Rondan por mi mente recuerdos de hace muchos años, de cuando era un adolescente de 14 o 15 años, momentos vividos en una época que yo denominaría tranquila, una época en la que este país empezaba a desarrollarse con los principios del boom del ladrillo que más tarde derivaría en la crisis del mismo en el año 2008, una época de esperanza, donde veíamos futuro y donde realmente nos sentíamos libres para navegar hacia él, lo teníamos todo entonces y no lo sabíamos, unos tiempos muy diferentes a los que vivimos actualmente, con sus pros y sus contras, pero luminosos, tiempos de juventud y de vida.
En aquella época, año 90 del siglo pasado, estudiaba en el instituto, aunque nunca se me han dado muy bien ciertas asignaturas, como las matemáticas y el inglés, las demás las solía aprobar con buena nota, aunque estas dos materias suspendidas me impidieron poder pasar de segundo de BUP, podría haberlas sacado pero mi mente en aquel tiempo estaba llena de "pájaros", no tenía claro lo que quería hacer y me dejaba llevar por lo que me gustaba y entre otras muchas cosas pensaba en ir a cazar pájaros, con otros amigos que compartían esta afición, de la cual me arrepiento hoy en día, pero en aquel tiempo lo veía divertido y cometí muchas fechorías e hice mucho daño a estas criaturas libres, sin entender el significado de su papel en la tierra y en la vida.
Aprendí el dudoso arte del "envisque", que consistía en fabricar una masa pegajosa con goma derretida y una piedra resinosa llamada Crepe, que se fundían en una olla con aceite de oliva, se mezclaba luego mientras se enfriaba y se formaba una argamasa adhesiva inconsistente, como una especie de alquitrán marrón que untábamos en matas de esparto para con las hojas alargadas como cañitas flexibles, hincábamos en charcos artificiales o naturales que fabricábamos para poner otros pájaros de reclamo, en jaulas o con anillas atados a un peso o palo clavado en la tierra.
Los pájaros, atraídos por sus congéneres de reclamo o el agua, iban tranquilamente y cuando se acercaban al charco se "enviscaban" quedando pegados de manera horrible en aquellas matitas de esparto, entonces íbamos y con cuidado los sacábamos de ese pegamento, dejando la mitad de plumas en el esparto enviscado, provocando un daño terrible a las aves, inconscientes de esto, y contentos las metíamos en jaula para llevarlas a casa, y muchas de ellas acababan en la sartén para comerlas, incluso las vendíamos a los bares, como digo, me arrepiento mucho de haber cometido estos actos que provocaron tanto sufrimiento a estas aves, ahora lo comprendo, la juventud tiene estas cosas, por desgracia.
Conocí a bastantes personas mayores, sobre todo cazadores que también practicaban este "arte" del envisque, ellos me enseñaron y me llevaron a sitios donde se podían realizar capturas, que sabíamos estaban prohibidas, pero en nuestra inconsciencia y por la permisividad de aquella época realizábamos para divertirnos, ahora lo pienso y ya no me divierte.
Un hombre, que llevaba toda la vida cazando pájaros me explicó que el año que iba a hacer mucho frío era el año en el que venían los "urganos", una especie de pájaro llamado en castellano Jilguero Lúgano, pequeño, de color amarillo y negro con un canto muy característico como piiiii, piiiii, redobles y parecido al de otros fringilídos con los que se mezcla en los campos, sierras, campiñas y sembrados.
Es un pájaro que según la tradición no viene todos los años en invierno, sino que lo hace en pocas cantidades cuando no hace frío y cuando lo va a hacer viene en grandes bandadas que se hacen notar en los campos de nuestras tierras, pues son muy vistosos y confiados, ya que en Europa, de donde vienen en la época invernal, están muy cuidados, nadie los caza y el hombre incluso los alimenta en sus jardines, aquí llegaban inocentes y nosotros los esquilmamos cazándolos sin piedad.
Un día de invierno que entré al campo de este cazador vi algo que me impactó mucho, una jaula enorme, tipo volador en la que habían cientos de Lúganos o "Urganos" como los llaman en mi tierra.
A pesar de que me gustaba la caza de estos fringílidos, de Jilgueros, de Verdecillos y de Verderones, sentí algo en mi interior que me decía que eso no estaba bien, que no se debía privar de la libertad a tanta cantidad de aves, que aquello era un crimen que no se debía tolerar, pero no quise decir nada y me limité a observar y a guardarme mis sentimientos para mí.
Era exagerado la cantidad de pájaros que esta gente cogía cada fin de semana, ahora comprendo como se ha llegado a la actual escasez de aves insectívoras y granivoras que hay en nuestros montes y campos, pues a la caza se une la contaminación y la destrucción del habitat, mermendo las poblaciones de todas estas aves de forma brutal.
A pesar de sentirme mal viendo estos atentados a la naturaleza, seguía yendo a cazar con mis amigos, e incluso construí una jaula volador en casa de mi abuela para poder tener una gran cantidad de pájaros, también puse un cebador en el tejado de su casa y acostumbré a una manada de pardillos, gorriones y Lúganos a ir a comer a este "cebador", y con el tiempo logré atrapar a muchos de ellos con jaulas trampa y envisque, como digo, eran otros tiempos y eso no lo veíamos mal, ahora con la distancia del tiempo y la comprensión de lo que es la libertad y la vida, veo el mal que hice y aprendí la lección de que las aves donde tienen que estar es en el cielo, volando libres, en los montes, montañas, lagunas y mares, cumpliendo su misión en el sistema de la tierra, y que nosotros no tenemos que alterar eso porque no nos hace falta cazar estos seres para vivir, ahora cuando veo un pájaro enjaulado me da mucha pena y quisiera liberarlo, aunque hay muchos que nacen en cautividad y ya no pueden volver a la naturaleza, pero eso es otra historia.
Con el tiempo he aprendido a valorar la vida, toda clase de vida, la cual debemos proteger, cuidar y amar, pues nuestro futuro radica en la conservación de la misma, llevamos muchos siglos destruyendo este Mundo por nuestra ignorancia, y nuestro afán de acaparar toda clase de objetos y de tierra, que en realidad no nos pertenecen, pues solo nos pertenece el momento que vivimos y en el que podemos hacer el bien o el mal, y lo que hagamos vuelve a nosotros tarde o temprano, por eso ahora intento enmendar mis errores del pasado, protegiendo la vida y ayudando en los posible a los seres vivos que pueda, por lo menos no haciéndoles daño, eso ya es bastante.
En el año de los "Urganos" me di cuenta de lo destructivos que somos, del mal que la humanidad cometemos con los pobres e inocentes seres vivos que nos rodean y que tanto bien nos hacen, manteniendo el orden natural de las cosas, dándonos el alimento y permitiendo que la Naturaleza fluya.
Ojalá todos nos diéramos cuenta de estas verdades, de que los pájaros deben ser libres de volar donde quieran, que los animales están en el Mundo para vivir su vida en su hábitat, que no tenemos que provocar su destrucción ni su sufrimiento y que de la forma que tratemos a la Naturaleza depende nuestro futuro, cada día me doy mas cuenta de ello y por eso quiero transmitirlo, aunque por desgracia sirva de poco.
Cuidemos la vida, pues la nuestra depende de ello.
Seguimos en el camino, empezamos un nuevo año 2021, esperemos nos traiga esperanza...
2 comentarios:
Juanma, eres mi espejo. Yo solía hacer mil diabluras de ese tipo, desde pajaros, hasta pobres lagartijas. Eso no es cosa de ser desconsiderados con la naturaleza, eso es cosa de la infancia/juventud. Menos mal que ese problema se quita con el tiempo, aunque con el tiempo y los achaques, ya nos gustaria volver a tener esos problemas otra vez...
Tienes razón, pero me sabe mal viendo en la distancia del tiempo, el sufrimiento que provoqué en aquellos pajarillos, pero bueno, son cosas de la vida, como bien dices, ojalá fueran esos problemas los que tuviéramos ahora, que tiempos aquellos...gracias por comentar, amigo.
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