martes, 19 de marzo de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 22

 


Penetraron nuestros tres compañeros en aquel oscuro portal dimensional arrastrados por un viento huracanado que los desplazaba con una velocidad tremenda hacía abajo, en un túnel oscuro con destellos de luz rojiza y violácea, siempre en caída, arrastrados por el pozo que parecía sin fondo en el que se había convertido el camino que contenía el portal.

Se les hizo eterna la caída, hasta que en completa oscuridad, con un ruido tremendo provocado por el huracanado viento que les empujaba; se dieron de bruces con un suelo sólido, húmedo y viscoso, parecía que estaba lleno de un fango cuya olor a putrefacción sentían perfectamente a pesar del viento que no cesaba.

Antoine preguntó a sus compañeros: -¿Estáis bien, amigos? ¿Gimmi, Josu? ¿me escucháis?- Si, querido Antoine- dijo Josu, Gimmi también respondió:- Dolorido, Antoine, pero bien.-

El viento poco a poco iba calmando, hasta que en unos minutos, o lo que ellos creían que eran esos minutos, pues el tiempo aquí se comportaba de forma extraña, fue parando hasta que se hizo una calma inquietante, pues estaban en una completa oscuridad, no tenían linternas ni ningún medio para iluminarse.

Antoine recordó entonces las palabras de su madre, que le dio el colgante con aquella gema del desierto, la que se había fundido con su medallón del Tetragramatón, le dijo: -(Recibe la gema amarilla del desierto, ella concentra la luz del Sol, en momentos de profunda oscuridad, se iluminará y te protegerá de aquella, será tu guía en los caminos de la noche y toda sombra que pretenda atacarte será repelida por ella, hasta las más poderosas)- , se lo sacó de la camisa y con asombro vio como iba adquiriendo una luz azulada, gracias a ella pudieron divisar algo el lugar donde estaban.

Habían penetrado en un mundo oscuro, lleno de fango maloliente, a su alrededor solo había oscuridad, a la cual se iban acostumbrando sus ojos, iluminados solo por el fulgor aún débil del medallón de Antoine, que iba delante intentando guiarlos.

El silencio inquietante de aquel lugar era salpicado por una especie de gemidos que se oían a lo lejos, la niebla tan espesa como si pudiera cortarse con un cuchillo, negra como el humo de una chimenea rodeaba todo lo visible a su alrededor, Gimmi se sentía muy mal, no estaba acostumbrado a sentir las vibraciones de lugares como este, pues los seres elementales nunca debían ir bajo ningún concepto a donde vivían los Duendes, corrían peligro de dejar de ser ellos mismos y convertirse en uno de los que moraban en este lugar, el Bajo Astral, la dimensión antesala de lo que se consideraba el Averno, en las tradiciones religiosas humanas, aquí habían muchas criaturas con las que no sería agradable encontrarse, este era el hogar de los espíritus desencarnados que se aferraban a la materia, a lo terrenal, los que no habían ascendido al plano Astral, a la luz de la Vida después de la vida, aquí moraban sin poder descansar. 

Josu y Antoine sentían escalofríos al ver el paisaje oscuro y la terrible niebla que los envolvía, Gimmi estaba callado, se sentía mal, pero no quería asustar a sus amigos y seguía el paso con ellos, para poder salir del trance maligno que les estaba invadiendo les dijo: - Antoine, Josu, debemos intentar buscar alguna pista que nos lleve a encontrar a Xena, aunque en esta oscuridad es muy difícil, debemos seguir hasta encontrar su rastro, no desfallezcamos, amigos-.

Durante mucho tiempo estuvieron andando por el cenagal neblinoso que era este lugar, asfixiados por la terrible olor a podredumbre, sin apenas luz; se sentían vigilados, escuchaban susurros en la oscuridad, sabían que les acechaban los Seres Sombra, los sentían, pero por alguna extraña razón, nadie les había atacado aún.

Sumergidos en aquella oscuridad, en su espíritu se iba posando la tristeza, la pesadumbre de la desesperanza, no sabían por qué pero se sentían cada vez más cansados y pesados, sus ánimos menguaban a cada paso, no sabían donde ir, ni que hacer, ahora si estaban perdidos, habían abierto el portal, entrado en el Bajo Astral, para nada, ahora no tenían esperanza ni de poder salir de allí.

Se sentaron en un promontorio de pequeñas rocas negras que encontraron en un lado de la senda que seguían, una senda que trazaban ellos, pues todo era igual, una vez allí, con aire lastimero Gimmi le dijo a Antoine:- Mi querido Mago, creo que ahora estamos perdidos, ¿puedes hacer algo para llamar a la luz, existe algún hechizo u oración?, me siento muy mal, nunca me había sentido así, Josu, si se te ocurre algo, ahora es el momento de decirlo.-

Josu estaba muerto de miedo, además de muy preocupado por Xena, no sabía que hacer, así que todos confiaban ahora en Antoine, su medallón era la única luz visible en todo aquel lugar terrible. A pesar de ello seguía pensando en protegerla con su burbuja de luz mental, quería defenderla a toda costa.

Antoine se puso en pie y les dijo: - No debemos desfallecer amigos, tenemos que encontrar la manera de guiarnos en este lugar, Brigitte me dio esta Gema, ahora integrada en mi Tetragramatón, voy a rezarle, concentraré mi pensamiento en ver la luz de la vida y del amor, tenéis que darme las manos y concentrarnos los tres en disipar las tinieblas que se están apoderando de nuestro corazón, vamos a llamar a la ayuda de nuestros guías interiores, todos tenemos uno, ellos nos van a llevar a la luz, confiad, amigos.-

Los tres compañeros se dieron la mano y Antoine mirándoles a los ojos les instó a pensar en pedir a sus guías interiores que les dieran respuesta, en ese momento un resplandor empezó a irradiarse de los tres, primero levemente, hasta que un gran destello, como un flash de luz que duró unos segundos salió despedido de sus cuerpos, entonces vieron que estaban rodeados de Seres Sombras, de otros sin forma definida, como si fueran gelatina grisácea parecida a cerebros llenos de venas que se hundían en el suelo, cientos de figuras cabizbajas andando por su alrededor, pero nadie se atrevía a atacarlos, no sabían la razón, por lo visto el talismán de Antoine era realmente efectivo, si lo perdía estaban literalmente muertos.

Cuando acabó el destello fulgurante de su petición se hizo otra vez la oscuridad, pero a lo lejos empezaron a divisar una pequeña luz que se les acercaba, era blanca, cada vez se hacía más grande, los Seres Sombra y los Seres informes se apartaban de su camino, poco a poco se iba formando una figura de un hombre vestido con una gabardina azul marino, llevaba un sombrero de Ala Ancha, pero no era un Jefe Sombra, pues tenía luz, llevaba unas gafas de Sol, su cara era la de un ser humano, no tenía el aspecto pálido de los espíritus desencarnados, parecía vivo, pero todos sabían que no era posible, llevaba unas botas negras como las de los militares, un pantalón negro y una camisa blanca, impolutas, con una flor colgada en uno de los bolsillos de su gabardina.

En unos instantes llegó hasta donde estaban los tres compañeros, con voz profunda y grave les dijo:- ¿Quién ha pedido un guía en esta oscuridad?-.

-Hemos sido nosotros, estamos perdidos en esta dimensión, no sabemos como avanzar, ¿quién eres?- preguntó Josu- .

-¿Qué hacen un Ser elemental y dos humanos vivos en este lugar sin sentido?

- ¿Cómo habéis hecho para venir aquí, este es el hogar de la locura, de las sombras y de la maldad gratuita?-.

-Venimos buscando a una Dama Elemental, amigo, fuimos emboscados en el hogar de la misma por los Duendes- dijo Antoine.

-En estos momentos tenemos también condición elemental provocada por la medicina de nuestro amigo Gnomo, por eso hemos podido penetrar en el Bajo Astral-.

-¡Sabéis que a los Seres Elementales les está prohibido entrar en esta dimensión!, pues aquí se degradan y se transforman en los que os atacó, pueden convertirse en Duendes o degradarse aún más y transformarse en Seres Sombra, o peor aún, en Larvas Astrales y Poltergeist, esos cerebros chupadores de energía negativa que surgen por doquier en este lugar, y lo que es peor, para siempre, sin posibilidad de salvación-.

-Lo sabemos, dijo Gimmi, pero nuestro deber es salvar a nuestra Dama Xena, ha sido secuestrada por los Duendes y los Seres Sombra, la tienen aquí, en algún lugar, pero no sabemos como buscarla-.

-Pero no nos has dicho quien eres, si eres un guía, dinos tu nombre, ya no confiamos en nadie, podrías ser una trampa- dijo Antoine-.

-Soy un espíritu errante, desencarnado hace mucho tiempo, sin apego a la materia, pero sin encontrar mi sitio en la luz, pues aún no se me permite entrar en ella, tuve una vida demasiado "desordenada", hice mucho daño y ahora estoy pagando las consecuencias, pues he sido "condenado" a vagar entre las distintas dimensiones de la existencia espiritual, puedo ir donde se me plazca, incluso he visto la Luz, he visto a lo que los humanos podrías considerar "Dios", pero Ella no me deja permanecer a su lado, y si, digo Ella porque para mí "Dios" es femenina, es la Creadora, la Madre, lo que llamáis Gaia, aunque su Creación va más allá de este planeta, pero por ahora no debéis saber más-.

-Por esas "casualidades"de la "vida", aunque aquí esa palabra no tiene sentido, se me dieron instrucciones hace unos días de venir a esta dimensión, pues aquí puedo ir ayudando a espíritus a encontrar el camino al Astral, a la otra vida, a la que no puedo ir, pero debo guiarlos, pues ese es mi trabajo, mi condena y mi existencia en las distintas dimensiones donde transito, nunca más de unos días en cada una, luego debo irme a otra, así hasta que "Ella" quiera y me de su bendición para ir a donde debo-.

-Escuché en la lejanía una llamada, luego un flash de luz acabó de llamarme la atención, me dirigí entonces hasta aquella luz que vosotros invocasteis, algo que jamás había presenciado en este lugar, entonces supe que mi misión era ayudaros, pues cuando alguien llama a un guía en esta dimensión, cosa que es muy improbable, pues la degradación de quienes vienen aquí no les permite tal cosa; estamos obligados a ayudarle, en rarísimas ocasiones ha sucedido eso en toda la historia de este lugar-.

- Debéis seguirme, yo se donde podemos encontrar pistas de donde está vuestra Hada, pues se que buscáis un hada, pues aunque no la habéis nombrado, hace unas horas vi a un grupo de Duendes que tenían retenida a una Elemental cuya luz iba menguando, pero aún se distinguía el brillo de sus alas, su vestido plateado y su tiara en la cabeza que refulgían en esta tremenda oscuridad, quise seguirlos pero con una maniobra de camuflaje, por lo visto me vieron, los Duendes tiraron una poción al suelo que soltó una niebla negra muy densa que empezó a disiparse por todo este lugar, yo puedo ver en la oscuridad, pero a través de la niebla oscura no, los perdí de vista y lo único que pude observar es que se dirigían hacia la dirección en la que os dirigís vosotros, quizás si seguimos esta senda cenagosa logremos encontrar pistas-.

-Vamos adelante amigos, si "Errante" nos acompaña podremos encontrar a Xena_ dijo Josu-.

-Un momento- con voz firme se dirigió Antoine a "El Errante"- ¿Cómo sabemos que no nos tiendes una trampa?, no te conocemos, además no nos han atacado sabiendo que estamos aquí, esto es muy extraño-.

-Gimmi de repente cayó de rodillas y les dijo a sus compañeros:- ¡Amigos, me estoy degradando!, la oscuridad me llama, han contactado conmigo, son los Duendes, me mandan mensajes telepáticos,me anulan, no se que voy a hacer, ¡ayudarme, por favor!-.

-Rápido, ¡tenéis que hacerle entrar en razón, que no le haga caso a sus pensamientos!, ponerle en un círculo de luz, trazar con vuestras manos un círculo y depositar en él todo lo bueno que os venga a la cabeza, pensamientos positivos, olvidar esta oscuridad, este mundo, pensar en la vida, en la naturaleza, en la tierra, en el mar, en el Sol, ilumina su frente con el medallón, Antoine, ¡debe salir de ese trance!- dijo El Errante.

Antoine y Josu trazaron un círculo en el fango, iluminados por el Medallón de Antoine, se lo colocaron en la frente, mientras intentaban pensar en cosas positivas, su  manos se iban tornando brillantes, cada vez más, desprendían una luz blanca que iba rodeando a Guimmi, mientras el Errante empezó a irradiar una luz blanca que permitía ver a quienes les asediaban, pero a la vez los repelía.

-¡Rápido!, debemos huir hacia adelante, salir de este asedio, seguidme mientras pueda tener luz, me la proporciona la flor que tengo en la gabardina, es una flor que recogí en una ladera del Cielo, lo que vosotros consideráis Paraíso, el Alto Astral, la dimensión donde os fundís con la Verdad y la Vida, pero se está secando-.

Antoine cogió en brazos a Gimmi, Josu con lágrimas en los ojos lo seguía, El Errante iba detrás iluminándolos; corrían como nunca lo había hecho, a través de la densa niebla, del hedor, del fango y de la oscuridad, no sabían donde iban, solo confiaban en aquel desconocido que les instaba a ir hacia adelante.

Estuvieron así durante mucho tiempo, hasta que la luz que les proporcionaba el recién llegado fue menguando y apagándose, solo quedó el medallón de Antoine, pero se dieron cuenta que donde estaban ya no había niebla, seguía oscuro, pero un fulgor como de fuego fatuo les permitía ver el lugar.

-Creo que ya no nos siguen las sombras, pero debemos tener cuidado porque en este lugar hay trampas energéticas que nos pueden absorber y llevar a la oscuridad eterna, si no logro que salgamos de aquí, yo también seré condenado por ello-.

Gimmi iba apagándose por momentos, su cuerpo se ponía rígido, su piel se iba tornando de un color verdoso, su rostro se estaba arrugando, sus ojos iban perdiendo el brillo y el color, sus facciones se iban afilando, su nariz se iba alargando en forma de gancho, Antoine y Josu miraban aterrados como Gimmi se estaba transformando en un Duende, y nada podían hacer por salvarle. 

El Errante les instó a dejarlo en el Suelo, ya no podían hacer nada por él, estaba en un estado avanzado de degradación elemental, por el momento no podrían salvarle, quizás si ellos lograban salir de aquella oscuridad podrían hacer algo, pero primero debían cumplir su misión, debían salvar a Xena, pero el Bajo Astral ya se había cobrado su primer tributo, el espíritu elemental de Gimmi había sucumbido a su exigencia.

Con gran tristeza dejaron a Gimmi en aquella oscuridad fangosa, viendo como ya no era él, como se iba transformando en algo maligno, inmóvil aún, pero pronto sería un enemigo más a esquivar o derrotar. 

El Errante dijo a Antoine que fuera guiando con la luz de su medallón, la niebla ya no estaba, los fuegos fatuos dejaban ver sendas de fango en cuyos lados cientos de Poltergeist y Larvas Astrales estaban alimentándose hundiendo sus venas en el suelo, cientos de espíritus pálidos les miraban con los ojos vacíos, sin emociones, cabizbajos, andando lentamente sin rumbo,atravesaban la dimensión hasta la "realidad" absorbiendo la energía negativa de la humanidad, de las discusiones violentas en las casas, las peleas,las envidias, fomentando en los humanos el transmitir el llamado "mal de ojo",atormentando a los enfermos de depresión,a las demás personas con enfermedades mentales,a la de las zonas de guerras, fomentando el odio entre los afligidos por desgracias, alimentándose de la energía del sufrimiento de los barrios pobres, de los que pasaban hambre, los que vendían su cuerpo para comer y sobrevivir, de la desesperación de los que estaban enganchados a las drogas,de la maldad de  quienes las vendían y sus familias, de todos los que provocaban el mal en el Mundo Real humano.

-Esto es solo una parte de toda la oscuridad que provoca vuestro mundo, una ínfima parte, pues esta es la puerta de entrada de la maldad absoluta, esta es la puerta por donde vienen los seres más temibles de la Oscuridad, los dueños reales de vuestro Mundo, cuyos esbirros, los seres Sombra, a las órdenes de sus jefes, los Hombres del Sombrero, en sus distintas variantes vienen a recolectar las almas de vuestros congéneres, para disuadirlos de ir a la verdadera luz, disfrazándose de la misma y llevarlos a otro ciclo de reencarnación nefasta para que, viviendo otra vida desgraciada, generen energía negativa con la que alimentarse, así cosechan su alimento, durante miles de años así ha sido, esta es la puerta de entrada de los Arcontes,llevemos cuidado de no encontrarnos con ellos, sino estaremos perdidos.- dijo El Errante.

-Sigamos hacia adelante esta senda, dejemos que el Tetragramatón nos guíe, ahora más que nunca confío, en él, las cuatro letras sagradas van a llevarnos a nuestro destino, tengo la corazonada que pronto hallaremos pistas de Xena, ¡Josu sigue enviando luz mental en forma de burbuja a tu querida Dama!-dijo Antoine.

-Te doy las gracias por haber acudido a ayudarnos, Errante, ven con nosotros en la oscuridad a abrir una brecha de luz en la misma, rescatemos a Xena, ¡se lo debemos a Gimmi!- afirmó Josu.

-¡Estoy aquí para ayudaros, esa es mi misión, estoy condenado a ello!

Los dos viejos compañeros junto con El Errante se perdieron en la oscuridad iluminada por el fuego fatuo sin saber que detrás de ellos iban Tres Seres Sombra que querían vengarse de antiguas humillaciones, eran el Hombre del Sombrero de Copa, El Hombre del Sombrero de Bombín, y el más poderoso, El Hombre del Sombrero de Ala Ancha.

Continuará... 



2 comentarios:

Javier Fuentes Asensio dijo...

¿Saldrán de esta nuestros amigos?
esperando al siguiente capítulo

Juanma dijo...

Ahora viene lo bueno.