domingo, 21 de enero de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 15

 


  Salieron de la cueva de tía Paua alrededor de las cuatro de la madrugada, el frío anormal para aquella época del año auguraba que el camino iba a ser complicado, los ruidos nocturnos de los seres que habitan los pinares se mezclaban con otros que no era deseable encontrarse, entre ellos los seres sombra y los espíritus oscuros de los que habló Antoine.

Sus percepciones estaban alteradas por su naturaleza mixta, los sonidos se amplificaban en este estado, pues los seres elementales tienen esa capacidad, pueden percibir toda clase de estímulos sensoriales mucho más rápido que los seres humanos, aparte de que su rapidez para poder ocultarse y no ser detectados es espectacular, pero por otra parte en este estado también son más vulnerables a los "seres mágicos" que habitan entre la dimensión terrenal y la elemental, por eso ahora prestaban mucha más atención a esos sonidos que nada tenían que ver con el bosque de pinos y la naturaleza.

Anduvieron una hora por las sendas de la Sierra, en dirección a la Montaña Tumular que Gimmi conocía muy bien.

Josu escuchaba en su cabeza susurros de la voz femenina de la Hada llamada Ari, pues así también se presentó ella, le decía cada cierto tiempo por donde tenían que seguir, iba llevándolos por sendas bastante desconocidas por Gimmi, pues algunas no sabía ni que existían, pues eran sendas que no estaban ni hechas, a través del campo, entre matorrales, carrascas, incluso cañaverales que crecían en medio de las mismas, pero sin rechistar seguían a Josu a través de esos inciertos caminos en la noche.

Escuchaban susurros en la oscuridad alrededor de ellos, voces apenas audibles que no podían entender, pero sabían que las sombras acechaban, pero su luz violeta, la que el hechizo de Antoine había hecho aparecer, parecía que no les dejaba acercarse, Gimmi miraba a su alrededor sabedor del peligro, Antoine no soltaba su medalla del Tetragramatón y Josu estaba como hipnotizado siguiendo las instrucciones que Ari le proporcionaba telepáticamente.

Llegaron casi al amanecer al final de la senda que Josu dijo que siguieran, estuvieron andando unas tres horas; vieron que la senda acababa de golpe en una pared de piedra caliza casi recta que no podían trepar, para poder salir de allí tendrían que retroceder y dar la vuelta a la montaña.

-Aquí no hay ninguna salida ni entrada a nada- dijo Gimmi- ¿Estás seguro que Ari te ha conducido a este lugar, Josu?- Asi és, Gimmi, me ha dicho que tenemos que esperar a que amanezca, pues el Sol nos dirá la manera de entrar al refugio de las Hadas, pero para verlo necesitamos su luz, ya que ella protegerá la entrada de que los Seres Sombra puedan encontrarla, eso sería fatal para ellas- dijo Josu.

Antoine procedió a sacar un puñado de sal de su bolsillo y con lentitud fue formando un círculo alrededor de ellos, cuando lo cerró les dijo:- Gimmi, Josu, para evitar que nos puedan detectar y atacarnos debemos permanecer dentro de este círculo, es muy importante que no salgáis de él, tengo un mal presentimiento, estoy seguro que hay alguien muy poderoso acechándonos, hemos removido algo en este lugar que no nos quiere aquí, a pesar de que estamos guiados por las hadas, no acabo de convencerme de que estemos en el buen camino-.

Gimmi se quedó pensativo y le dijo a Josu:- ¿Puedes preguntar a Ari mentalmente si nos puede ayudar en estos momentos? ¿nos puede dar luz en esta oscuridad?-.

Josu se concentró y le preguntó mentalmente al hada si les podría ayudar a salir de ese lugar, le pidió luz, pero Ari no contestaba, ni siquiera ya percibía Josu esa conexión que tuvo en la cueva de la Tía Paua.

Gimmi se puso nervioso, Antoine con gesto serio dijo:- Me lo temía amigos, Josu no ha estado hablando con Ari, posiblemente un resquicio en su psique que no ha sido limpiado del efecto de la larva Astral ha hecho que algún Ser Sombra o lo que es peor, algún espíritu oscuro se haga pasar por ella y nos haya guiado a una encerrona. 

Aun faltaba una media hora para que saliera el Sol, lo que no comprendían es por qué les habían dado instrucciones de esperar hasta el Alba y luego no tuvieron ninguna comunicación, para colmo quizás no era Ari quien les guiaba, estaban consternados, por suerte Antoine les había protegido, pero se olían que algo no iba bien, se sentían perseguidos por algo maligno.

De repente el Cielo iluminado por la Luna empezó a oscurecerse, unos grandes nubarrones empezaron a taparla, el frío se volvió más intenso y el viento empezó a arreciar con fuerza dándoles en la cara, ellos no se movieron del círculo de sal, atentos escuchaban el ruido de matorrales que se movían en la oscuridad alrededor de ellos, parecía que varias "cosas o seres" se acercaban rodeándoles. 

En cuestión de segundos aparecieron unos diez seres sombras que empezaron a increparles con todo tipo de injurias, los llamaban inútiles, a Gimmi le decían que era un Gnomo inpuro, que les iban a hacer desaparecer, que fracasarían en su misión.

Las formas grotescas de las Sombras los tenían atemorizados, pero Antoine con gesto serio les dijo:- No os mováis, quieren que nos pongamos nerviosos y salgamos de la protección, no hacerles caso-.

Asi permanecieron unos minutos hasta que dejaron de dar vueltas alrededor de ellos y se quedaron estáticos, flotando a unos cinco metros de su círculo protector, entonces vieron como se acercaba lentamente desde la oscuridad del camino una sombra mucho más grande que las que estaban increpándoles.

Vieron que era una sombra como de unos dos metros y medio, se fijaron en algo que les causó terror, en lo que parecía la cabeza se perfilaba un sombrero de copa, como los de los trajes elegantes de la aristocracia.

-¡Es el Hombre del Sombrero!- dijo Gimmi- ¡Si no huimos nos absorberá toda nuestra energía y nos convertiremos en sus esclavos sombra!

Josu, con cara desencajada cerró los ojos y oró para si, le pidió a la voz que había oído en su cabeza, que él estaba seguro que era del hada Ari, que les ayudara, y si habían interceptado esa comunicación telepática y era otra entidad quien le habló, quería pensar que ahora si podría comunicarse con la auténtica, pues estaba protegido por la sal bendecida, el resquicio de la Larva no tendría efecto.

Se concentró tanto que en un momento un pequeño rayo violeta salió de su cabeza y se dirigió hacia el firmamento, Antoine y Gimmi estaban pendiente del Hombre del Sombrero, cada vez estaba más cerca y el frío junto con la oscuridad eran cada vez más acuciados.

Cuando el Hombre del Sombrero estaba a dos metros de ellos, el rayo violeta cayo violéntamente delante de él, una luz violeta lo iluminó todo haciendo retroceder a los Seres Sombra y cegando los ojos rojos del Hombre del Sombrero.

Con un gruñido escalofriante el espíritu oscuro empezó a retirarse hacia atrás, por lo visto no era capaz de atravesar el muro de sal, pero otra vez los seres sombra rodearon a nuestros amigos ahora con más violencia.

El Hombre del Sombrero de copa se quedó estático, les miraba e intentaba hacer mella en su mente enviando pensamientos negativos, imágenes crueles de sufrimiento, guerras, campos de concentración, asesinatos, todo tipo de maldades estaban bombardeando a Josu, Antoine y Gimmi; tal era la presión mental que Josu se puso las manos en la cabeza, gritando: - Nooooo, por favor, no sigas, es terrible, ¡ no puedo más!-.

Gimmi se quedó como petrificado y empezó a oscurecerse, a ponerse rígido y a no poder hablar, estaba convirtiéndose en piedra.

En ese momento Antoine, ante la desesperación de Josu y el estado de Gimmi le dijo a Josu:- ¡Concentrate en contactar con el hada!, desecha los pensamientos que te están enviando, piensa en Ari, rápido!

Antoine también empezó a sentir la negativida dentro de su mente, las imágenes iban y venían, todo lo veía negro, todo lo malo del mundo parecía venir a su mente, entonces intentó poner en práctica el consejo de su maestro de la Logia, pues siempre le decía que ante un pensamiento negativo tenía que dejar que pasara y solaparlo con recuerdos de momentos agradables, o de canciones, lecturas y vivencias que nos fueran gratas.

Así lo hizo y poco a poco desechaba los pensamientos que le inculcaba el Hombre del Sombrero de Copa, este al ver que resistía, incrementaba el volumen de miedo que quería inculcar, pero Antoine se aferraba al Tetragramatón, eso le daba fuerzas, miró a Gimmi como se volvía gris y duro como la piedra, entonces como en una intuición le dijo a Josu:- ¡Invoca a Ari, mensajera de la Diosa Luna, dile que nos ayude, estamos en sus dominios!- .

Josu, con lágrimas en los ojos, salidas de su parte humana dijo;- Mi señora Ari, guardiana de la luz de la Luna, danos la misma y líbranos de esta oscuridad, te lo suplicamos!-.

Ante esta súplica, otro rayo violeta salió de la cabeza de Josu, se dirigió directamente a donde estaba el Hombre del Sombrero, penetrando en él, en un momento pareció que todo el aire, frío y movimiento de los secuaces del Espíritu Oscuro se paró en seco, los nubarrones que tapaban la Luna se disiparon, una luz blanca iluminó el lugar haciendo que el aire retrocediera, los seres sombra se retiraron a las zonas oscuras y el Hombre del Sombrero de Copa con un gruñido fastidioso se retirara hacia atrás, no sin antes maldecir con voz gutural profunda a Josu: -¡Maldito, no conocerás la paz, estaremos siguiéndote a donde vayas, somos muchos y muy poderosos, el mal está en todas partes, no lo olvides, ningún hada te podrá salvar siempre!-.

En ese preciso instante se empezó a ver la luz del Alba, estaba amaneciendo y según recordaba de las palabras de Gimmi, a las hadas les gusta aparecer en esos momentos, entre el día y la noche; a lo lejos en el camino apareció un resplandor blanco que se acercaba, una luz preciosa, como la de la Luna, intensificada por reminiscencias violetas y azules.

Cuando miraron bien, las luces se fueron perfilando en tres figuras, tres damas blancas, preciosas, brillantes, con trajes perlados, en la cabeza una tiara como de plata, un traje blanco espectacular, como de seda, irradiando luz y calor, llevaban en la mano una bola de luz también blanca que con un gesto elegante lanzaron hacia adelante en dirección a la zona donde se había escondido el Hombre del Sombrero de Copa, cuando dieron con él,  se iluminó esa zona como en una explosión y un chillido agudo se alzó en el aire, seguido de otros más débiles que les siguieron.

Ari y dos de sus hermanas habían aparecido a tiempo, ellas les libraron de la maldad de los espíritus oscuros.

Josu se quedó maravillado ante la visión de las Hadas, Antoine a pesar de estar sorprendido también, su preocupación por Gimmi no le dejó admirar la belleza, solo dijo:- Mis señoras, debemos ayudar a nuestro amigo, vosotras le conocéis, no sé que le ha pasado-.

Las tres hadas se acercaron a Gimmi y le pusieron la mano en su cabeza, un leve resplandor de luz blanca le iluminó, en ese momento fue recobrando su color y su forma viva, entonces cayó de rodillas y con un suspiro volvió a respirar , Ari y sus hermanas le habían salvado.


Continuará...


 



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