domingo, 4 de febrero de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 16

 

 Gimmi volvió a respirar después de que las tres hadas le tocaran y deshicieran el hechizo maligno de aquel terrible espíritu oscuro, permaneció de rodillas dando las gracias a Ari y sus hermanas, pues en el pueblo de las hadas todas son hermanas, así se llaman y así se sienten.

- Tuve unas visiones terribles que nunca había pensado tener, mi corazón se encogió ante ellas, no sé que me hizo el Hombre del Sombrero de Copa pero vi el sufrimiento humano en todo su apogeo, imágenes de guerras terribles, de torturas, de vejaciones impensables, muertes de niños, de mujeres, de ancianos, cuerpos desmembrados, dolor, mucho dolor, miedo, lágrimas y tristeza sin fín- le dijo Gimmi a las tres hadas- nunca pensé que la humanidad fuera capaz de crear tanto horror, los seres elementales conocemos el mal, pero de esa índole no, nunca lo hubiera imaginado, me va a costar mucho olvidar estas imágenes-.

-Te hemos cogido a tiempo Gimmi- dijo Ari, -unos minutos más y tu condición elemental hubiera desaparecido, solo serías una simple roca de tu elemento, has tenido mucha suerte, los seres sombra tienen mucho poder en estos tiempos.-

Gimmi, Antoine y Josu con ojos de asombro admiraron la belleza de las tres hadas, habían aparecido en un momento crítico, por fin podrían conocerlas y hablar con ellas.

Josu estaba emocionado, además una de ellas, la que estaba a la derecha de Ari cuando aparecieron se quedó mirándolo fijamente, Josu también lo hizo y sus miradas chocaron encendiendo un calor extraño en el corazón de Josu que no sabía explicar, pero enseguida apartaron la misma y miraron a Gimmi, pero Josu no olvidó ese momento desde que sucedió.

-Os presento a dos de mis hermanas, a mi izquierda está Aine, a mi derecha está Xena, son hadas nocturnas, como yo, aunque podemos también ser vistas de día, como sucede ahora en el alba, pero no nos gusta la luz del Sol, la Luna es nuestra aliada, de ella conseguimos nuestra luz y energía, velamos por los seres nocturnos entre otras de nuestras tareas- dijo Ari.

-Hemos venido guiados por la conexión telepática que tuve con Josu, aunque fue interceptada por los seres sombra, pues tienen el poder de meterse en la mente de quienes ellos deseen cuando están cerca.-

Antoine en ese momento dijo:- Podemos abrir el círculo de sal en estos momentos, ¿no?, la verdad es que estoy aún bastante asustado por lo sucedido, nunca pensé enfrentarme a seres tan oscuros y siniestros.-

-Puedes salir ya mi querido Antoine, llevaba mucho tiempo queriendo conocerte, me han hablado mucho de ti, nosotras sabíamos que un día vendrías a conocernos, estabas predestinado a ello, te hemos esperado pacientemente, aunque no lo creas eres muy importante en esta misión, crucial para todos nosotros, pues en estos tiempos es posible que nos haya llegado el fin de nuestra era...-dijo Ari.

Antoine se quedó pensativo y no supo que decir - bueno, no os preocupéis ahora de nada- dijo Ari- ya tendremos tiempo de explicaciones y de buscar respuestas, ahora os vamos a invitar a que vengáis a nuestro refugio de la Sierra, debéis saber que nosotras somos seres interdimensionales, como vosotros Gimmi, pero hemos elegido vivir en este plano de existencia para poder interactuar mejor en el mundo de los humanos, pues somos en cierta manera sus protectoras, al igual que los que ellos consideran sus "ángeles guardianes", que ya hablaremos de ellos en otra ocasión.-

Las hermanas de Ari, Aine y Xena no dijeron nada, Ari se dirigió con paso firme hacia la pared de piedra con la que se encontraron poco antes de enfrentarse a los seres sombra y el Hombre del Sombrero de copa, a continuación, detrás de ella iban las otras dos hadas, con paso firme y decidido, su belleza y su resplandor blanco les iluminaba a pesar de que el sol estaba saliendo por encima de la montaña Tumular, el aire frio se había detenido y un agradable aroma a rocío y hierba nueva se esparcía por el aire, los tres se quedaron extasiados viendo como se dirigían a chocarse con la pared pétrea, entonces en una abrir y cerrar de ojos, una grieta luminosa con forma de puerta se fue formando en la aquel muro que parecía impenetrable, en un momento se formó una puerta  que irradiaba la misma luz blanca que las hadas tenían alrededor de ellas, Arí se paró en una esquina de esa puerta mientras Aine y Xena entraron, luego con un movimiento de invitación les dijo a nuestros tres amigos que pasaran sin miedo.

El primero en entrar fue Josu, luego entró Antoine y por último Gimmi, aún se sentía un poco indispuesto después del episodio tan horrible que había pasado, pero al entrar empezó a sentirse mejor, una luz que no deslumbraba, blanca como la más pura de la leche y cálida como una mañana de verano los envolvió y cegando su vista atravesaron el umbral de la puerta luminosa.

Entraron a una cueva inmensa, el techo colgaban estalactitas increíblemente bellas, en el techo surgían una especie de hongos luminiscentes que le daban un resplandor de varios colores a las mismas iluminando de forma harmoniosa aquella inmensa cueva en la que no se veía el contorno de la misma.

Las tres hadas iban delante como en comitiva, detrás iban Gimmi, Josu y Antoine, seguían un camino de color blanco que no abandonaban en ningún momento, a los lados de la cueva, cuyas paredes se veían allá a lo lejos, en una inmensidad impropia de un lugar subterráneo, pues Gimmi conocía muy bien todos estos, era una de sus tareas favoritas, excavar túneles y cuevas cuando el Fauno se lo ordenaba. Pues quedó maravillado por la inmensidad y belleza de este lugar, no sabía como lo habían hecho, estaba asombrado.

Josu y Antoine se sentían abrumados por tanta belleza y magnificencia en aquella cueva, a los lados del camino blando habían estalagmitas rodeadas también de hongos luminiscentes, de extrañas plantas fosforescentes, cientos de luciérnagas revoloteaban a su alrededor, mariposas nocturnas de una belleza sin igual, que nunca habían visto, también habían grillos y otras clases de insectos nocturnos que no conocían.

Recorrieron un buen tramo siguiendo a las hadas, hasta que se encontraron con otro muro de piedra en el que había otra puerta pero esta vez no estaba iluminada, en la misma había un cartel en rúnico:

"ᛖᛋᚳᚱᛁᛒᛖ ᚪ ᚢ  ᛏᚢ ᚾᚩᛗᛒᚱᛖᚳᚢᚪᚾᛞᚩ ᛖᛚ ᛈᚱᛁᛗᛖᚱ ᛒᛖᛒ ᚱᛁᚩ ᛈᚩᚱ ᛈᚱᛁᛗᛖᚱᚪ ᛖ, ᛋᚢ ᚱᛁᛋᚪ ᛋᛖ ᚱᚩᛗᛈᛁ  ᛖᚾ ᛗᛁᛚ ᛈᛖᛞᚪ ᚩᛋ, ᚣ ᛏᚩᛞᚩᛋ ᛋᛖ ᚠᚢᛖᚱᚩᚾ ᛋᚪᛚᛏᚪᚾᛞᚩ, ᚣ ᛖᛋᛖ ᚠᚢᛖ ᛖᛚ ᚳᚩᛗᛁᛖᚾ ᚩ ᛞᛖ ᛚᚪᛋ ᚻᚪᛞᚪᛋ"
 

 "Cuando el primer bebé rio por primera vez, su risa se rompió en mil pedazos, y todos se fueron saltando, y ese fue el comienzo de las hadas"

A los lados de la misma habían dos hadas custodiando aquella entrada; Ari se acercó a una de ellas y con un gesto levantando la mano le dijo:- Soy Ari, hada de la noche, guardiana del canto de la Lechuza, del Autillo, del Buho y el Ruiseñor, solicito entrar a nuestro pueblo, tenemos una visita muy importante que debemos atender.-

La guardiana de la puerta levantó su mano también y con una reverencia instó a las tres hermanas y a sus invitados a entrar por aquella puerta.

Procedieron a cruzar el umbral de la misma y cuando entraron se quedaron maravillados, pues parecía que estuvieran en un bosque precioso, lleno de árboles, con luz parecida a la del Sol que no sabían de donde venía, con flores hermosas por todos lados, cientos de hadas como Ari revoloteaban con sus alas, otras que no tenían alas también podían volar, flotaban de forma etérea, la belleza de aquel lugar era abrumadora para nuestros amigos, no podían creer lo que estaban viendo, habían hadas por todos los rincones de la cueva, se movían de un lado para otro, parecían ir hacía lo alto y desaparecer en la luz de aquel techo que no eran capaces de ver, luego volvían, otras parecían ir hacia las flores, otras a los árboles y todas reían y cantaban, aunque se dieron cuenta que había una zona allá en lo más profundo que estaba más oscurecida, allí no se veía tanta actividad.

Se pararon en un claro de aquel bosque interior, allí habían unas piedras que tenían su parte superior plana, parecían asientos, Ari les dijo que se sentaran allí, que esperaran porque iba a convocar a todas las hadas de aquel lugar para que vinieran a verlos, ellas les iban a dar respuestas.


Continuará...

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