Hace ya tiempo que llevo pensando en escribir algo en este mi blog, en este tiempo he estado reflexionando mucho sobre la vida, sobre todo lo que pasa a mi alrededor, sobre el sentido que le damos a todo lo que vivimos y he pensado también en nuestro fin. Llevo más de un año en el que me he dedicado sobre todo a cuidar de mis hijos, que ahora tienen 15 meses y aunque es una tarea bastante estresante, es muy gratificante porque me está haciendo ver de verdad lo que es el sentido de mi vida. Hasta que ellos no fueron concebidos, tenía un pensamiento ambiguo sobre el futuro, deseaba ser padre, pero por circunstancias ajenas a mi voluntad y por biología, nos era muy difícil a mi pareja y a mí concebir. Gracias a la ayuda médica, gracias a una ICSI en el hospital La Fe de Valencia y tras tres intentos, lo logramos y por partida doble.
Ahora que soy padre, que tras muchas dificultades, tras pasar una larga enfermedad y superar dos tumores cancerígenos, por lo menos hasta ahora, me siento realmente feliz por ver lo que ha sido mi vida, he encontrado el sentido de mi sufrimiento, que no es otro que ser mejor persona y ayudar a mi prójimo todo lo que pueda. La vida me ha dado mucho y también me ha exigido mucho, pero me ha dado más de lo que yo le he dado hasta el momento a ella, por lo tanto soy deudor, deudor con la vida y tengo que pagarle aportando todo mi conocimiento y espíritu en mejorar y hacer el bien a los demás.
Bueno, sin divagar mucho, me voy a centrar en el tema de la Muerte. En este año 2011 he visto morir a varias personas que han formado parte de mi vida en uno u otro momento. Comienzo esta reflexión recordando aquellos momentos en los que me encontraba, hace ya 3 años, poniéndome la quimioterapia en el Hospital de día de Elche, justo después de sentarme en mi sillón y enchufarme la medicación en el portacath que aún llevo implantado, se sentó a mi lado la hija de una gran amiga mía, a la cual conocía porque llevaba más tiempo que yo luchando contra el cáncer. La saludé y ella se sentó a mi lado, se despojó de su chaqueta, se sentó, llamó a la enfermera y cuando ya estaba "enchufada" entabló conversación conmigo, banal al principio, sobre un libro que hablaba sobre los Mayas, que estaba leyendo, sobre la familia, sobre el trabajo, porque seguía trabajando y luego, empezamos hablando sobre la enfermedad y lo que sentíamos sobre ella, yo le confesé que estaba acojonado, con un futuro incierto, con miedo, con angustia y sobre todo con mucho dolor y malestar por la quimio, ella me dijo que estaba con un tratamiento para intentar reestablecer el calcio de sus huesos porque lo tenía infiltrado en la columna, llevaba corsé porque no podía estar sin sujeción, a pesar de lo mal que estaba, seguía trabajando y tenía una fortaleza que en pocas personas he visto, entonces ella me dijo que a veces pensaba en tirar la toalla, que pensaba en acabar de una vez con el sufrimiento, pero que veía que en realidad no valía la pena eso porque entonces pensaba en su hija y le daba fuerzas para vivir. Bien, quizás esa haya sido la única conversación profunda que yo he tenido con esta chica, no recuerdo haber hablado más con ella, solo que un tímido hola y adiós otra vez que nos encontramos, hace tres semanas murió, después de pasar más de 12 años luchando contra el cáncer como una leona. Ella me enseñó realmente lo que es el valor y lo que es la lucha.
Cuando ves a una persona joven morir, conociéndola y sobre todo pensando que ella tenía la misma enfermedad que tú, en otro estado y tipo, pero en esencia igual, te planteas el que tú podrías estar en la misma situación y te sientes un poco mal por estar aquí y ver que otros caen, es la culpabilidad del que sobrevive, sé que mi caso no es el mismo, pero me siento así.
La perspectiva de la muerte no me da miedo, no le temo, temo al sufrimiento físico, al padecer y agonizar como lo están haciendo muchas personas de las que oigo hablar a diario, sometidos a sufrimientos por este azote llamado cáncer. El dolor.
Por desgracia cada día hay más gente joven que muere por este mal, cada día se diagnostica más pero también cada día se salva más gente.
Esta vida estresada, contaminada y deshumanizada nos está pasando factura y nos va a ser muy difícil pagar esa factura.
En todo el tiempo que llevo desde que me diagnosticarón el cáncer hace ya la friolera de 11 años, he visto fallecer a mucha gente que estuvo a mi lado luchando, recuerdo a Lina, a Andrés, a José Luis, Mariam y a gente anónima que nos hemos dado ánimos en la quimio, pero me doy cuenta que la vida es así y solo puedo luchar por sobrevivir e intentar ayudar a quien pueda.
La enfermedad nos hace aprender de nosotros mismos, nos pone al límite y nos hace darnos cuenta de nuestra verdadera fortaleza.
Ahora que soy padre, que tras muchas dificultades, tras pasar una larga enfermedad y superar dos tumores cancerígenos, por lo menos hasta ahora, me siento realmente feliz por ver lo que ha sido mi vida, he encontrado el sentido de mi sufrimiento, que no es otro que ser mejor persona y ayudar a mi prójimo todo lo que pueda. La vida me ha dado mucho y también me ha exigido mucho, pero me ha dado más de lo que yo le he dado hasta el momento a ella, por lo tanto soy deudor, deudor con la vida y tengo que pagarle aportando todo mi conocimiento y espíritu en mejorar y hacer el bien a los demás.
Bueno, sin divagar mucho, me voy a centrar en el tema de la Muerte. En este año 2011 he visto morir a varias personas que han formado parte de mi vida en uno u otro momento. Comienzo esta reflexión recordando aquellos momentos en los que me encontraba, hace ya 3 años, poniéndome la quimioterapia en el Hospital de día de Elche, justo después de sentarme en mi sillón y enchufarme la medicación en el portacath que aún llevo implantado, se sentó a mi lado la hija de una gran amiga mía, a la cual conocía porque llevaba más tiempo que yo luchando contra el cáncer. La saludé y ella se sentó a mi lado, se despojó de su chaqueta, se sentó, llamó a la enfermera y cuando ya estaba "enchufada" entabló conversación conmigo, banal al principio, sobre un libro que hablaba sobre los Mayas, que estaba leyendo, sobre la familia, sobre el trabajo, porque seguía trabajando y luego, empezamos hablando sobre la enfermedad y lo que sentíamos sobre ella, yo le confesé que estaba acojonado, con un futuro incierto, con miedo, con angustia y sobre todo con mucho dolor y malestar por la quimio, ella me dijo que estaba con un tratamiento para intentar reestablecer el calcio de sus huesos porque lo tenía infiltrado en la columna, llevaba corsé porque no podía estar sin sujeción, a pesar de lo mal que estaba, seguía trabajando y tenía una fortaleza que en pocas personas he visto, entonces ella me dijo que a veces pensaba en tirar la toalla, que pensaba en acabar de una vez con el sufrimiento, pero que veía que en realidad no valía la pena eso porque entonces pensaba en su hija y le daba fuerzas para vivir. Bien, quizás esa haya sido la única conversación profunda que yo he tenido con esta chica, no recuerdo haber hablado más con ella, solo que un tímido hola y adiós otra vez que nos encontramos, hace tres semanas murió, después de pasar más de 12 años luchando contra el cáncer como una leona. Ella me enseñó realmente lo que es el valor y lo que es la lucha.
Cuando ves a una persona joven morir, conociéndola y sobre todo pensando que ella tenía la misma enfermedad que tú, en otro estado y tipo, pero en esencia igual, te planteas el que tú podrías estar en la misma situación y te sientes un poco mal por estar aquí y ver que otros caen, es la culpabilidad del que sobrevive, sé que mi caso no es el mismo, pero me siento así.
La perspectiva de la muerte no me da miedo, no le temo, temo al sufrimiento físico, al padecer y agonizar como lo están haciendo muchas personas de las que oigo hablar a diario, sometidos a sufrimientos por este azote llamado cáncer. El dolor.
Por desgracia cada día hay más gente joven que muere por este mal, cada día se diagnostica más pero también cada día se salva más gente.
Esta vida estresada, contaminada y deshumanizada nos está pasando factura y nos va a ser muy difícil pagar esa factura.
En todo el tiempo que llevo desde que me diagnosticarón el cáncer hace ya la friolera de 11 años, he visto fallecer a mucha gente que estuvo a mi lado luchando, recuerdo a Lina, a Andrés, a José Luis, Mariam y a gente anónima que nos hemos dado ánimos en la quimio, pero me doy cuenta que la vida es así y solo puedo luchar por sobrevivir e intentar ayudar a quien pueda.
La enfermedad nos hace aprender de nosotros mismos, nos pone al límite y nos hace darnos cuenta de nuestra verdadera fortaleza.
Hablando de la muerte, en este año han muerto dos de mis escritores favoritos, José Saramago y hace unos días Ernesto Sabato. Aunque han muerto a una edad avanzada, han vivido todo lo que tenían que vivir y no sienta tan mal como si hubieran muerto jóvenes, en este 2011 se han ido dos de los mejores pensadores de este siglo pasado y el que transcurre. Ya en este blog publiqué una carta de Ernesto Sabato titulada "Lo peor es el vértigo" de su libro la Resistencia, de Saramago no he publicado nada pero recomiendo leer sus libros porque comprende como nadie la verdadera naturaleza humana, los dos eran unos humanistas que a pesar del pesimismo con el que escribían en ocasiones, siempre tenían un fondo de esperanza en la humanidad y fe en la juventud, Sabato por ejemplo en sus ensayos hablaba sobre el cambio que esta juventud tiene que realizar para volver a ser humanos, en las cartas que escribió en la Resistencia dirigidas a los jóvenes nos dio una tremenda bofetada a todos para que despertemos de este letargo que los poderes fácticos nos han provocado para que nos demos cuenta de la realidad y realicemos el cambio, el cambio hacia una vida humana, plena, en donde los ciclos de la vida sean como tienen que ser, el trabajo debe de ser un medio para vivir, no vivir para trabajar, quitarnos la venda de los ojos y volver a la naturaleza y su sincronicidad, sino estamos perdidos.
De todos modos no debemos temer a la muerte, pues ella es parte de la vida, como decía un filósofo griego, no se si era Sócrates u otro, veía a un joven llorar y le preguntó: -¿por qué lloras, joven?, -es que se ha muerto mi padre- y Sócrates le dijo- no llores, él solo se ha adelantado en el camino.
1 comentario:
Hola Juan Manuel,dentro de lo triste de tus palabras,encuentro una bocanada de aire fresco y un optimismo especial.Estoy viviendo una epoca muy mala economicamente hablando,como muchisima gente.Queria junto con mi mujer animarnos y llevar esto lo mejor posible,pensando en lo afortunados que somos por estar juntos y haber tenido hijos.Como a ti te paso;hay mucha gente enferma y con problemas de fertilidad,y viven la vida con mas fuerza disfrutando cada momento...Por eso me has reiterado con tus palabras lo que yo tanto he pensado para animarme,en lo verdaderamente importante...LA VIDA.Gracias.
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