miércoles, 16 de agosto de 2023

UN PASEO EXTRAÑO - CAPÍTULO 3


  Tardó una media hora en regresar al pueblo, en su cabeza resonaban las palabras aquella voz infantil, lo que más le intrigaba ya no era el haberlas escuchado en su  mente, sino que decían que él conocía a quien las pronunciaba, ese comentario no le dejaba de dar vueltas en su cabeza, desconocía el porqué de toda esa vivencia que había ocurrido hacía apenas una hora, no entendía nada, ni siquiera recordaba el motivo por el que había decidido ir a esa zona de la sierra, intentó ser racional, se dijo a sí mismo que posiblemente fuera una alucinación producida por el humo que de forma no visible se le había subido al cerebro inundando la sangre de dióxido de carbono, no podía ser posible el escuchar voces de la nada y visitar sitios conocidos encontrando otros nuevos en un camino mil veces recorrido.

Ante la posibilidad de que hubiera sido un fenómeno paranormal se planteó el no decírselo a nadie hasta que hubiera hablado con alguien que entendiera este tema, temía que lo trataran de loco o se rieran de él.

Dejó pasar los días, pero en su cerebro resonaban en bucle las palabras del ser que contactó con él en las Collas de la Sierra, pensaba que tenía la prueba material de haberle dado galletas y haberlas visto desaparecer, vio la "Ciudad de los Enanitos Amarillos", experimentó la burbuja temporal y los movimientos extraños de los matorrales, aparte del extraño incendio dantesco que no tenía llama, solo brasas, quemadas en tan poco lapso de tiempo.

Se personó en la biblioteca municipal, conocía al bibliotecario de toda la vida, pero hacía tanto tiempo que no iba a este lugar que ni siquiera sabía donde tenía el carnet de la misma.

Entró por la puerta y se dirigió al mostrador, le preguntó a José el bibliotecario donde estaba la sección de esoterismo y fantasía, le dijo que estaba al fondo a la derecha uno y a la izquierda el otro.

Se dirigió a la sección esotérica en primer lugar, estuvo ojeando los volúmenes allí expuestos, entre los que habían libros de Espiritismo de Alan Kardeck, el Kybalión de Hermes Trismegisto, libros de Papus, Dion Fortune, Madame Blabatsky, pero no le interesaba ninguno de momento, había leído alguno en su juventud, pero ahora quería saber algo sobre los seres elementales.

En medio de la estantería encontró algo interesante, un libro de un autor español que no conocía, un tal Alberto García había publicado un libro llamado Breve Guía de Seres Elementales y Otros Seres Fantásticos. 

Cogió el libro y lo abrió por la mitad, en una de sus páginas hablaba sobre los elementales de tierra, en concreto de los gnomos, los que todos conocíamos por la serie de dibujos que hace muchos años emitieron en televisión, pero aquí se afirmaba que su existencia era real, que ayudaban a los animales, que eran los guardianes de las plantas y los árboles, curaban a los habitantes de los bosques, y que gustaban de asustar a los humanos e incluso aprovecharse de ellos en lo posible.

Según el libro existen multitud de seres Elementales, entre ellos las Hadas, los Elfos, Gnomos, duendes, Ondinas, Salamandras, Trolls, y en cada país tienen sus nombres y sus formas, aunque su esencia es la misma, son espíritus intermedios entre Dioses y humanos que viven en otra dimensión muy cercana a la nuestra, que pueden cruzarla e interactuar con nosotros en ocasiones.

Se renovó el carnet de la Biblioteca y sacó el libro para leerlo tranquilamente en casa, estaba seguro que lo que había interactuado con él en la Collas era algún ser de los que hablaba el mismo.

Se tiró horas leyendo y llegó a la conclusión que fue algún gnomo quien contactó psíquicamente con él, pues dominan la telepatía y son los que más conocen el mundo humano.

Ahora que conocía la posibilidad de que fuera este ser quien contactó con él debía encontrar a alguien que entendiera de estos temas y le guiara, como pensó al salir de la Sierra.

Se decidió a hablar con un vecino que le dijeron sabía echar las cartas del Tarot, que era espiritista, además decían las malas lenguas que era una especie de brujo, también sanador y que quitaba el mal de ojo.

Su nombre era Antoine, era "forastero", a pesar de ser del pueblo se había criado en el extranjero, en un país africano, hacía unos cinco años que había venido a vivir aquí por circunstancias de la vida.

La gente del pueblo lo consideraba excéntrico, era una persona solitaria que paseaba mucho por la Sierra y por el pueblo por la noche, en cierta manera la gente desconfiaba de él, pero también habían comprobado que acertaba mucho con el Tarot y sabía sacar el mal de ojo a los niños y no tan niños.

La gente le temía pero a la vez le buscaba, en cierta manera como a las antiguas brujas de los tiempos medievales, solo que en estos tiempos estás cosas estaban un poco más normalizadas.

Le dijeron donde vivía, en una planta baja a las afueras del,pueblo, con cierto temor se acercó a su puerta y antes de tocar el timbre oyó el picaporte de la misma abrirse, asustado se hizo hacia atrás y vio salir a Antoine, sorprendidos los dos se dijeron hola, a lo que Antonie dijo_Disculpa, iba a salir, ¿venías a buscarme para algo?.  _Siii, si  perdón por aparecer de improviso._No te preocupes, voy a hacer un recado_dijo Antoine, si no te importa puedes esperar o si lo prefieres me acompañas y hablamos, son dos calles más adelante, necesito un paquete de sal gorda.

Te acompaño entonces_dijo nuestro protagonista_ no sabía la razón, pero le empezó a caer bien este hombre, solo con la pequeña conversación que había tenido, le transmitió confianza, supo entonces que él le daría respuestas.

Continuará....

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