domingo, 16 de octubre de 2022

RETROSPECTIVA VITAL (Parte 2)


 


 Siguiendo en la línea de mi blog, quisiera plasmar otra vez recuerdos que me van llegando poco a poco desde lo más profundo de mi memoria, a veces son flashes, imágenes, sonidos, olores, y sobre todo vivencias que quedan grabadas en nuestro interior porque nos marcaron en cierta manera, ya sea para bien o para mal, pero son registros de nuestra vida, partes de la misma que es bueno recordar para saber de donde venimos y quienes éramos para no olvidar.

Quisiera plasmar por escrito mis recuerdos de estas personas de las que ya apenas oímos hablar, de las que en un tiempo pasado no tan lejano ayudaban casi sin pedir nada a cambio a que cuando nos poníamos enfermos o teníamos un problema espiritual, ya que la psiquiatría y la psicología no era algo habitual que la gente usara, por el miedo y los perjuicios de entonces.

Voy a recordar a los curanderos que fui cuando era un niño, pues tuve varias experiencias con estas personas porque mis padres y mi abuela me llevaron a varias de ellas, algunas eran vecinos de mi barrio, otros eran famosos en mi pueblo, todo situado en la época de los años ochenta del siglo pasado.

Siempre que teníamos empacho, dolor de barriga y malestar, mi abuela me llevaba a casa de una vecina que se llamaba Patro, La Patro, que sabía "medir", entraba en su casa e inmediatamente sacaba un pañuelo negro y le hacía un nudo en la punta para que lo cogiera pegado a mi pecho y entonces lo extendía y ponía el codo en la punta hasta que la palma de la mano llegaba a su tope, luego desde esa posición lo volvía a medir desde allí hasta que la punta de la palma de la mano tocaba la barriga, siempre en oración interior, pues no podía decirla en voz alta.

Cada vez que medía una o dos veces su mano tocaba desde arriba de la barriga, en ese caso había mucho empacho, hasta que tras varios pases la mano bajaba hasta el ombligo o no tocaba, entonces decía que había bajado el empacho.

Repetía la misma operación en el costado y lo misterioso del tema era que el pañuelo siempre mide lo mismo y sin embargo cada vez que lo medía cambiaba la longitud del mismo cuando ella decía que bajaba el empacho, siempre me ha alucinado este hecho.

La realidad es que siempre lograba mejorarme el dolor de barriga, enseguida que me lo hacía no tardaba ni diez minutos en ir al baño y tirarlo todo, ya sea por arriba o por abajo, pero el alivio era tremendo.

A veces no funcionaba cuando me lo hacía esta señora, y recuerdo una vez que estuve bien empachado y no había manera de sacármelo, incluso mis padres me llevaron al médico pero no hubo forma de que me aliviara, entonces le dijeron a mi abuela que me llevaran a un hombre que vivía en el Campo, por la sierra, le llamaban Bernardo, y tenía mucha fama en Crevillent por la "gracia" que tenía y el alivio que procuraba a mucha gente con su "sanación".

Mi padre me llevó con su vieja mobilette a su campo y recuerdo con mucho cariño ese día porque a pesar de lo que me dolía la barriga, para mí era una aventura ir detrás de la moto de mi padre y es un recuerdo que me encanta rememorar con cariño.

Cuando llegamos allí había mucha gente esperando para que Bernardo los atendiera, pues no solo medía, también imponía las manos para sanar todo tipo de dolencias, creencias aparte, la realidad es que él no cobraba nada, solo lo que la gente quisiera darle en voluntad, y la realidad es que la gente mejoraba mucho cuando iban a su casa, como digo más vale creer que ir a buscarlo.

Cuando me tocó a mí me sentó en una silla, me puso las manos en la cabeza y esta vez no me hizo la técnica de medir con el pañuelo, luego me hizo masajes en la barriga, la espalda y los costados, le dijo a mi padre que lo tenía bien cogido, que estaba fuerte, por lo que estuvo un buen rato conmigo, siempre imponiendo las manos, masajeando la barriga y orando para si mismo.

Cuando acabó le dio a mi padre una botellita con agua y me dijo que en llegar me la diera, que en unas horas vomitaría y estaría bien.

Cuando llegué a casa me dio el agua y al rato fui al aseo a vomitar y vomité una especie de pelota de comida negra que olía horrible, seguido de un montón de comida sin digerir. Me quedé en la gloria.

Yo no sé lo que era eso pero si que me alivió y pude sacarme el dolor de barriga y el malestar, por lo tanto para mí es real y funciona. Puedo decir que creo en la capacidad de sanación de estas personas. Eso sí, sin dejar de lado la medicina, sin la cual no estaría hoy escribiendo aquí, todo holísticamente puede ser eficaz para curar. 

También quisiera recordar a todas las personas que he ido de pequeño a sacarme el mal de ojo, y doy fe de que este problema es real y afecta sobre todo a los niños pequeños, pues es algo que la gente puede provocar hasta sin saberlo, ya sea por envidias, por caer mal alguien, por intención, por lo que sea.

Es un mal que ha existido siempre y en todas las sociedades y cada cultura ha creado sus métodos para defenderse de este mal.

Digo que doy fe porque mi madre desde siempre ha sabido quitarlo, incluso me ha enseñado a mí a sacarlo, que por cierto, solo se puede enseñar en Jueves y Viernes Santo.

El ritual consiste en colocar un Candil con aceite y una mecha en la que se prende fuego para que se haga la luz en el candil, luego se coloca un plato con agua debajo de la botella de cristal en la que cuelga el candil, quien saca el mal de ojo toma la mano del afectado y le pide que estire el dedo corazón doblándolo un poco hacia abajo, entonces se santigua y pronuncia una oración par sí untando su dedo corazón en el aceite con la llama y untando el del afectado hasta que va goteando al plato con agua, entonces según sea el tamaño de la gota en el agua se sabe que nivel de mal de ojo tiene, cuanto más extensa es la gota, más afectada está la persona, por eso se hace tres veces cada vez, por la Trinidad, y hasta tres veces cada ciclo, en un día, si no mejora y la gota cae pequeña, se vuelve a hacer al día siguiente.

Podemos creer o no creer, pero yo he visto madres venir con sus bebés con fiebre, muy mal, con diagnósticos de médicos que no sabían lo que le pasaba, entrar a mi casa, hacerles mi madre el "mal de ojo" y a la media hora bajarle la fiebre a los bebés e irse a casa mucho mejor, y mi madre dice que no tiene "gracia", pero todos podemos ser sanadores en este tema. Lo dicho, según mi experiencia esto es una realidad, y no la cuestiono porque lo he vivido, en mí mismo y he visto mejorías en los demás.

Durante toda mi vida me he estado haciendo esto cuando me encontraba mal por lo que sea y siempre me ha aliviado, es algo que funciona a nivel energético y es algo que los médicos no creen y sin embargo muchos lo recomendaban en aquél entonces.

Han habido muchos curanderos en Crevillente en el siglo pasado, hoy en día ya no conozco ninguno, pero quizás la más famosa que hubo hace más de cincuenta años fue "La Tía Jacinta", y doy fe que muchos médicos pediatras de la época recomendaban a las madres que llevaran a sus hijos a ella porque era realmente "milagrosa", mis abuelos y mis padres fueron a ella durante años para algunas dolencias y era realmente efectiva, yo no la conocí, pero he oído hablar de ella.

Y hasta aquí este nueva entrega de mi Retrospectiva vital, son recuerdos que me han asaltado hoy a mi mente y los he querido plasmar aquí, espero que gusten al lector, seguiré más adelante con otra entrega.

Seguimos en el camino...


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