Ante el panorama del mundo que nos toca protagonizar, nos sentimos abatidos, empobrecidos, estrechados nuestros horizontes, vaciada nuestra capacidad de soñar, casi enfermos. Viktor Frankl le habla al hombre de hoy desde el siglo XX, y el mensaje que le transmite sigue siendo preciso, contundente y es posible que haya cobrado aún más sentido en nuestro confuso y líquido siglo XXI.
"Preocuparse por algo así como el sentido de la existencia humana, dudar de tal sentido o incluso hundirse en la desesperanza ante la supuesta falta de sentido existencial, no es un estado enfermizo, un fenómeno patológico.(...)
... no es sólo que la frustración existencial esté lejos de ser algo patológico, sino que lo mismo cabe decir - y con muchísima más razón - de la voluntad misma de sentido. Esta voluntad, esta pretensión humana de una existencia llena, hasta el máxino posible, de sentido, es en sí misma tan poco enfermiza que puede - y debe - movilizársela (...)
Algunas veces no se trata tan sólo de movilizar la voluntad de sentido, sino de despertarla a la vida allí donde ha sido resquebrajada..."
Según este brillante y apasionado pensador y orador, son cada vez más los que acuden al psiquiatra aquejados de un profundo sentido de vacuidad, a tal punto que él lo considera una "neurosis de masas". Es que no hay instinto que nos dicte qué tenemos que ser o tradiciones que nos marquen el rumbo hacia lo que se debe ser, y ya casi no conectamos con lo que queremos ser. Caemos en el conformismo y la deseperanza. Y la deseperanza, según Frankl, es comparable a una ecuación matemática:
D = S −P
DESESPERANZA = SUFRIMIENTO − PROPÓSITO
Frankl reivindica la lucha por encontrar la voluntad de salir al encuentro de la actitud acertada para hacerle frente a nuestro destino más que una forma de cambiarlo, y la ecuación cobra sentido. Vivir es aceptar con dignidad el desafío que plantea la vida, con su carga de adversidad, porque nuestra vida tiene un propósito que descubrimos amando, trabajando, creando, y pensando en cómo afrontar el sufrimiento cuando toca. La pregunta no es ¿por qué a mí? sino ¿para qué?.
Somos afectados por nuestro entorno, sin dudas, pero gozamos de una capacidad de elección, de libertad espiritual, de independencia mental, incluso en circunstancias terribles. Se nos podrá arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir nuestro propio rumbo. Sentido no es algo que nace de la propia existencia, sino lo que le hace frente. Vale la pena escuchar la pasión y convicción con la que lo explica, para contagiarse de ella y seguir en la perenne búsqueda de sentido transitando los senderos de nuestra extraordinariamente ordinaria vida.
4 comentarios:
¡Qué sorpresa me has dado, Juan Manuel!
Al releer el texto, sonaba como propio, como algo que había escrito, pero fue hace tiempo y escribo y leo mucho.
Te agradezco el honor de citarlo aquí en tu blog, al cual me apunto ahora mismo, ya que, como a tí, me apasiona poner en palabras, aunque no siempre sean propias, "todas las inquietudes que rondan por mi cabeza para que el que quiera pueda verlas y opine sobre las mismas", como anuncias en el encabezado de tu espacio.
Un cordial saludo desde Argentina.
Fer
Gracias a tí por escribir cosas tan profundas y con tanta verdad en sus palabras, me gustó mucho y lo quise poner en mi blog, veo que eres una experta en esto de los blogs y tienes muchos seguidores, es un honor contar con tu amistad y con tus escritos. Por cierto, puedes coger lo que se te antoje de este blog, siempre que cites su procedencia, gracias, amiga, desde España, un abrazo.
Excelente Juan por la ecuacion es un enfoque filosófico muy profundo que hace que nos encontramos con nosotros en lo más profundo
Gracias por tus palabras.
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