los que pretenden destruir esta realidad y provocar lo que ella me dijo: "La Entropía Elemental", y por ende la de la Humanidad-.

-Entonces cuando atravesé el portal de los que no tienen permiso, aparecí en la Sierra de vuestro pueblo, rápidamente bajé al pueblo en la noche, con mi habilidad de explorador y rapidez de Duende, siguiendo las instrucciones del hada, llegué a tu calle y con la habilidad de un ladrón abrí la puerta y me agazapé en un rincón custodiando el medallón, esperando el momento en el que vendrías, ella me lo pidió así, y así lo he hecho, espero me perdones y tengas misericordia de este Duende arrepentido-.

-Hay algo que no entiendo,- dijo Josu- Dices que entraste por una grieta de un portal que habían abierto unos seres que son peores que vosotros, que las sombras, ¿quienes son esos seres?-.

-El Duende mirando cabizbajo, temblando dijo: -Son lo peor que le podía pasar a este mundo, han estado contenidos durante décadas, las fuerzas de nuestra enemiga Gaia junto con sus elementales los mantenían sellados en su no-dimensión, en la antimateria, pero vuestra ciencia ha logrado abrir un portal por el que se han colado, ellos quieren destruir a todo ser Elemental y por ende también humano, se quieren adueñar de todas las dimensiones hasta llegar al Alto Astral, verse con lo que denomináis "Dios", estoy hablando de los Seres Elementales Oscuros, creados por vuestra ciencia nuclear y transportados aquí mediante vuestros aceleradores de partículas, ellos han creado los portales por los que han entrado, ahora su número es crítico y ya han empezado su "revolución"-.

Antoine le instó a que dejará el medallón en el suelo, al lado del círculo, el Duende lo dejó y con un movimiento rápido lo cogió, en ese momento el medallón empezó a emitir una luz violeta, formando una especie de holograma, entonces en el mismo apareció Brigitte.

-Hijo mío, estamos atravesando un momento crucial, cuando penetrasteis en el portal hacia vuestro mundo, los doppelganger avisaron mediante un enlace dimensional, aprovechando los experimentos de un laboratorio de aceleración de partículas atómicas en vuestro país, entonces lo abrieron y dejaron entrar a los temibles Seres Elementales Oscuros, ellos vienen a descontrolar vuestra sociedad, llenar de apatía y de oscuridad la mente de los humanos, entrar en el mundo Elemental y destruir todas las leyes de la naturaleza, su misión es destruir a Gaia, aprovechan vuestra locura científica y vuestra técnica de destrucción para sus objetivos, son aliados de Los Arcontes, ellos destruyen los cuerpos y ellos recolectan la almas para volverlas a este mundo en decadencia total, así se alimentarán muchísimo más, hasta el fin de todo lo conocido, ahora si que tenemos que actuar para detener esto, querido Antoine, estamos todos en peligro-.

El holograma se cerró, Antoine quedó preocupado por su madre, pues no sabía como contactar con ella, pero por lo visto el medallón valía para muchas más cosas de las que sabía, era un nexo de unión con ella, aunque ahora no podía contactar.

El Duende se puso de rodillas y le pidió a Antoine: - Por favor, vengo en son de paz, quiero ayudaros, dadme una oportunidad, he visto lo que es la vida, la bondad, la risa, ahora que lo conozco quiero librarme de toda mi oscuridad, quiero ser útil, servir a mi señora Gaia, conviérteme  en Elemental, tú sabes hacerlo, o Mago, tienes el poder, ella me lo ha dicho-. 

Josu se quedó mirándolo con compasión, la cara del Duende se había vuelto de un verde rosáceo, sus ojos se habían vuelto claros y su mirada delataba arrepentimiento, le dijo a Antoine: - Todo el mundo necesita otra oportunidad, veo que este Ser parece que quiere cambiar, si sabes como librarle de su condición, creo que deberías hacerlo, necesitamos aliados, el mundo se ha trastocado mucho, si hay alguien que pueda estar contra el enemigo, debemos ayudarle-.

-Está bien, que venga con nosotros, ahora es semimaterial, nos puede echar una mano, te agradezco que me hayas devuelto el medallón- diciendo esto, se lo volvió a poner en el cuello- creo que tu voluntad es buena, ven con nosotros a casa de Josu y tracemos un plan para ver como podemos avisar al mundo Elemental y contactar con las hadas y el resto de compañeros para parar esta hecatombe que nos acecha-.

Antoine rompió el círculo de sal y alzando las manos le dijo al Duende: - Duende, no oses engañarnos, ahora eres parte de esta misión, si lo haces, tu destino sera peor que aquel que va al infierno- tomó un puñado de al y le espolvoreó- ahora estás sujeto por la sal sagrada, la tierra te toma, tu voluntad ahora pasa por mi juicio, quedas sujeto a mí-.

Un hilo de luz salió del Duende y se posó directamente en la mano de Antoine, como si fuera una correa que sujetaba al Duende, entonces este se irguió y sin dudar se puso al lado de Antoine, cogieron las viandas y el carrito de compra y salieron de su casa, no había luz en la calle, era de día pero estaba oscuro, nubarrones con rayos refulgían en lo alto del cielo, el ambiente era como eléctrico, la gente se escondía en sus casa y ni siquiera se veían a los "apáticos", algo estaba por llegar...

Continuará...

 


viernes, 30 de agosto de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 33

 


 Dejaron todas sus pertenencias en el Salón, en un gesto como de costumbre, Josu encendió el antiguo televisor que había en medio del mismo, tardó unos segundos en dar la imagen en la pantalla, era un televisor de los años ochenta, pero aún funcionaba.

En la pantalla enseguida apareció un noticiario de una cadena nacional, en él se hablaba de que estaban sucediendo extraños fenómenos en todas las ciudades del País, el presentador alertaba de tormentas violentas, oscurecimiento de los cielos de forma inusual, una extraña epidemia de apatía que estaba afectando a la gente, los niños ya no reían, estaban asustados en sus casas, los adultos se silenciaban y ejecutaban sus tareas como si fueran zombis, nadie entendía nada.

Los hospitales estaban colapsados por gente que aún podía hablar llevando a sus familiares, los médicos también caían en la apatía, los funcionarios de igual forma desatendían sus tareas y todo derivaba en un caos, los coches no circulaban, parecía que la gente había olvidado conducir, salían por la calle en silencio y erraban hacia lugares que ni siquiera tenían sentido para ellos, buscaban solo ir de aquí para allá sin un control ni conocimiento, el caos se estaba apoderando de las ciudades.

El cielo azul se estaba tornado amarillento, grisaceo, las nubes negras iban cubriendo las montañas, el ambiente se sentía cargado de negatividad, la gente que no estaba afectada permanecía en sus casas para intentar no contraer esa extraña epidemia, pero iba avanzando.

Se reportaban avistamientos de luces extrañas en los montes y en el cielo, de criaturas oscuras en las calles por la noche, la policía estaba quedando inoperativa, las autoridades iban cayendo en la apatía y en un silencio caótico, parecía que había llegado el final de los tiempos.

Los cuatro amigos se quedaron pasmados frente al televisor, no sabían que decir, Josu miró a Antoine, Xena y Tía Paua les miraron,¿ qué estaba ocurriendo?-

¿Tendría algo que ver su huida del Bajo Astral con este evento tan nefasto que se estaba desarrollando de forma tan extraña? Debían averiguarlo.

Miraban por la ventana y todo sucedía tal y como la televisión estaba contando, el cielo se oscurecía con un negro amarillento, la gente salía de sus casa en completo silencio, sin rumbo aparente, errantes, daba escalofríos ver este panorama, ciudades sin coches, en silencio y sin sentido, no lo podían creer.

- Tengo el presentimiento que esto es obra de algo muy oscuro- dijo Tía Paua, - ¿Qué piensas tú, Antoine?-.

-Estoy contigo, Lola, presiento negatividad muy alta en el ambiente de este pueblo, además la televisión dice que es a nivel nacional, algo muy gordo debe de haberse colado a este mundo para provocar esta hecatombe, quizás al liberar a Xena hallamos despertado algo terrible que nos ha seguido a esta dimensión, en teoría solo cruzamos nosotros la puerta de la Estigia, pero no sé que más pudo hacerlo, estaba todo muy confuso-.

Josu estaba entrando el equipaje de Xena y Tía Paua a las habitaciones, el silencio era sepulcral, ni siquiera ellas hablaban en voz alta por si podían oírles.

Xena se quedó pensativa mirando a sus compañeros y dijo:- Estoy empezando a ver imágenes de lo que ocurrió en el Bajo Astral, he perdido mi condición elemental, pero aún siento una conexión con la misma, ahora mis "poderes" están en manos de un ser maligno femenino, creo que es lo que los antiguos denominaban "Daemon", un espíritu oscuro creado por la maldad intrínseca del hombre, en este caso de las mujeres, pues es femenina, con esta condición que me ha robado, junto con sus poderes puede atravesar el fino velo de la realidad elemental a la vuestra, que ahora también es la mía-.

-Además puede dejar pasar a los Seres Sombra, Duendes, espíritus burlones, poltergeist, larvas astrales y otros seres que ni siquiera conocéis, creación de la tremenda maldad que la humanidad ha ido acumulando durante siglos-.

-He visto en mis pensamientos mientras veníamos a esta casa, imágenes de la huida de mis hermanas hadas hacía lo profundo de los pocos bosques que quedan, huyen de la oscuridad que las está matando, además me han advertido que ahora hay seres peores que los que nos hemos enfrentado en el Bajo Astral, han cruzado el umbral de la Oscuridad antimaterial, me han hablado de los Seres Elementales Oscuros, ellos son los que están provocando este caos y negatividad en el mundo-.

-Se está desatando la Entropía Elemental, si ellos nos destruyen todo se desbaratará, las Ciudades Elementales están en peligro, sin nuestra gente la Naturaleza sucumbirá y moriremos todos para siempre, sin poder reencarnar y seguir la rueda de la vida, si ellos nos desplazan, todo acabará, la oscuridad nos destruirá y a ella misma también, vendrá la nada-. 

Todos se quedaron boquiabiertos, no sabían ya que decir, Xena se puso a llorar, anhelaba sus alas y su magia, a sus hermanas, su belleza.

Josu la abrazó y la consoló, Tía Paua fue a la cocina a traerle un vaso de agua, ahora se iban a enfrentar a algo nunca visto, totalmente desconocido, tenían que protegerse.

Como en un destello de lucidez, Antoine cogió la sal que llevaba en la mochila y se puso a sellar puertas y ventanas con la misma, conjurando la bendición de la misma para protegerse de la oscuridad que acechaba.

Tía Paua cogió hierbas e hizo un sahumerio para limpiar la casa de malas energías, Xena se puso a limpiar junto con Josu, de momento se quedarían un tiempo descansando en esta casa, debían buscar víveres y aprovisionarse, debían contactar también con el Reino Elemental para ver que podían hacer, Antoine ahora tenía la capacidad de entrar el él, pero aún no sabía como, su madre no se le llegó a explicar del todo.

Seguía el silencio en la calle, ellos permanecían en el Salón, se trajeron los colchones de las habitaciones para dormir todos juntos, Antoine trazó un círculo de sal alrededor de ellos para protegerse, junto con conjuros de autodefensa psíquica que enseño a todos. 

Josu y Antoine decidieron ir a coger comida en su casa, pues recordaba que había hecho la compra antes de empezar esta aventura, parecía haber transcurrido una eternidad y en realidad no había pasado más de dos días desde que entraron en la Ciudad Elemental.

Iban huyendo de la gente, todo estaba en silencio, no había tráfico, ni policía ni nada, solo gente errante, chocando entre sí, entrando a las tiendas y saliendo con bolsas vacías,nadie hablaba, era un panorama apocalíptico, pero silencioso y oscuro.

Transitaron por varias calles, Josu entonces cayó en la cuenta y dijo: - ¿Antoine, por qué no caemos nosotros en ese trance oscuro también?-.

- Ahora que lo dices, es verdad, esto parece ser algo que se transmite, esperemos que no nos afecte, igual el haber salido del Bajo Astral bebiendo el agua de la fuente Estigia tenga que ver algo-.

- No lo sé- dijo Josu- pero espero que seamos inmunes, sería terrible el sucumbir a esta oscuridad, debemos encontrar la forma de parar esta locura-.

Llegaron a las afueras del pueblo, entraron al edificio de Antoine, estaba la puerta abierta, sacó las llaves y sigilosamente entraron en su casa.

Todo parecía estar en orden, se dirigieron al frigorífico y la pequeña despensa que tenía en la cocina, los alimentos estaban allí, pero se sentían extrañamente observados y no sabían el por qué.

CONTINUARA...


martes, 27 de agosto de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 32

 


 Josu cogió en brazos a Xena, ella lo miraba extrañada, su cansancio era extremo, apenas podía ponerse en pie, por eso optó por dejarse ayudar por aquellos "desconocidos".

Anduvieron unos veinte minutos, Antoine con las mochilas y Josu con Xena, optó por subirla a su espalda para poder llevarla mejor, Antoine le colocó bien la chaqueta para tapar su desnudez y poco a poco llegaron a la puerta de la cueva de Tía Paua.

Antoine tocó tres veces en la misma, parecía que no había nadie, el silencio se podía cortar con un cuchillo de lo denso que era, ni siquiera se oía el sonido de la brisa en los pinos, era de madrugada, era extraño no oír ningún sonido de ave nocturna, ni aire, nada.

Los segundos transcurrían lentos, nadie habría la puerta, pasó un minuto y empezaron a sospechar que no iba a abrir nadie, pero de repente, un ruido en el cerrojo de la puerta seguido de un pequeño movimiento de la misma delataron que había alguien detrás de la misma.

Al girar el cerrojo la puerta se abrió lentamente, no se veía a nadie abrirla, cuando estuvo abierta en la mitad de su recorrido, una mano de mujer, con restos de sangre se vio cogiendo la manivela de la misma.

Rápidamente Antoine la abrió, justo en el momento que Tía Paua, también llamada Lola, se desplomaba encima de nuestro amigo, iba con la ropa destrozada, la cara ensangrentada con moratones en la misma, las manos llenas de cortes supurando sangre, estaba malherida.

- ¡Lola!, ¿qué te ocurre? ¿qué te han hecho?- dijo Antoine.

Josu, con Xena encima de su espalda hizo un movimiento para dejarla en el suelo de la forma más suave posible, con la cara desencajada por el espanto de la visión del estado de Tía Paua intentó ir a ayudar lo más rápido posible.

Antoine la sujetaba por la cabeza, estaba tendida, intentado balbucear, sin fuerzas, no se le entendía lo que decía, parecía estar muy afectada por la tremenda paliza que le habían dado.

-Descansa, Tía Paua, estamos aquí para ayudarte, vamos a curarte las heridas- dijo Josu-¡Qué bien nos vendría ahora Gimmi!-.

Antoine cogió las mochilas, entraron los tres en la casa; Xena se sentó en la cama de Tía Paua, no comprendía nada, pero estaba horrorizada por el dantesco panorama que tenía delante.

Tía Paua estaba tendida en el suelo, intentaron levantarla, le dolía todo. Pusieron unas sábanas que encontraron en un armario encima de la cama y sentaron a Xena en un sillón que había al lado.

Calentaron agua, con trapos intentaron limpiar las heridas de la curandera, ella permanecía con los ojos abiertos, estaba en shock, parecía no poder hablar.

Con paciencia la lavaron, le curaron las heridas con ungüentos que encontraron en las estanterías, Antoine conocía algunos que servían para curar, pues no llevaban antisépticos ni vendas.

La casa no parecía desordenada ni con signos de haber sido allanada por ladrones o maleantes, todo parecía estar en su sitio, por eso estaban muy extrañados del estado de Tía Paua, era todo muy raro.

Le cambiaron la ropa y la dejaron descansar, Antoine estaba muy preocupado, no sabía que podía haberle pasado, nadie en su sano juicio pegaría a una anciana perdida en lo profundo de la sierra, su sexto sentido le decía que esto no era una acción humana, pero no quiso decirle nada a Josu.

Después de atender a Tía Paua, buscó ropa de mujer en los armarios de la cueva, encontró varios vestidos de jovencita en uno de los mismos, parecían ser de hace décadas, olían a naftalina pero era mejor que nada paa vestir a Xena.

Xena pudo incorporarse con ayuda de Josu, seguía extrañada, pero la situación que había con Tía Paua le hizo confiar en "los desconocidos", se metió a una pequeña habitación donde estaban los utensilios de aseo, junto con una jarra de agua y jabón que encontró en la cocina, se pudo asear y ponerse uno de aquellos vestidos.

Salió del cuartito y Josu quedó maravillado al verla con ese traje azul, de los años setenta, pero le paraba que ni hecho a medida, ella a pesar de su desconfianza se ruborizó, pero pronto se pusieron a atender a Tía Paua, querían ver si podía decirles que había pasado.

Xena les preguntó:- Me suenan vuestras caras, sé que os conozco, pero mi mente está nublada, ahora mismo estoy muy confundida, hace nada yo era un hada, tenía mis alas, podía volar, podía desaparecer, obraba magia en la naturaleza, en la noche, ahora tengo un cuerpo que no reconozco, no puedo hacer nada de lo que hacía antes, apenas me puedo tener en pie y no os reconozco. ¿Por favor, me podéis decir que ha pasado?.

Josu dejó de atender a Tía Paua, Antoine estaba con ella, se acercó a Xena y le dijo: - Lo que te voy a contar no es fácil de asimilar, ha sido terrible la situación que has vivido y no recuerdas, voy a empezar desde que atacaron los Duendes en vuestra cueva de la montaña Tumular-.

Josu le contó con pelos y señales todo lo que había pasado, su secuestro, su transformación por la posesión de la Daemon, la lucha contra los Duendes y los Hombres del Sombrero, El Arconte, la batalla para salir del Bajo Astral, todo...

Xena se quedó de piedra al saber toda la verdad, las lágrimas brotaron de sus ojos enrojecidos por la rabia y la tristeza de haber perdido su condición elemental, no concebía el ser humana, siempre había querido saber como era serlo, pero nunca imaginó que lo iba a experimentar en carne propia, nunca mejor dicho.

-Xena, no te preocupes, te vamos a ayudar, soy Josu, sé que me recuerdas, estaba en el banquete antes de que atacaran los Duendes, lo estábamos pasando bien, Antoine es el hijo de vuestra hermana Brigitte, gracias a él y sus poderes hemos podido salir de donde te tenían secuestrada, en la dimensión del Bajo Astral, hemos tenido una aventura increíble y muy dura, poco a poco recordarás-.

Antoine seguía cuidando a Tía Paua, ahora tenía los ojos cerrados, estaba respirando tranquila, dormía, o por lo menos eso parecía.

Transcurrieron una horas, pronto amanecería, optaron todos por descansar y cuando se despertaran, si estaba mejor nuestra curandera , le harían preguntas, estaban intranquilos, querían saber que había pasado.

Xena se durmió en el sillón de al lado de la cama, Antoine en una silla a los pies de la misma, Josú optó por sentarse en la puerta a vigilar, pero cayó rendido apoyado en la pared.

Se despertaron cuando el Sol entraba por una de las ventanitas de la cueva, serían alrededor de las nueve de la mañana, se oía el trinar de los jilgueros, de los verdecillos y los pinzones, la luz entraba fuerte e iluminaba toda la estancia de la cueva.

Abrieron los ojos y Antoine, con estupefacción, se dio cuenta que Tía Paua no estaba en la cama, ¡había desaparecido!, Josu había despertado y miró también al sillón donde había dormido Xena y tampoco estaba, ¿qué estaba pasando?, ¿donde habían ido?.

Los dos se levantaron nerviosos, agitados, no se creían esta nueva situación,  la noche anterior tenían malherida a Tía Paua, ni siquiera se podía mover, Xena estaba exhausta, tampoco podía apenas andar, ahora no estaban, era algo fuera de su comprensión, pero la realidad les daba en la cara, las dos mujeres no estaban.

Salieron fuera de la cueva, miraron por los alrededores de la misma, no veían a ninguna de las dos, la mañana estaba crecida, serían alrededor de las diez de la mañana, hacía un día espléndido, no estaban seguros que mes era, habían pasado tantas aventuras que recordaban estar en el mes de junio cuando entraron por primera vez en la dimensión elemental, ahora no sabían ni en que día estaban ni que mes, pero su mayor preocupación era encontrar a Tía Paua y Lola, saber que había pasado y hablar con ellas.

Fueron andando dando voces, llamando a las dos mujeres, no había nadie por aquel lugar, como siempre, estaba solitario, llegaron a un claro en una pinada y en silencio intentaron escuchar a ver si alguna de ellas contestaba.

No oían nada, solo el trinar de los pájaros, la brisa en los pinos y sus pasos en la tierra seca de la Sierra. 

Salieron del claro transcurridos unos minutos y se dirigieron hacía un pequeño monte que había cerca de la cueva de Tía Paua, lo subieron y en una vaguada cercana, sentadas en una piedra estaban sentadas Xena y Tía Paua, con los ojos cerrados, en posición de meditación.

El Sol les daba de pleno, parecían resplandecer en aquella bonita mañana en medio de aquella vaguada, se habían colocado justo en el medio de la misma que era donde en esos momentos daba la luz de nuestro astro.

La imagen era celestial, mariposas de bellos colores revoloteaban alrededor de ellas, Tía Paua parecía estar bien, no tenía signos de sangre, ni de golpes tal y como la habían encontrado la noche anterior, hacía unas horas, estaban realmente sorprendidos.

Se acercaron sigilosamente, Antoine llamo a Tía Paua con un susurro delante de ella, parecía no reaccionar, Josu se acercó también a Xena e hizo lo mismo, pero las dos seguían impávidas, como si estuvieran en un trance, nuestros dos amigos desconcertados decidieron no molestarlas hasta que quisieran moverse.

Se sentaron en una roca que había al lado y mirándolas fijamente, sin hablar entre ellos esperaron una media hora.

Tía Paua empezó a mover la cabeza, los brazos, estiró las piernas, sin abrir los ojos, hasta que por fin los abrió y se desperezó con una sonrisa.

Xena comenzó a hacer lo mismo, pero más lentamente, parecía que aún le faltaban fuerzas para hacer movimientos rápidos, pero se desperezó de la misma forma; las dos abrieron los ojos a la vez, miraron a su alrededor y sonrieron a Josu y Antoine.

- ¡Queridos Josu y Antoine!, no sé como daros las gracias por haber venido anoche a mi cueva, estaba realmente mal, vuestros cuidados y gracias a Xena he podido recuperarme, sucedió algo terrible, casi no lo cuento-.

-Hola Josu, hola Antoine- dijo Xena- ahora ya sé quienes sois, Tía Paua me lo ha explicado, anoche ella estaba muy mal, cuando me senté en el sillón me puse a mirarla, inexplicablemente comencé a oír una voz en mi interior que me decía que le impusiera las manos por todo su cuerpo, era un voz conocida, pero en mi confusión mental no supe reconocerla hasta que hice lo que me decía-.

-Rápidamente me levanté, la energía volvía a mi cuerpo, me sentía extrañamente bien, hice lo que la voz me decía, veía el aura languideciendo de Tía Paua, le impuse las manos y una energía blanca salió de mí, inundando todo el cuerpo de ella, poco a poco sus heridas iban cicatrizando, su piel recobraba el color, sus moratones desaparecían, tenía la misma sensación que cuando obraba la magia en la naturaleza, por lo visto tengo energía curativa, cuando acabé recordé la voz, era mi hermana Ari, ella me guió en este proceso, Tía Paua había sufrido mucho, pero le he restablecido. Vuelvo a ser Xena, pero cambiada, siento haberos hecho todo lo que os hice, gracias por rescatarme-.

Antoine se quedó maravillado al oír el relato de Xena, Josu estaba prendado de verla tan bien, los dos estaban contentos de ver a Tía Paua bien, ahora solo quedaba que les contara que es lo que había pasado, pues si ellos no hubieran vuelto probablemente estaría en una situación crítica.

-Lola, por favor, dinos que pasó ayer para que estuvieras en ese estado tan deplorable y mortal- dijo Antoine-.

-Verás Antoine, ayer contacté con el hada Ari, quería saber de vosotros, ella me contó todo lo sucedido en su cueva, me quedé horrorizada, también me advirtió que tuviera cuidado, se habían liberado entes muy peligrosos que rondarían en esta dimensión, aún no sabía que habíais podido escapar del Bajo Astral, pero yo tenía el presentimiento de que lo habías hecho, una premonición me vino y se lo dije, ella me comentó que iban a emigrar, que cuando pudieran contactarían conmigo para decirme que estaban bien, pero habían sido descubiertas y era muy peligroso seguir allí, ya sabía el Mal donde encontrarlas-.

-Después de hablar con ella sentí un escalofrío en la espalda, serían las doce de la noche, una hora un poco crítica, pues los Seres Oscuros rondan en esas horas, creí escuchar murmullos en el exterior de la cueva. Me asomé con precaución, entonces a lo lejos vi dos figuras humanas que venían hacia mi casa.

Algo me advirtió que cerrara la puerta y cogiera un palo para defenderme, me daban muy mala espina, cuando se acercaron a un par de metros de la puerta, miré por la ventanita y vi que eran los guardabosques que siempre venían a visitarme cada mes, pero no me inspiraron tranquilidad como siempre, además, ¿qué hacían a estas horas perdidos en la Sierra?, no tenía lógica.

Me llamaban a voces;- ¡Tía Paua!, abre, ¡tenemos que hablar!,- por supuesto, no abrí, pero ellos con los ojos encendidos en ira, con un color oscuro, como nunca se los había visto echaron la puerta abajo, se abalanzaron sobre mí y me golpearon como nunca nadie lo había hecho; me preguntaron por vosotros, qué donde estabais, que les dijera que pasaba con el mago y el sensitivo, hacían muecas con la boca terribles, estaba muerta de miedo, de dolor y como pude me defendí, pero ellos eran fuertes, intenté llegar a la estantería de la cocina donde tengo mis hierbas, no sé como me escabullí de los dos, estaban pateándome, dándome puñetazos y rasgandome la bata que llevaba; pude coger un bote de unas especies parecidas a la pimienta, muy fuerte, que si se esparce dificulta el respirar y hace que se obstruyan las fosas nasales y enrojezcan los ojos hasta la ceguera, abrí el bote y les tiré a la cara un puñado a cada uno, empezaron a convulsionar, se apartaron, luego cogí una jarra con agua, se la tiré y entonces si que su comportamiento fue increíble, se agarraron la cabeza moviéndola de forma convulsa hasta estamparse con la puerta, todo pasó en unos segundos, ni siquiera llegaron a entrar en la cueva, todo ocurrió en la puerta, al lado de la cocina, fue muy rápido, pero muy doloroso para mí-.

-Estas dos "personas", por decir algo, huyeron entonces, pero a mí me habían malherido, poco después, como un milagro, llegasteis vosotros, con gran esfuerzo os pude abrir, me desplomé y no recuerdo nada más que ver el rostro de Xena, la luz que la irradiaba y sus palabras en el idioma de las hadas que me hacían tanto bien-.

-Amaneciendo, recobré las fuerzas, Xena me invitó a que saliéramos al exterior, vosotros estabais dormidos, no quisimos despertaros, me sentía muy bien, Xena estaba también restablecida, andamos hacía la vaguada y nos sentamos a conectar con la Madre Tierra, sentíamos que debíamos hacer eso para restablecernos del todo, por último os vimos al acabar de meditar, pero no sé quienes eran aquellos tipos y porqué os nombraron-.

Josu se quedó pensativo, ayudó a Xena a incorporarse, Antoine hizo lo mismo con Tía Paua.

-Volvamos a la cueva, es posible que quien te haya atacado se un esbirro de los Hombres del Sombrero, seguro que han atravesado el Bajo Astral para venir a esta dimensión a intentar recuperar su botín, no van a parar hasta que lo consiga, seguro que quienes te han atacado son doppelgangers , los que copian a nuestros conocidos para intentar embaucarnos y hacernos daño mediante la confianza que les tenemos, has tenido mucho coraje y mucha suerte, Tía Paua, espero que no sepan que estamos aquí de nuevo-.

-No le dije nada, Antoine, mi silencio fue absoluto, me hicieron mucho daño, pero no hablé, puede escapar gracias a mis hierbas y especias, la suerte también estuvo de mi lado, pero ahora debo irme de aquí, ya saben donde estoy, volverán seguro-.

-Xena, espero que tú estés bien, a pesar de todos los cambios que has sufrido- dijo Josu-.

-Si, ahora estoy bien, he comprendido que soy humana, Tía Paua me ha explicado que posiblemente estaba destinada a ello, por eso tengo que aceptar mi actual condición, pues posiblemente mi misión en esta dimensión sea algo que ni siquiera podría soñar, espero que me ayudéis, Josu, Antoine, ahora solo os tengo a vosotros, también a Tía Paua, pero me da miedo afrontar esta nueva experiencia, sé que aún tenemos que volver a contactar con mis hermanas y el Mundo Elemental, esto no ha acabado-.

-Tenemos que volver al pueblo, debemos escondernos de estos seres todo lo que podamos, Gimmi me dijo que contactaría conmigo para volver a su dimensión, hablar con el Fauno e intentar completar nuestra misión, recoger su mensaje para darlo a conocer, además tendremos que intentar encontrar a nuestros iguales, a quienes han contactado con los elementales para la misma misión, juntos podremos hacer algo, debemos parar la destrucción del Mundo Elemental y por ende del nuestro, somos David contra Goliat, pero podemos hacerlo amigos- dijo Antoine exaltado-.

Josu dijo entonces: -Mis padres tienen una casa en el pueblo que está cerrada, nunca van, pues son mayores y están pensando en venderla, allí tengo mis cosas, siempre voy a limpiarla, la cuido y tengo algunos muebles que he ido recogiendo de amigos que no los querían para adecentarla un poco, podemos dejar a Xena y Tía Paua allí escondidas y cuando sepamos como ponerlas más a salvo las llevaremos donde corresponda, de momento allí estarán bien, hay agua y luz, podremos llevarles todo lo que necesiten, pero lo mejor será que vayamos por la noche para que nos vean lo menos posible, este pueblo está lleno de chismosos-.

Xena y Tía Paua estuvieron de acuerdo, prepararon todo el equipaje y lo cargaron en un carro que tenía en un cobertizo para poder llevarlo todo al pueblo, lo usaba para cargar las hortalizas que cultivaba en su pequeño huerto, donde también crecían sus hierbas curativas.

 Salieron por la tarde, querían que se les hiciera de noche para llegar al pueblo, tardaron bastante porque tenían que arrastrar todo el equipaje, Josu iba delante para ver si había alguien por los caminos, pero extrañamente no se encontraron con nadie, la verdad es que el silencio, a pesar de los sonidos nocturnos de los animales de la Sierra y alrededores era extraño, también el no encontrarse a nadie.

Llegaron al pueblo y no vieron coches, no veían gente, no había movimiento, algo estaba pasando, no era normal, cruzaban calles y calles para llegar a la otra punta de donde entraron, donde estaba la casa de los padres de Josu, pero no veían a nadie, no había gente, de repente en una calle aparecieron tres personas, iban cabizbajas, sin mirarlos, Josu quiso preguntar a una de ellas sobre el porqué de tan poca gente en el pueblo, ni siquiera se inmutó, siguió su camino, su rostro estaba oscurecido, los otros tres igual, desaparecieron por una esquina; algo había pasado en el pueblo, tenían que ver que ocurría.

Empezaron a ver gente, pero toda iba cabizbaja, no se miraban, los rostros estaban compungidos, con la mirada vacía, parecían zombis, pero no atacaban ni se miraban entre ellos, iban erráticos, como si los dirigieran en una "normalidad" extraña, entraban a las tiendas, compraban, nadie usaba el coche, todo era anormal, nadie hablaba.

Tía Paua dijo:- Algo ha pasado en este pueblo, detecto energía maligna en el ambiente, esto no es normal, Josu, Antoine, debemos ir a tu casa para dejar el equipaje y refugiarnos, tengo un mal presentimiento, creo que Xena puede estar en peligro si seguimos expuestos y vosotros también.

Antoine y Josu estaban asustados, iban deprisa, llegaron a la calle donde estaba la casa de los padres de Josu, este sacó la llave y con prisa entraron todo el equipaje, encendieron la luz y lo llevaron todo al salón. Aquí parecían estar seguros, pero debían averiguar que es lo que estaba pasando, esto parecía ser algún maleficio que se había colado del bajo Astral, pero ¿qué seres tan poderosos podrían haber influido en tanta gente a la vez y además, en esta dimensión, en la que apenas podían permanecer poco tiempo?.


CONTINUARÁ...

 

 

 


miércoles, 14 de agosto de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 31

 

 Se sintieron extraños después de haber salido del Bajo Astral, sus cuerpos parecían ahora diferentes, Josu y Antoine habían adquirido su tamaño habitual, Gimmi era igual de bajito que la primera vez que lo vieron, Xena yacía agazapada en el suelo, se le notaba la respiración, pero no se despertaba, estaba exhausta y como desmayada.

Se incorporaron lentamente, primero Antoine, sacudiéndose el polvo de la caída, luego Gimmi hizo lo mismo, con una sonrisa miró a su alrededor y se quedó maravillado de verse a sí mismo y a sus compañeros, parecían estar bien.

Josu por el contrario seguía abrazando a Xena, aún no se había dado cuenta de que estaban a salvo, la apretaba con todas sus fuerzas, ella seguía inconsciente.

Intentó zarandearla un poco a ver si despertaba, parecía no reaccionar, respiraba lentamente, estaba viva, pero no volvía en sí, Josu estaba muy preocupado, después de la tremenda aventura que habían vivido para poder rescatarla, ahora que la tenían con ellos, no daba señales de consciencia, eso le hizo hundirse en la desesperanza y la tristeza, optó por levantarse con ella en brazos, con congoja dijo: -Antoine, Gimmi, creo que sabéis donde estamos, me es conocido este lugar, si no me equivoco estamos al lado de la cueva de Tía Paua, debemos ir a verla, quizás ella nos ayude a despertar a Xena, no sé que le pasa, está viva, respira, pero no responde su ser, está desmayada-.

-¡Vamos rápido, amigos!, dijo Gimmi, mi tiempo ahora es limitado en esta dimensión, vosotros habéis vuelto a vuestra forma humana original, el efecto de los azucarillos que os dí ha pasado, pero yo debo volver a la Ciudad Elemental, iré por mi puerta dimensional, la de mi casa, mi esposa debe estar muy preocupada, además debo dar informes al Fauno, sé que está esperándolos, las hadas mandaron emisarias para darle el conocimiento de nuestra partida al Bajo Astral, todo lo que hemos vivido debo transmitírselo para que lo apunte en el "Codex Elementaris", este conocimiento debe ser adquirido por todos los mortales que están aprendiendo de nosotros para ayudarnos a detener la "Entropía Elemental" de la que ya hablamos anteriormente-.

Antoine se acercó a Gimmi y le puso las manos en los hombros, con una inmensa sonrisa le dijo: - ¡Mi gran amigo Gimmi!, no sé como darte las gracias por todo lo que has hecho por nosotros, nos has ayudado a cruzar una de las peores dimensiones del Astral, has sufrido lo indecible, pero lo has superado todo, hemos formado un gran equipo, no quiero perderte como amigo, quiero estar siempre en contacto contigo, aún tenemos muchas cosas que aprender y hacer-.

- Por supuesto, querido Antoine, vamos a estar en contacto porque aún no ha acabado nuestra misión, debo partir a mi dimensión elemental, pero pronto sabrás de mí, yo me pondré en contacto contigo, ahora tienes la habilidad de entrar en la nuestra, recuerda que eres medio elemental, tu madre te ha abierto esa capacidad-.

Josu estaba atento a Xena, no se dio prácticamente cuenta de la conversación de Antoine y Gimmi, solo pensaba en como devolverle al conocimiento,quería despertarla de este extraño letargo.

Antoine se acercó a Josu y le hizo levantar en brazos a Xena, con una mirada seria le instó a que le siguiera, Josu sin decir ni una palabra, con los ojos vidriosos por la tristeza de ver a su amada inerte empezó a caminar tras de él.

Gimmi se acercó a Josu y le dió un abrazo, le dijo: -Querido Josu, siempre voy a estar contigo, esto aún no ha acabado, hay asuntos que me requieren, pero pronto nos vamos a ver, vuestra misión aún está por cumplir, ahora conocéis mucho de nosotros, los Seres Elementales, de las distintas dimensiones y los peligros que corremos todos por la presencia del Mal, debes ser fuerte, quiero que dejes a Xena tendida en el suelo, sabes que tengo poder de curación, voy a intentar despertarla con mi medicina elemental, ella ya no lo es, pero su esencia permanece, creo que puedo hacerlo-.

Josu dejó a Xena con delicadeza, la acostó en un pequeño prado que había entre dos pinos cerca de ellos, Gimmi se puso a frotarse las manos y un destello azulado empezó a brillar en ellas, le impuso las mismas a Xena, que yacía dormida,  el brillo azulado empezó a transmitirse a la chica, todo su cuerpo empezó a iluminarse con la luz azulada, Gimmi parecía estar agotándose, le costaba mantener aquella luz, movió las manos por todo su cuerpo,durante dos minutos no pasó nada, pero cuando transcurrieron ella empezó a respirar agitadamente, movió la cabeza de un lado a otro, entonces abrió los ojos, se quedó mirando al vacío durante unos momentos y con un movimiento rápido se incorporó, al hacerlo se le cayó la chaqueta que le había puesto Josu, ella se dio cuenta de su desnudez y con un movimiento rápido se tapó con ella, recuperó su consciencia, por lo visto estaba bien.

Josu se quedó estupefacto y muy feliz al ver que Xena volvía a la vida, se puso a su lado y le dijo: -Querida Xena, hemos vivido momentos muy duros, pero hemos conseguido rescatarte del Bajo Astral, ahora estás en mi mundo, estás bien, vamos a ver a una mujer que va a ayudarnos, es aquí cerca, no te preocupes, todo va a ir bien, pronto tendrás respuesta.-

-¡Quienes sois!- gritó Xena, apartándose con un empujón de Josu, ¿por qué estoy desnuda? ¿qué me habéis hecho?, ¿por qué no tengo mis alas? ¿y mi tiara?, yo estaba en mi cueva con mis hermanas, recuerdo la batalla con los Duendes, una nube de polvo y de repente la oscuridad, ahora me he despertado aquí, vagamente me suenan vuestras caras, pero estoy muy confundida-.

Josu se acercó a ella y le dijo: -Somos Josu y Antoine, fuimos a buscar a las hadas junto con el gnomo Gimmi, el que está a nuestro lado, tú lo conoces, míralo bien, él nos ayudó a encontraros, estábamos aprendiendo de vosotras, vuestra misión en el Mundo, lo que hacíais en la naturaleza, pero no concluimos nuestra instrucción elemental, por eso debemos contactar con tu hermana Ari para ver que podemos hacer para que puedas volver con ellas algún día.

La consternación de Xena era evidente, se quedó callada, se abrazó a si misma y dijo: -Vamos a ver a la mujer de la que me habláis, debo intentar vestirme, no me encuentro bien, necesito centrarme y ayuda femenina.-

Gimmi le dijo:- Amigos, querida Xena, debo irme, mi tiempo en esta dimensión acaba, pronto sabréis de mí, ahora debéis ayudar a Xena y volver a vuestra vida hasta que se os avise, habéis tomado contacto con el mundo Elemental, esperad mi llamada pronto, debéis recuperaros de todas las vivencias que habéis tenido, vuestra instrucción debe continuar, ahora descansad, me voy, nos vemos pronto...-

Gimmi desapareció en un abrir y cerrar de ojos, Antoine estaba un poco consternado, pues el libro que le dio al Fauno era muy valioso, quería recuperarlo, por lo tanto tendrían que volver a la Ciudad Elemental, ahora el problema era Xena, era humana, debían ir a casa de Tía Paua a que les diera cobijo y volver un tiempo a la "vida normal" para reflexionar y ver como ayudarla, había perdido su condición elemental, adaptarse a esta nueva dimensión no sería fácil para ella, además parecía estar amnésica, apenas les recordaba y su consternación por no verse como hada era evidente, venían nuevas dificultades, quizás la atención de Josu, el nuevo conocimiento adquirido por Antoine y la sabiduría de Tía Paua podrían ayudar a nuestra nueva compañera Xena.

Xena se incorporó ayudada por Josu, no parecía muy convencida de conocerle, pero se dejó llevar porque se sentía débil aún, Antoine cogió la mochila de Josu y la suya, les sacudió el polvo y se dirigieron a la cueva de Tía Paua, no habrían más de dos kilómetros para llegar, en unos minutos estarían allí, pensó Antoine, Josu seguía intentando hacerle ver a Xena quien era, ella aún estaba perdida.

 

Continuará...



domingo, 7 de julio de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 30

                        

 La barca de Caronte se iba alejando de la orilla, Josu y Antoine notaban como se les iba nublando el pensamiento, se les quedaba la mente en blanco, su último recuerdo fue la imagen de El Errante, despidiéndose de ellos en aquella laguna negra y extraña, el ruido de los remos era monótono, no había viento ni movimiento de las aguas, la travesía transcurría serena.

Nuestros dos amigos, junto con Gimmi transformado en Duende, atado al tronco, empezaron a quedarse como vegetales, quietos, inmóviles, como zombis agarrados al pasamanos de aquella barca siniestra.

Caronte permanecía impávido, realizando su trabajo monótono de remar hasta la otra orilla, que aún no se divisaba.

La niebla iba cubriendo la superficie de la misma, Josu y Antoine se quedaron mirando a un punto del vacío como extasiados, no hablaban, no se movían, parecían estatuas vivas, su respiración delataba que estaban en esa condición.

Gimmi empezó a moverse frenéticamente, de repente dijo: ¡Josu, Antoine, soltadme, no sé que me ha pasado, soy yo, Gimmi!, ¡No me reconozco, pero ahora recuerdo quien soy, porqué estoy con vosotros!, ¡soltadme!.

Debido a que bebió del agua del olvido, su cuerpo parásito, el de Duende olvidó todo lo vivido hasta ese momento, entonces afloró el verdadero espíritu elemental de Gimmi, el Gnomo, el elemental de tierra que siempre fue, ahora podía recordarse a si mismo, fuera de la influencia del Duende, era difícil de creer, pero así pasaba.

Gimmi quería liberarse, pero Josu y Antoine tenían la mente en blanco, no comprendían que les estaban llamando, ni siquiera entendían nada de lo que les hablaran, Gimmi estaba desesperado, solo tenía esta oportunidad para hablar con ellos y decirles como podían liberarlo de su duende parásito.

Con desesperación miró al impávido rostro de cuencas vacías y oscuras de Caronte y con una súplica le pidió: -Barquero, por favor, libérame de estas ataduras para poder ayudar a mis amigos, yo sé como me puedo curar, debo decírselo o estaré perdido, solo tengo esta oportunidad-. 

Josu y Antoine giraron la cara con la mirada vacía hacia Gimmi, sus bocas babeaban, estaban totalmente idos, el efecto del agua era muy fuerte, Gimmi les gritaba: -¡Despertad, amigos, soy yo, Gimmi, ahora puedo hablar, tenéis que ayudarme!.

Pero Josu y Antoine poco podían hacer ya, hasta que no llegaran a la orilla y pasara un rato no podrían recuperar su conciencia, las normas de la Barca de Caronte eran claras, tenían que olvidarlo todo mientras transitaban, una vez en la orilla recuperarían sus recuerdos, en la barca debían permanecer inmóviles, sin ellos.

La excepción era ahora Gimmi, el efecto del agua no era para su auténtico ser, sino para su huésped maligno, esto dejó desconcertado a Caronte, que por primera vez en miles de años veía este caso en su barca.

También por primera vez decidió hacer algo al respecto, bajó de su banco situado en la popa de la barca y se dirigió, con el remo en la mano izquierda hacia donde yacía Gimmi, extendió su mano y con un movimiento imperceptible para el ojo humano o elemental, desató las cuerdas que inmovilizaban a Gimmi, con voz cavernosa le dijo: - Intenta despertar a tus compañeros, debes decirles tres palabras para deshacer el efecto del agua del olvido, una vez despiertos debes instruirlos para que te puedan curar de tu parásito duende, entonces dile que te vuelvan a atar, al llegar a la orilla este ente volverá y te dominará, ¡hazlo rápido!, las palabras son estas, -¡qué Zeus me perdone!-: " liberate te ab morpheus".

Gimmi se acercó a sus amigos y con toda la solemnidad que pudo, a pesar de tener las cuerdas vocales de un desagradable duende, con voz socarrona y cavernosa dijo las tres palabras "libérate de Morfeo".

A los pocos segundos Josu y Antoine empezaron a moverse, se limpiaron la baba que les caía de la boca, se incorporaron y tosiendo, con la mirada vidriosa de sueño pero casi conscientes, miraron a Gimmi y retrocedieron asustados, Gimmi les dijo: - No temáis, soy Gimmi, ahora pienso como Gnomo, el duende que me ha poseído está dormido en mi interior, ahora soy mi verdadero yo en mente, pero nos queda poco tiempo, gracias a Caronte os he podido despertar, ahora escuchad atentamente, tenemos poco tiempo, para poder liberarme de mi parásito, existe una fórmula mágica que debéis realizar una vez toquemos tierra en la otra orilla, antes de llegar debéis volver a atarme, dibujaréis en la arena pedregosa un círculo y me introducís dentro de él, una vez dispuesto tenéis que invocar a Gaia mediante esta oración:

 "¡Oh Diosa de todo lo creado, intercede ante estos mortales y elementales para liberarlos de todo mal, de toda influencia negativa, todo te pertenece, todo gira en tu vientre sagrado, haz que así sea, por los cuatro elementos de tu creación, por los doce poderes del Universo, concédenos nuestra plegaria! Relinque hoc corpus, repraesentativum mali!".

Si me liberáis entonces podremos cruzar el portal de la Cueva hacia el mundo terrenal, sino ha sido así me dejáis allí y cruzáis vosotros, sin mirar atrás. ¿Entendido?-.

Josu y Antoine asintieron sin mucho entusiasmo, Caronte permanecía impávido en su banco, remando sin cesar, la niebla siguió cubriendo todo el horizonte.

A lo lejos divisaron una pequeña luz entre aquella impenetrable niebla, ¿sería la otra orilla?, era extraño, parecía que se acercaba más rápido de lo que la barca iba navegando.

En efecto, la luz se acercaba y no divisaban aún nada entre la niebla hasta que estuvo pegada a su barca, por increíble que pareciera era otra barca, iba vacía, solo tenía colgado un farol de aceite que brillaba en aquella oscuridad de semipenumbra de la Estigia, Caronte con su remo paró la barca y la juntó a la suya, alargó su mano y con un rápido movimiento cogió el farol y lo colgó en uno de los lados de la barca, iluminando su interior, con voz cavernosa dijo: - Este es el farol que nos iluminará para poder desembarcar en la otra orilla, siempre lo dejo en mi otra barca por estos lugares de la laguna, así sé que estoy llegando, ahora la otra barca volverá a la orilla opuesta para luego cambiarla cuando algún desencarnado requiera mis servicios-.

Nuestros tres amigos se quedaron estupefactos viendo esta escena, no tenían esperanza de ver ninguna luz en aquel lugar, pero hasta Caronte la necesitaba, por lo tanto no estaba perdida la esperanza en salir de allí, ya quedaba poco.

Antoine y Josu acabaron de espabilarse, parecían con la energía renovada, Gimmi estaba asustado, temía que de un momento a otro se transformara en quien no quería, estaba ansioso por llegar.

-Atad a vuestro amigo- dijo Caronte,- aquí acaba la Laguna Estigia, una vez toméis tierra debéis dirigiros a la Cueva que existe a unos quinientos metros de ella, una vez entréis no miréis atrás o no podréis regresar jamás, esto es muy importante-.

La niebla seguía densa, poco a poco divisaban un atisbo de la orilla, pero estaba oscuro, en aquel lugar no habían fuegos fatuos en el agua, no había apenas luz, solo el farol de Caronte iluminaba un poco alrededor de la barca y su interior, aquel levantó su farol e iluminando hacia delante vieron como las pequeñas olas de la Laguna chocaban con la orilla, el silencio era angustioso, solo el ir y venir de esas olas y los remos sonaban, ni viento, ni nada de nada, estaban asustados.

Caronte encalló la barca en la orilla, bajó con el farol y puso la escalera de madera para que bajaran nuestros amigos, inmediatamente sujetaron a Gimmi, lo volvieron a atar, pero ahora de pies y manos, sin el tronco.

El barquero se subió a s barca y sin decir adiós tomó su farol, subió la escalera y se dispuso a remar hacia la orilla contraria, no miró atrás, sin importarle nada ni nadie, ya había cumplido su trabajo.

Gimmi empezaba a comportarse de manera extraña, hacía muecas con su cara de duende, se le afilaban los rasgos de forma maligna, con miedo dijo:- ¡rápido amigos!, está volviendo mi parásito duende, empiezo a olvidar, se me nubla el pensamiento, ¡realizad el conjuro que os dije! ¡Liberarme!-.

Inmediatamente Antoine cogió una piedra afilada que había en la orilla y con un movimiento rápido trazó un círculo en la arena, introdujeron a Gimmi en el mismo, se retorcía como una oruga queriendo hacer su capullo, cada vez era más violento, Josu quería ayudar a Antoine, no sabía que iba a pasar ahora, solo tenía claro que debían invocar el conjuro que Gimmi les había dado, para poder liberarlo de su oscuridad debían obrar con toda la buena intención, eso era primordial.

Antoine se dispuso a recordar el conjuro que les había enseñado Gimmi, se concentró en él, pero aún quedaban restos de los efectos del agua del olvido en su mente, no podía concentrarse, entonces le dijo a Josu:- Josu, tienes que decirme el conjuro que nos ha enseñado Gimmi, recítalo y yo pondré la intención con mis poderes para poder realizarlo, confía en el poder de tu palabra, !ahora tu vas a generar la magia¡.

Josu se irguió, penso en Xena, en Guimmi, en las aventuras vividas, quería que todo cambiara, liberar a su amada, concentró todo su anhelo y amor en lo que iba a decir, alzó su puño derecho haciendo el símbolo de la higa y enseguida se iluminó el mismo con una luz blanca, con voz solemne dijo:

 ¡Oh Diosa de todo lo creado, intercede ante estos mortales y elementales para liberarlos de todo mal, de toda influencia negativa, todo te pertenece, todo gira en tu vientre sagrado, haz que así sea, por los cuatro elementos de tu creación, por los doce poderes del Universo, concédenos nuestra plegaria! Relinque hoc corpus, repraesentativum mali!"-.

 El círculo donde estaba Gimmi duende empezó a brillar intensamente, iluminó todo su alrededor, a lo lejos vieron la cueva, también sombras que se movían hacia ellos, pero no podían atender esta visión, debían concentrarse en exorcizar a Gimmi, este cambiaba de color, iba brillando con la luz blanca, su color verde iba desapareciendo, se retorcía de dolor y un hilo de sombra negra que salia de su boca iba alejándose hacia arriba, como si saliera el mal por allí, la intensidad de la luz era cada vez mayor, tanto que en una explosión de la misma todo se quedo cegado por ella,  se oscureció como nunca y con los restos de luz del círculo sagrado que hizo Antoine se iluminaba el cuerpo ahora si restablecido de nuestro querido Gnomo Gimmi, su oscuridad se había ido, volvía a ser Elemental, un Gnomo de Tierra.

Con un salto se incorporó y dio gracias a sus amigos y a la Diosa creadora por haberlo liberado, pero no podían perder el tiempo, debían salir del bajo Astral, dirigirse al portal, la cueva que les llevaría al mundo humano.

Corrieron entonces hacia ella, pero antes de llegar vieron que cientos de sombras estaban tapando su entrada, cuando adecuaron su vista a esa nueva oscuridad vieron que habían Duendes acechando en la entrada de la misma, Seres Sombra volando a su alrededor y en una de las esquinas de la entrada estaba ella, Xena oscura, acechándoles para acabar con ellos antes de entrar en el portal liberador.

Quedaron aterrados, ya no sabían como iban a salir de esta, ahora si estaban perdidos, nadie podía ayudarlos, estaban en el extremo más cercana a la dimensión humana y no podían salir de allí.

Antoine entonces le dijo a Gimmi y a Josu,:- ¡Ha sido un placer conoceros, amigos, si este es el final, hemos luchado como guerreros hasta las últimas consecuencias, siento no poder haber liberado a tu amada, Josu, ahora preparémonos para irnos a donde nos lleve el Astral!.

Josu sintió de repente que su cuerpo recibía una energía tremenda, sus fuerzas se renovaban, se sentía poderoso, pensaba en Xena hada, en su belleza, pensaba en su Ángel de la Guarda, el que le salvó del Arconte, inconscientemente lo estaba llamando, ¡un ángel de la guarda siempre viene a ayudar!.

Un rayo iluminó la escena y en un segundo tres Ángeles aparecieron detrás de Josu, con sus espadas flamígeras, con  su mirada guerrera, sus alas extendidas en forma de v, amenazadoras para sus contrincantes.

Los tres Ángeles les dieron a cada uno de nuestros amigos una espada de fuego, sin mediar palabra, asintiendo con la cabeza, mirándolos a los ojos les dieron la orden de atacar a los Duendes y Seres Sombra.

Con un grito ensordecedor nuestros tres amigos en un arrojo de valentía impresionante, con sus nuevas espadas de fuego se dirigieron a luchar contra estos seres oscuros, cuando llegaron empezaron a partir cráneos, cuerpos, brazos y piernas, sin piedad, hacían desaparecer a los Seres Sombra, los Ángeles atacaron sin piedad a los Hombres del Sombrero que iban detrás de su "tropa" de Seres Sombra ensotados, con unos magníficos mandobles los partieron por la mitad, liberando almas atrapadas en estos horribles entes.

Xena alzó el vuelo y con sus rayos rojos iba apuntando a nuestros amigos que con destreza esquivaban, uno de ellos le dio a Josu en un brazo, cayó con mucho dolor pero se incorporó y con su espada iba repeliendo los mismos.

Uno de los Ángeles se acercó a Xena para intentar cortarle las alas con su espada, pero ella fue más rápida y le dio con sus rayos en el centro de su pecho, este cayó de espaldas al suelo, quedó inerte y Josu corrió a ayudarlo, Gimmi le dijo:- ¡Corre hacia Xena, corta sus alas, solo así podrás vencerla! ¡yo ayudo al Ángel!-.

Gimmi atendió al Ángel herido, con sus conocimientos en medicina elemental le impuso las manos y logró restablecerlos, pues también él era de su misma naturaleza, aunque de inferior rango.

Xena voló veloz hacia Josu, quería matarlo, no ella, sino la Daemon que la poseía, sin miramientos Josu levantó su espada y con un movimiento de mandoble logró tocar su ala derecha y cortarla, inmediatamente Xena rodó en el aire y cayó con fuerza, levantando mucho polvo.

Josu no pensaba ahora en su amada, su rabia se concentraba en liberarla de aquella Daemon parásita, sabía que venciéndola podría sacar a su amada de su posesión.

Cuando se disipó el polvo vieron que Xena se erguía con lentitud, le faltaba un ala, sus ojos encendidos de rabia le hicieron cambiar su rostro, se le hizo más agresivo y feroz.

Antoine estaba luchando con varios duendes, Gimmi acabó de curar al Ángel, los otros Ángeles luchaban con los Seres Sombra, Xena iba a por Josu, pero aquel no se amedrentaba, la estaba esperando con su espada.

Xena se abalanzó hacia él, con una velocidad supersónica , lanzando rayos rojos de energía por sus ojos, Josu los evitaba y paraba con el fuego de la espada, hasta que se puso a su altura y mirándola a los ojos encendidos le clavó la espada en el vientre, Xena se quedó inmóvil, con cara de sorpresa empezó a iluminarse con un halo rojo, su vientre se abría en una luz negra, por esa grieta se escapaba un humo oscuro con dos ojos rojos entre él.

Cayó de rodillas y en una explosión de ira y rabia desapareció, en su lugar cayó una joven desnuda, con el pelo rubio y de piel blanca, con una hermosura pocas veces vista.

¡Era Xena!, la Daemon se había ido, pero con ella se había llevado su condición elemental, ya no era un hada, ahora era humana.

Josu se quedó estupefacto, rápidamente cogió una chaqueta que llevaba en su mochila y la tapó, Antoine y Gimmi junto con los Ángeles seguían luchando con los Duendes y Seres Sombra, los hacían retroceder, justo cuando Xena explosionó, empezaron a retroceder, se alejaron y los dejaron en paz.

Los tres Ángeles guardianes se juntaron y le dijeron a Josu:- Ya hemos cumplido nuestra misión, ahora debes coger a tu amada y volver a tu mundo, aun queda mucho por hacer, tú eres un elegido para restablecer la armonía entre nuestras dimensiones, el mal no debe triunfar, ahora tu mundo está siendo invadido por ese mal desde esta dimensión, siempre estaremos aquí para ayudarte, te habla Daniel, mis hermanos son Raziel y Cassiel-.

Rápidamente nuestros tres amigos, junto con Xena, que Josu llevaba en brazos se dirigieron a la Cueva, querían atravesar el portal lo más rápido posible, Josu lloraba de emoción al tener a Xena en brazos, no era hada, pero era la mujer más hermosa que él hubiera visto nunca, estaba desmayada, pero viva, ahora era como él, humana, no podía haber pedido nunca nada mejor que esto, aunque fuera en realidad una pérdida, pero nadie sabía el porqué de lo que pasaba, solo lo averiguarían cuando llegaran a su mundo y Gimmi al suyo, aún debían saber muchas cosas más.

Penetraron en la Cueva y sintieron como si les tiraran hacia adentro, en un momento entraron en un oscuro túnel que iba girando vertiginosamente, empezaron a dar vueltas en él, hasta que desaparecieron en la lejanía del mismo y con un golpe brusco cayeron de bruces en el suelo duro de tierra firme, el aire olía a pinos, los grillos cantaban, se escuchaban mochuelos y autillos, tardaron un tiempo en reaccionar, Josu no soltaba a Xena, que parecía estar despertando.

Gimmi tenía su aspecto habitual, Antoine estaba exhausto, pero contento, habían salido del Bajo Astral, todos, en diferentes condiciones, pero allí estaban.

Se levantaron y miraron a su alrededor, el lugar les era conocido, estaban en la Sierra, en una pinada, justo al lado de la cueva de Tia Paua, no podían creerlo.

Ahora debían devolver a Gimmi al mundo elemental y recuperar el libro de Antoine, tenían que hablar con las hadas para ver que pasaba con Xena y seguir recibiendo las enseñanzas que el Fauno les instó aprender.


Continuara...