jueves, 12 de octubre de 2023

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 5

 


Antoine y Josu quedaron esa misma semana en ir a visitar las collas de la Sierra donde Josu experimentó aquellas experiencias tan extrañas.

Ese mismo sábado era Luna llena y Antoine realizo los preparativos para ir esa madrugada a aquel lugar, se llevó la copia del Codex Elementaris, aunque lo conocía bien, nunca se sabía si le sería útil para poder entablar contacto con aquellos seres que fijaron su atención en Josu.

Antoine se sentía nervioso, su intuición le decía que tenía que llevar alta protección energética porque algo muy fuerte acechaba en aquel lugar, ya había ido muchas veces y su desasosiego en algunas zonas concretas de las collas nunca lo había logrado superar a pesar de haber dibujado los símbolos de poder en la cueva y en las rocas en las que detectaba mayor concentración de energía telúrica.

A pesar de saber todo lo concerniente a estas energías estaba siempre alerta porque era humano y por lo tanto susceptible de caer en manos de los poderes elementales y aquel lugar era un lugar de poder.

Josu se sentía aliviado porque una persona con conocimiento como Antoine hubiera accedido a ayudarle en este tema tan extraño, no esperaba que alguien pudiera saber algo de lo que le ocurrió, parecía que el destino hubiera puesto a Antoine en el camino de Josu para poder resolver este problema tan extraño que sin haberlo buscado, lo había encontrado o "elegido" a él.

Con una pequeña mochila con provisiones para pasar la noche y algo de abrigo, pues estaban en Abril, salieron del pueblo a las dos de la madrugada, en noche cerrada, las calles estaban vacías, el silencio parecía mayor de lo normal, sus pasos al cruzar las calles resonaban fuertes sin pretenderlo, pero no se cruzaron con nadie a esas horas, algo extraño en un pueblo tan grande, pero así fue, solo a lo lejos de oía el camión de la Basura a unas manzanas de donde caminaban.

En unos veinte minutos se adentraron en las afueras del pueblo en dirección a la Sierra. Decidieron ir por un atajo que atravesaba un camino bastante agreste pero que les llevaría por el medio del monte, pues tampoco querían encontrarse con nadie a esas horas y yendo por la carretera igual la policía los encontraba, no querían preguntas incómodas ni mentir, por eso decidieron ser discretos.

Llegaron a la entrada del lugar donde estaban las collas, en todo el camino estaban oyendo los grillos y los mochuelos, incluso a lo lejos se escuchaba el pitido inconfundible del autillo, era una noche limpia, estrellada, hacía una temperatura agradable para la época del año, el aire olía a primavera, a pesar de que la sequía incesante no dejaba crecer los árboles y la hierba de la Sierra, pero la belleza del lugar a la luz de la Luna era sobrecogedora.

Caminaron por una senda hasta llegar a la cueva donde estaba el símbolo de la estrella de cinco puntas con los tres seises, Antoine se sacó un saquito de hierbas que tenía en la mochila y puso en un cuenco de madera unas cuantas, procedió a vaciar el saquito en el cuenco y haciendo un pequeño ritual con las manos encendió una cerilla y quemó las hierbas, entonces con el humo siguió la forma del dibujo dejando el cuenco en el suelo acabando de quemar el resto.

Al momento se hizo el silencio en la zona, no se escuchaban grillos, ni mochuelos, ni Autillos, nada, solo una pequeña brisa que movía la hierba de una forma lenta pero continua.

Antoine dijo- He abierto una puerta para que ellos vengan a nosotros, así nos será más fácil el contacto- Josu empezó a tener miedo, no sabía a lo que se iban a enfrentar, aunque lo intuía.

A los dos minutos emprendieron de nuevo la marcha hacia las collas de agua, escuchaban el movimiento de matorrales a su alrededor y como si alguien susurrara de manera casi inaudible, en un idioma que no podían entender.

Atravesaron los bancales quemados que ya solo eran cenizas esparcidas por los mismos, entre árboles secos y carbonizados, entre ellas brotaban matas de esparto, ruda y tomillo, pues aun a pesar de no haber llovido la fuerza de la vida simplemente con el rocío de la madrugada las hacía crecer, su verde destacaba en el paisaje ceniciento del incendio de hace unas semanas.

Cogieron el sendero de las collas, llevando cuidado en no meterse en ninguna, a pesar de que llevaban poca agua, se podían mojar hasta medio cuerpo si se sumergían en ellas.

Cuando llegaron a la zona donde Josu vio la "Ciudad de los Enanitos Amarillos" vieron que allí solo había una roca enorme irregular, con aristas en sus bordes y desgaste de miles de años por la erosión.

Josu le dijo a Antoine- No puede ser, cuando vine aquí había una especie de cueva hecha por la erosión del aire con las paredes de color amarillo y con cuevecitas hechas por el viento de siglos en la base, no lo entiendo-.

Antoine sacó de la mochila el Codex Elementaris y lo abrió por el medio, entonces pronunció en latín unas palabras - "Invoco vos creaturas regni bonorum hominum, dic petitiones vestras, subvenire nobis"-

El silencio se volvió denso, casi se podía cortar con un cuchillo, entonces un viento violento se levantó de repente y empezó a chocar contra la roca, un pequeño hilo de luz empezó a aparecer en medio de la misma como si se estuviera cortando, cada segundo que pasaba se hacía más grande y una luz amarilla salía de su interior que empezó a iluminar parte el valle de las collas, un sonido atronador salía del corte de luz de aquella gran piedra, entonces al acostumbrarse a ver en el resplandor que emitía aquella grieta luminiscente divisaron dentro una puerta de color verde, cuya iridiscente color refulgía en el amarillo de la luz.

Antoine y Josu escucharon en ese momento una voz que les decía,- podéis pasar, estáis invitados al Reino de la buena Gente, no temáis, tenemos asuntos que tratar, habéis sido elegidos-.

Dudaron en entrar en la grieta de la puerta verde, pero Antoine recordó las palabras que un día le dijo su maestro de la Logia Blanca_ Antoine, algún día seras llamado para ayudar a seres especiales, eres un elegido, no sé cuando será, ni quienes te llamarán, pero un tu aura lo he leído, estate atento a las señales-

Su ánimo se encogió al entrar en la puerta, cogió la mano de Josu, que estaba como en shock y se adentraron dentro de la puerta verde, entonces vieron como detrás de ellos la grieta luminosa se cerraba y la puerta se abría para entrar en una luz que había disminuido su intensidad, ahora era azulada, de repente todo se oscureció y escucharon como el sonido de un corazón, bum bum bum, notaron calor y como si tiraran de ellos hacía un túnel donde no se veía el final.

En unos segundos que les parecieron eternos se dieron de bruces al atravesar ese túnel con un suelo que parecía de hierba, pero que emitía luz. 

Miraron a su alrededor y ya no estaban las Collas, ni la sierra, era como una campiña extensa de hierba luminosa, con pequeñas setas igualmente luminiscentes repartidas por toda ella, el cielo era de color verde y no era de noche, había una luz que lo iluminaba todo pero no se sabía de donde venía, a lo lejos se veían unas montañas, pero donde estaban ahora era una planicie extensa, sin edificios, ni nada, excepto las montañas del horizonte.

Continuará...


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