lunes, 10 de abril de 2023

UN PASEO EXTRAÑO...CAPÍTULO 1

 



Se sentó en una roca situada en un promontorio al lado de la senda que surcaba la vaguada repleta de collas de agua y adelfas de flores blancas, el aire olía a humo pero no sabía de donde podía venir el fuego, un suave vientecillo como de brisa caliente le daba en la cara y el silencio de aquel lugar le intrigaba más que el olor a quemado que se percibía en él.

No estaba seguro por qué había ido a pasear esa tarde por aquel lugar de la Sierra, solo sintió el impulso de caminar, cogió la botella de agua y su pequeña mochila deportiva con algo de fruta y galletas y salió con prisa para recorrer los senderos de su querida montaña.

No tardó más de media hora en entrar en aquel paraje escondido, en donde las cuevas con grafitis de todo tipo le daban la bienvenida, aunque él se fijaba siempre en uno de ellos que le llamaba mucho la atención, pues sabedor de su significado aún le otorgaba más misterio a aquel lugar, en una pared de una cueva lateral del camino que seguía hacía las collas de agua que iba a visitar, en donde hay pintada una estrella de cinco puntas negra con dos letras en la parte de arriba, entre su vértice superior ponía la palabra RA, y debajo en los cuatro siguientes tres seises, para cualquiera que lo  viera le ponía los pelos de punta por ser algo quizás satánico, o pretender parecerlo, pero él sabía que posiblemente no fuera así, conocía el significado por haber leído muchos libros de esoterismo y de magia, su afición a estas lecturas le venía de pequeño, no se asustaba por ver estos símbolos, sin la debida intención y creencia no tenían poder para nada, pero daba pistas de quienes podían estar merodeando por estos lares.

El sentimiento de sentirse observado en aquel paraje era muy fuerte, aunque la energía que sentía en aquella vaguada no le parecía negativa, se sentía intranquilo porque esa sensación cada vez era más acuciada, y la verdad es que no había visto a nadie desde que salió del pueblo que pudiera estar por este lugar, es más, normalmente se encontraba con senderistas que bajaban o subían por el camino que solía frecuentar para llegar a estas collas, pero en esta ocasión estaba solo.

De repente se dio cuenta que el silencio era total, lo más extraño es que para ser a una hora de la tarde en la que el sol aún está alto, no se oía ningún trino ni canto de pajarillo o ave rapaz, que suelen haber por este lugar.

Entre árboles secos de antiguos huertos serranos, matorrales de romero, tomillo, carrascas y en los lugares de umbría cañas y adelfas entremezcladas, se escuchaba movimiento, como de animalillos escondidos, pero él sabía que eran otro tipo de "animales", quizás algún gnomo, elfo o duendecillo le estaba intentando asustar, sabía que habían seres elementales, conocía su secreto.

Enseguida sus sentidos se pusieron alerta porque percibió lo extraño de la escena, un sexto sentido le dijo que aquello no era normal y debía tomar precauciones, pues ya estaba avisado de que en algún momento, en la soledad de la Sierra, esto solo significaba una cosa, que estos seres elementales estaban acechando para expulsarlo de sus dominios, pues cuando en un lugar existen energías telúricas tan fuertes como las que se sentían allí, la "buena gente" no quiere que sea profanada por el ser humano, entonces crean entornos de soledad y desasosiego para que quien pase, se marche pronto.

El lo sabía, sabía que esto ocurriría, ya se lo habían predicho en alguna ocasión hablando con gente entendida en la materia esotérica, aquél símbolo en la entrada de la cueva no era algo realizado por un gamberro pintamonas, no, él sabía que era un aviso, sabía que entraba en un lugar de poder, en una zona de apertura dimensional a otra realidad de la que solo percibimos pequeños atisbos en ciertos lugares, y ese era uno de ellos...

Se introdujo en la senda que atravesaba el pequeño cañón en el que estaban situadas las collas de agua rodeadas de juncos bellísimos, tan raros de ver por estos parajes, llegó a una zona más abierta en la que transcurría un pequeño hilo de agua que era el que llenaba las collas, un mirlo bebía de una de ellas, se le quedó mirando fijamente, entonces dio la vuelta y con pequeños saltitos desapareció detrás de una roca, se quedó ensimismado mirando la escena y de repente unos matorrales cercanos se movieron como si alguien saltara de ellos, pero no vio a nadie, es más, no vio nada, solo el movimiento de esas plantas.

Su inquietud se multiplicó y algo en su cabeza le decía que siguiera más adelante, que alguien le estaba esperando, algo muy extraño, pues nunca le había pasado tal cosa, incluso llegó a pensar que podría estar volviéndose loco, oír voces interiores no es muy normal, excepto la de tu pensamiento, pero en esta ocasión oía a alguien decirle que subiera esta vaguada, que alguien le esperaba allí, todo muy extraño.

Desechó todo temor intentado ser racional, pero a la vez aplicando todo el conocimiento adquirido por sus lecturas esotéricas y mágicas, se dejó llevar por aquel "guía" interior que le instaba a seguir ese camino.

Subió con esfuerzo las intrincadas sendas que se abrían entre las rocas de este pequeño cañón , entre vaguadas y collas de aguas cada vez más difíciles de atravesar, hasta que llegó u  una zona en la que había una cueva excavada por el viento en la que la roca era de color amarillo, con formas como de casitas excavadas en la misma que formaban como un pequeño pueblecito de las mismas en un lateral de la cueva, entonces en su interior resonó una voz que le dijo:- Bienvenido a la ciudad de los Enanitos amarillos-.

El lugar erar realmente bello, pero no sabía porque había llegado allí, había subido este pequeño cañón muchas veces y nunca había reparado en esta cueva y estas formaciones creadas por el viento.

La voz que le guiaba le empezó a decir que no tuviera miedo, que estaba allí por una razón, querían que supiera que existía otra realidad que no se puede ver, que "ellos" existían que querían dar un mensaje.

Aunque no sentía miedo, su inquietud hacia su cordura mental le empezó a agobiar, pues escuchaba o pensaba estas cosas con otra voz, como quería afirmar, no veía a nadie, no escuchaba sonido de animales, solo ruidos extraños, movimientos de matorrales y susurros apenas inaudibles como de conversaciones ininteligibles lejanas.

Miró a su alrededor y pensó que la voz tenía razón, la formación rocosa de la cueva parecía una pequeña ciudad de casitas redondeadas y excavadas en la roca en donde perfectamente podían vivir enanitos, el color amarillo de las mismas supuso les daba el color de su nombre.

Se rio de si mismo, pensando que su cerebro estaba falto de azúcar pensando estas supuestas tonterías, entonces sacó las galletas y el agua para comerse unas cuantas respirando el aire puro de aquel lugar.

Un pitido en el oído izquierdo le puso en alerta de que algo iba a ocurrir, la soledad era absoluta, la tarde estaba languideciendo y el sol estaba en su ocaso, de repente oyó una vocecilla como de un niño muy pequeño, muy aguda; -déjanos unas galletas en esa piedra plana.-

La voz venía de detrás suyo, se giró y no vio a nadie, entonces si que se asustó, en voz alta preguntó_¿quién eres?-


CONTINUARÁ...

 

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