Salieron de casa de Antoine alrededor de las diez de la noche, recogieron todos los alimentos que pudieron y con ellos también iba el Duende que se escondió en esta casa para devolverle el medallón Tetragramatón a Antoine, al parecer sus intenciones eran buenas, quería ayudar y redimirse de su condición, Antoine lo ató con un hechizo de servidumbre mágica, ahora estaba atado a él, debía de servirle en todo lo que le pidiera, a condición de que le ayudara a convertirse en un ser elemental que perteneciera a Gaia.
Josu iba delante seguido de Antoine y el Duende, que no se despegaba de él, sus ropas harapientas y el olor tan horrible que desprendía tenían consternados a nuestros amigos, el Duende se dio cuenta de ello y les pidió disculpas por estar en este estado.
Avanzaron en silencio por las calles desiertas, el cielo estaba oscuro y lleno de tormenta eléctrica, algunas personas errantes salían de los edificios cabizbajos, con paso lento, como zombis,los coches ya no circulaban porque estaban taponando las calles con sus accidentes, a lo lejos se oía una sirena de bomberos, se veía humo en un lugar alejado de la ciudad, el aire olía como a ozono, la electricidad del mismo era evidente, Josu tenía los pelos de punta por la estática del mismo.
De repente, el Duende se paró, oteó el horizonte y oliendo el aire le dijo a Antoine: - Amo, algo maligno se acerca, son varios, lo noto en mi piel, es una energía oscura muy poderosa, debemos escondernos, van a pasar por aquí en poco tiempo-.
Josu se quedó parado con todos los bártulos, Antoine hizo lo mismo y dijo:- ¡Rápido, vayamos a esa tienda que hay abierta allí enfrente, si Duende dice que viene algo, no creo que nos mienta, también estoy notando algo extraño en mi piel, no sé explicarlo, noto oscuridad que irradia malignidad, no nos demoremos, Josu!-.
Cogieron toda la comida y corriendo cruzaron la calle, atravesaron la puerta y la cerraron poniendo una madera encajando la misma en la cerradura.
Se agazaparon mirando por una rendija que quedaba abierta del escaparate de aquella tienda y ojo avizor vieron transcurridos unos instantes como unas figuras negras, con cuerpos extraños, llenos de protuberancias, enormes, oscuros como el azabache, con los ojos rojos, irradiando una luz verde esmeralda muy tenue pero visible como iban lanzando rayos por los mismos hacia las personas errantes que cruzaban por la calle, siempre que alcanzaban a una de ellas, inmediatamente se formaba un vórtice encima de la misma y una mano enguantada en una armadura salía del mismo y recogía una luz blanca que salía de esa persona, entonces caía inerte y en otro vórtice negro, desaparecía.
Nuestros amigos se quedaron aterrados, eran cuatro sujetos, uno con su cuerpo lleno de cristales puntiagudos desde la cabeza a los pies, otro con barras verdes de un metal refulgente clavadas por todo el cuerpo, otro tenía forma de barril, con una sustancia negra rezumando por todos los pliegues de los brazos y piernas, incluso del cuello, el último parecía una persona normal pero en su pecho tenía un símbolo extraño, era un círculo abierto en cuyo interior había una A extraña.
Ni Antoine ni Josu habían visto nunca ese símbolo, el mismo brillaba con una extraño fulgor plateado, que iba mutando a otro violáceo y verdoso, así en un patrón siempre igual.
El Duende, en voz baja dijo: - Compañero Josu, Amo Antoine, estos son los seres increados de los que os hablaba, no forman parte de este mundo, ellos han penetrado a este mundo llamados por la maldad de vuestra humanidad, ellos van a destruir vuestra civilización, están haciendo el trabajo sucio para que los Arcontes acaban con vuestras almas y provoquen la Entropía Elemental, ahora en estos momentos las leyes naturales ya no rigen vuestro entorno, la oscuridad irradiada es la dueña de vuestro mundo a pasos agigantados, hasta los Seres Sombra están escondidos ante tanta maldad.
-¡Son los Elementales Oscuros!- dijo Josu en voz baja, Antoine asintió con la cabeza y el duende se agazapó escondiendo su hediondo cuerpo aún más, estaban asustados, notaban el tremendo poder y el horror que estos seres provocaban.
Pensaron en Tía Paua y en Xena, no sabían que sería de ellas, no se podían comunicar, todo estaba oscuro y estos seres estaban patrullando las calles para recoger almas y hacer desaparecer a las personas, ahora si que creían que estaban perdidos.
Tenían que llegar a casa de Josu, ahora estaban escondidos viendo el dantesco espectáculo que aquellos seres oscuros estaban provocando en las calles del pueblo, por ende dedujeron que todas las demás ciudades también estarían afectadas por este extraño suceso que les había pillado desprevenidos, justo cuando salieron del Bajo Astral, había empezado todo.
Los Seres Elementales Oscuros estaban a solo unos metros de ello, un zumbido extraño se escuchaba proveniente de ellos, era como el que provoca una torre de alta tensión cuando estás cerca, los vellos de los brazos se les ponían de punta, sentían un cosquilleo en todo el cuerpo muy desagradable, seguían agazapados, escondiéndose de aquellos cuatro seres apocalípticos, la impresión que daban era tremenda, un terror inmenso les invadía, hasta el Duende, acostumbrado a ver seres horribles tenía la cara desencajada por el miedo, sentimiento extraño en un ser de su condición, pero lo estaba viviendo.
Rezaban porque no se dieran cuenta de su presencia, veían como avanzaban por la calle hacía la esquina para perderse, entonces cuando estaban a punto de girar la misma y desaparecer, un movimiento de Josu hizo crujir al chocar su pie con una puerta de un mueble de aquella tienda.
Inmediatamente uno de los cuatro Elementales Oscuros se quedó parado, escuchando, miró hacia el escaparate de la tienda donde estaban ellos, con su ígnea y roja mirada se fijó en la rendija, era el ser Oscuro con el cuerpo lleno de cristales puntiagudos, la intensidad de su luminosidad se hizo más fuerte, con paso firme se situó delante del escaparate, el horror y el miedo se apoderó de nuestros amigos, el Duende tenía los ojos desencajados dándole un aspecto aún más asqueroso, Josu retrocedió hacia el interior de la tienda, Antoine le tapó la boca al Duende e hizo lo mismo, se pusieron detrás de un mostrador.
El Ser Cristalino Oscuro levantó con violencia la persiana del escaparate, con voz atronadora dijo: -¿Quién está aquí?, salid inmediatamente, no vais a escapar de mí, os detecto, humanos, ahora debéis servir de alimento a nuestros aliados-.
Con paso firme y decidido se dirigió hacia el mostrador, ahora era cuestión de vida o muerte para nuestros tres amigos, Antoine en un gran gesto de valor decidió levantarse y con voz firme se enfrentó al Elemental Oscuro, le dijo: -¿Quien eres, no perteneces a este mundo?, ¿qué extraño conjuro te ha traído de las tinieblas?, en la ley natural tú no podrías existir aquí, ¿quien os ha dado permiso y materia?, increados-.
El Ser Oscuro se quedó parado, mirando fijamente a Antoine, en un gesto de desprecio se le quedó mirando y dijo:- Vaya, tenemos a un ser humano despierto, no puedo creerlo, por lo visto nuestra radiación no es tan efectiva como creíamos, por lo que veo tú nos conoces, sabes de nuestra naturaleza, debes de ser un mago, no hay otra opción, solo vosotros podéis saberlo-.
-Así es- dijo Antoine, soy mago, conozco las energías y veo que vosotros no sois de buena vibración, estáis destruyendo esta dimensión, pues no pertenecéis a ella, os habéis aliado con otros increados para destruir a Gaia, a los Elementales y por supuesto a liquidar a la humanidad, ¡No tenéis derecho!-.
-Jajajaja, ¿Quién dice que lo necesitamos?, vuestra maldad intrínseca nos ha creado, somos vuestros hijos, humanos, vuestra ciencia atea y destructiva ha sido nuestra matriz, ella nos ha engendrado, vuestra ciencia nuclear nos ha dado nuestros poderes, vuestra intención destructiva al crearla nos ha dado nuestro espíritu, con vuestros aceleradores de partículas nos habéis materializado trayendo la antimateria a este mundo, por ende nosotros con ella, venimos a crear con ella otro mundo distinto, para ello debemos destruiros y destruir a Gaia y a sus elementales-.
Mientras Antoine distraía al Elemental Oscuro, Josu y el Duende retrocedieron por detrás del mostrador hacia una habitación interior de la Tienda, allí vieron que había una puerta trasera que daba a la otra calle, intentaron llegar a ella para abrirla, tocaron la manivela y estaba cerrada, al lado en la parte de arriba de la puerta había un manojo de llaves colgado, quizás una de ellas podría abrirlas, el Duende le dijo a Josu: - Me voy a desmaterializar para no ser visto por el Elemental Oscuro, intentaré coger las llaves para abrir la puerta-.
Antoine estaba aterrado, no quería parecer débil, el Cristalino Oscuro fijó su mirada en él y con un gesto echando la mano hacia delante hizo brotar de la misma un haz de luz verde que rodeó a nuestro mago, lo hizo levitar rodeada de la misma y lo estampó contra una de las esquinas de la tienda, no se desmayó y pudo levantarse, pero estaba en shock y no sabía que hacer en ese momento.
Recordó que podía pedir ayuda a sus guías espirituales, en su interior los invocó, se sentía realmente perdido, este ser era tan poderoso que no había hechizo ni invocación que le funcionara, o por lo menos eso pensaba.
Un calor irradiado por aquella luz verdosa que le rodeaba lo estaba debilitando, sentía que su energía se concentraba en su bajo vientre y le daba la sensación de que se le iba a salir por allí, entonces comprendió que era aquella luz, era su energía vital junto con su espíritu que estaba siendo absorbido por el Elemental Oscuro, ¡estaba perdiendo la vida!, entonces pensó en su madre, en su medallón, en la fuerza elemental que el tenía en su interior, intentó sacarla afuera y desmaterializarse como un ser elementario.
Josu y el Duende seguían al fondo de la tienda, Duende empezó a hacerse translúcido y cuando casi no se veía alargó la mano y con un gran esfuerzo cogió el manojo de llaves y con un movimiento rápido se escondió junto con su compañero.
-Ahora debemos elegir la llave correcta- dijo Duende- voy a probar esta de color dorado a ver, Antoine lo está pasando mal, debemos huir, Josu-.
Eligió una llave dorada, la introdujo con su rapidez de duende dentro de la cerradura, pero no iba, probó otra, y otra, solo quedaban dos llaves, el Ser Elemental Oscuro estaba entretenido intentando absorber la energía de Antoine, pero su mirada roja se fijó en nuestros amigos, vio al Duende translúcido y a Josu agachado, con un rayo que salía de sus ojos apuntando al Duende le hizo volverse visible otra vez, con el mismo lo hirió en un costado, de la herida salía un humo verdoso, con un grito lastimoso cayó de bruces al suelo, soltó las llaves que Josu cogió con gran velocidad, esquivando otro de los rayos que emitían los ojos del Elemental Oscuro.
Antoine se iba desmaterializando, rogaba sabiduría a sus guías, pensaba en su madre y en su poder elemental heredado de ella, entonces vino a su mente las palabras que le dijo: -Puedes llamarme en cualquier momento, ahora puedes entrar en el Reino Elemental a voluntad, yo te guiaré en ello-.
Pensando estas palabras, sujetado por el Ser Elemental Oscuro y desmaterializándose empezó a ver en su mente un túnel brillante, dentro habían tres seres luminosos, ¡Eran sus Guías!, habían venido en su ayuda, pero de repente se apartaron a un lado del tunel y como en una visión celestial se apareció Brigitte.
-¡Madre!- gritó Antoine- ¡Tienes que ayudarme!, ¡Me van a absorber a la nada de la antimateria!, ¡Dime como ir al Reino Elemental!, por favor-.
La visión de su madre se hizo más intensa, una luz azul brotó de la misma, sus Guías, que estaban apartados a un lado se juntaron con Brigitte en aquella luz y entonces el conocimiento vino a su mente, ahora sabía como entrar en el Reino Elemental y desaparecer de el gran peligro que corría en este momento.
Ahora sabía la forma de desaparecer e ir a otro lugar, sin pensarlo conjuró un portal, ahora ya sabía como hacerlo, dijo: -"Vires quattuor elementorum, da mihi clavem ianuae mundo tuo, in nomine Gaia coniuro te in me esse et veniam petendi."
"Fuerzas de los cuatro elementos, dadme la llave de la puerta a vuestro mundo, en el nombre de Gaia, os conjuro en mi ser y solicito el permiso."
Un vórtice se abrió en ese momento absorbiendo a Antoine, en un abrir y cerrar de ojos desapareció en el techo de la tienda, Josu y Duende estaban aterrados, se quedaron solos, Duende estaba herido, Josu magullado en un rincón, el Elemental Oscuro se quedó estupefacto al ver desaparecer al mago, entonces se giró hacia ellos y con una mano cogió de la cabeza a Josú, lo lanzó hacia la puerta trasera y con el tremendo golpe la rompió y cayó en la otra calle, Duende se arrastraba para salir, el Elemental Oscuro rompió de un puñetazo el mostrador y pasó rápido a volver a coger a Josu fuera, en la calle, Duende había salido y con su rapidez, a pesar de estar herido, cogió en volandas a Josu y se fueron raudos con una velocidad increíble a donde no estuviera el Ser maligno que los quería destruir.
Los otros compañeros del Elemental Oscuro le aguardaban en la esquina de la calle, divertidos, como pasando un buen rato viendo el sufrimiento que inflingía a nuestros amigos este Ser, aquel al ver desaparecer también al Duende y a Josu, emitió un chillido agudo como una bestia salvaje, se elevó flotando en el aire para ver si los veía, pero no fue así, su frustación era evidente, eran los primeros seres humanos y elementales que se les habían escapado, esto no quedaría así.
El Elemental Oscuro se reunió con sus tres compañeros y prosiguieron su marcha destructiva, la gente de los edificios estaba escondida bajo sus camas, en sus armarios, sin hacer ruido para no llamar la atención de estos cuatro Elementales terribles, parecían los cuatro jinetes del apocalipsis, pero sin caballos.
Josu y el Duende habían surcado unas cuantas manzanas en unos pocos segundos, pero esto había agotado la mermada energía de Duende, debían llegar a la casa donde estaban Xena y Tía Paua, sin Antoine, no sabían que había sucedido, para colmo, ya no llevaban la comida, no tenían nada, la herida de Duende no tenía buena pinta, Josu estaba destrozado y nadie les podía ayudar, quedaban aún varias manzanas para llegar a su destino, el panorama no pintaba bien.
Continuará...