domingo, 14 de abril de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 25

 


 Josu, Antoine y el propio Arconte quedaron sorprendidos al ver la aparición de aquel Ser Luminoso, tenía el pelo largo, de color oscuro, con unas facciones armoniosas, los ojos verdes, la piel blanca pero con un color más saludable que la recreación en la que se convirtió El Arconte, su mono ceñido, o buzo, daba la impresión que era como una segunda piel, marcando toda la musculatura de su cuerpo, que sin ser excesiva, se veía muy marcado, como si fuera un atleta o fisioculturista moderado.

Antoine se fijó en el símbolo que llevaba grabado en su pecho, le sonaba de algo, no estaba seguro, pero lo había visto en algún sitio, lo recordaba como un símbolo angélico, el que llevaban los Arcángeles, mientras, Josu, con una fascinación creciente no dejaba de mirar la belleza de aquel Ser, en su interior no pudo pensar otra cosa: -¡Es un Ángel!- pero no quiso decirlo en voz alta.

El Arconte se quedó impávido mirando la aparición, su rostro denotaba rabia, se puso en posición desafiante y con una mirada llamó a sus esbirros Sombra para que vinieran junto a Él.

Los cuatro espectros se enfrentaban a nuestros dos compañeros, iluminados por el nuevo aparecido en escena, con una reverencia saludó a nuestros amigos y con una voz dulce pero atronadora dijo:

 - Mi nombre es Daniel, soy uno de los ángeles custodios asignado por el Creador a los humanos, habéis solicitado ayuda, vuestra llamada a llegado al Reino Celestial, Yo Soy el que Soy me ha enviado en su nombre, la perturbación creada por el cruce del Arconte a esta dimensión ha sido detectada en el Astral. Antoine, has pronunciado el nombre de Dios, el innombrable, con ello has solicitado ayuda, pero debes pagar más adelante la misma en su sagrado nombre.-

-No tienes permiso para llevarte almas encarnadas en este lugar, Arconte, este es un lugar de paso, de purgar los errores en la vida, de permanecer en el olvido penando los mismos, por eso estamos tan cerca de la "realidad" de la vida, pues este es el puente al verdadero Mundo, el Astral o Paraíso, como dicen los cristianos, aunque la realidad es otra, el llamado así mismo es de muchas formas, tantas como humanos existen.-

-Vengo a proteger a estos dos humanos, soy el Custodio de uno de ellos, su llamada fue recibida inmediatamente, debo proteger su tesoro más valioso, su libre albedrío, nada ni nadie puede doblegar el alma humana si ella no lo consiente, esa es la verdadera fortaleza de la misma, por ello teméis tanto a los que aprenden este conocimiento, entre ellos los que aprenden las ciencias ocultas y la espiritualidad.-

El Ángel Daniel se irguió en ese momento y levantando los brazos invocó:

- En el nombre de los doce poderes del Universo, yo invoco a la fuerza suprema de la voluntad para que destierre de este lugar al Ser increado, que su negatividad sea suprimida, limpiad de este lugar todo rastro del Arconte, no es el momento de que permanezca aquí, en el nombre sagrado Yod, He, Vav, He, vuelve a tu lugar, a la No Creación, a la Oscuridad de la nada, ¡Obedece!.-

En ese momento unas alas de plumas metálicas de color blanco se desplegaron de su espalda, la magnificencia de aquel Ser se vio en todo su esplendor, Josu y Antoine quedaron cegados por la luz que empezó a emanar de Daniel, el Arconte y sus esbirros retrocedieron cegados por la misma.

El Arconte levantó su mano derecha y en la misma apareció una espada gigantesca de color negro, brillaba con una luz violácea negra, con rabia se abalanzó contra el Ángel y este con un movimiento como de ballet, dio un salto y doblando sus alas hacia adelante bloqueó la espada y logró soltarla de la mano del Arconte, este dio una voltereta hacia atrás y con un movimiento de su mano ordenó a los tres Hombres del Sombrero que atacaran rodeando a Daniel, este sin parecer fatigado abrió los brazos y en sus dos manos aparecieron dos espadas de fuego que cruzó delante de su cuerpo, inmediatamente cuando los Seres Sombra atacaron, con un movimiento rapidísimo y sin que se dieran apenas cuenta partió en dos a cada uno de los tres esbirros, que marcharon hacia la oscuridad dejando un rastro de su cuerpo sombra colgando, como sangre negra chorreando de los mismos.

El Arconte volvió a la carga con un mazo de clavos que apareció de nuevo en su mano, al instante un escudo con el símbolo que llevaba en el pecho apareció en uno de los brazos de Daniel, con un tremendo golpe el Arconte lo lanzó hacia atrás con una fuerza descomunal, una gran columna de humo se levantó del suelo, no se veía nada, Josu y Antoine estaban aterrados , eran espectadores de una lucha sobrenatural y no sabían quien la iba a ganar.

El humo fue dispersándose y apareció Daniel con las dos espadas otra vez, las movía en círculos formando una especie de cinturón de luz alrededor de él, El Arconte se lanzó entonces hacia adelante, para atacarle, sacó una cadena de su cinturón, haciendo círculos con la misma se dirigió con la rapidez del rayo a golpear a su oponente, pero en el instante que le iba a dar con la misma, un salto espectacular, desplegando la alas, hizo que Daniel se pusiera detrás del Arconte y con un movimiento cruzado de las espadas lo partió por la mitad, un halo de luz salió entonces de la herida del mismo, su cara reflejó el dolor, la frustración y la rabia por verse reducido, aunque no muerto, pues no podía morir, pero si desaparecer en la nada por mucho tiempo, así paso, después de verse la herida luminosa, su cuerpo se partió, con un esfuerzo vano intentó coger sus miembros inferiores, pero no podía, su sangre se derramaba en el putrefacto suelo del Bajo Astral, del mismo empezaron a salir sombras que iban alejándose hacia la oscuridad, El Arconte se iba haciendo más pequeño, tanto su tronco como sus piernas, iban desapareciendo en un torbellino de sombras que se le escapaban.

-Esas sombras son las almas de los pobres ineptos que firmaron su contrato, ahora están libre, pero tendrán que pasar años en este lugar hasta que un Errante les enseñe el camino a la Verdad y la Vida.- Dijo el Ángel Daniel-

El torbellino cesó, las sombras desaparecieron, Daniel se acercó a Josu y Antoine y les dijo:- Josu, soy tu Ángel custodio, tu ángel de la guarda, he venido llamado por vosotros, siempre he estado a tu lado, pero nunca me habías invocado realmente, por eso no he actuado nunca, ahora ya me conoces, sabes que existo y te voy a ayudar, os voy a ayudar a los dos.-

-¡Perdonad!, ¡Hola, soy yo!.- dijo una voz que provenía de la oscuridad, detrás del Portal del Arconte.

Era El Errante, había aparecido después de toda la batalla y de todos los sucesos que habían acontecido.

-Siento haber desaparecido, amigos, pero mi cobardía ante estos seres tan poderosos pudo conmigo, esta es una de las razones por las que no avanzo en mi evolución espiritual, intento ayudar a quien puedo, pero me falta valor, en un descuido de los Seres Sombra me escabullí entre los mismos y me escondí en una cueva cenagosa que hay allí delante, quería ayudaros, pues conozco la forma de negociar con estos seres, pero al llamar al Arconte me vi desbordado y no se me ocurrió otra forma de ayudar que irme para poder ayudaros más adelante si os capturaban, pero veo que habéis solicitado una mejor ayuda que la que yo os puedo dar, solo espero que me deis otra oportunidad y me dejéis llevaros a donde están los Duendes y por ende Xena, vuestra amiga cautiva, he estado oteando el horizante mientras me escondía y he visto una luz hacia el norte, una luz de fuego oscuro, el que usan los Duendes para sus campamentos, allí es posible que esté Xena.-

-Vaya, un Errante- comentó Daniel- hacía tiempo que no veía a ninguno, veo que vuestra fama de cobardes os precede, hasta que no consigas quitarte ese miedo y esa cobardía y sepas ayudar de verdad a quien debes no podrás evolucionar, serás siempre un paria celestial, amigo, aprende, tienes ahora la oportunidad de redimirte ayudando a mi protegido y al mago.-

-Mi señor, parte de las huestes angelicales, ruego se me perdone mi error con estos amigos, no era mi intención, sabes perfectamente que debemos atravesar varias regiones de este lugar que sin guía no se pueden, yo me he ofrecido a llevarles a través de la Tierra de la Desesperación, lo que le dije al Hombre del Sombrero de Ala Ancha era verdad, pero no para que desaparezcan allí, sino para que lleguen a poder rescatar a su querida hada, ella no puede permanecer aquí, o sucumbirá al poder de los Duendes.- dijo El Errante.

- No depende de mí esta decisión, Josu y Antoine son los que deben decir si quieren que les acompañes, tu acto de cobardía les ha minado la fe en ti, ahora ya no te ven con los mismos ojos, han estado a punto de sucumbir a uno de los mayores espectros que se conocen, les he ayudado pero para ello van a tener que pagar un precio, eso ya se verá más adelante, ahora debes ayudarles aunque su confianza haya mermado, debes demostrarles que eres digno de su estima.-

Antoine se acercó al Errante y le dijo:- No se quien eres, no se que haces realmente, no se porque nos abandonaste, nosotros estamos perdidos en este lugar, ahora que hemos conocido a Daniel me siento más protegido, se que en mí reside un gran poder que tengo que desarrollar, pero aunque me pese, te necesito a nuestro lado, guíanos por donde sepas hasta encontrar a Xena, se lo debo a Gimmi y a Josu, no nos defraudes, si lo haces bien habrás ganado muchos años de redención en el Astral.-

-Yo me tengo que marchar ahora- dijo Daniel- Josu, sabes que siempre estoy contigo, cuando me necesites habla conmigo, no me reces, solo llámame como si llamaras a un amigo, allí estaré en lo posible, pero aprende a luchar, tu también tienes poder en este lugar, junto a Antoine hacéis un gran equipo, podréis atravesar este lugar y encontrar a tu amada.-

-Antoine, quiero que sepas que a ti no se te ha asignado ningún Ángel, pues eres medio humano, tienes poder elemental en ti, eso te hace ser muy parecido a nosotros, tienes poder angelical transmitido por tu madre, pues las hadas en cierto modo son nuestras descendientes, usa el mismo con cabeza, todas las respuestas llegarán en su día, mientras estés con Josu yo os ayudaré en lo posible.- 

El Ángel Daniel dejó de brillar y plegando sus alas se fue oscureciendo y elevándose en una bola de luz hacia lo alto, desapareciendo en la oscuridad, todo volvió a ser tan siniestro como antes.

El Errante les dijo:- Pongámonos en marcha, vamos a dirigirnos hacia aquel punto de semiclaridad que hay hacia el norte, tenemos que atravesar un lugar terrible, pero ahora estamos preparados, no os defraudaré, nos espera La Tierra de la Desesperación, allí es donde moran los Duendes, allí encontraremos a Xena, ¡Vayámonos!.-

Se levantaron, cogieron sus pocas pertenencias llenas de fango maloliente, se limpiaron lo que pudieron y reanudaron la marcha, delante iba El Errante, luego Josu y en la retaguardia Antoine.

Empezaron a asimilar que esta aventura iba a ser muy larga y muy dura, pensaron en el pobre Gimmi, qué habría sido de él, que pasaría al encontrar a Xena, desconfiaban del Errante, pero no tenían otra opción que ir tras él, no había otra, pues estaban en un lugar desconocido, sin brújula, ni mapa, habían vivido una lucha increíble, se sentían un poco más protegidos al conocer al Ángel, pero la incertidumbre ante lo que venía les oscurecía el corazón, tenían que seguir adelante, así lo hicieron, pronto tendrían otra gran prueba que pasar.


Continuará...




1 comentario:

Anónimo dijo...

Seguimos adelante. 👍🏻