lunes, 29 de abril de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 27

 


 Antoine y Josu estaban aterrados, desde arriba veían a Xena, ahora oscura y temible como acechaba con sus ojos inyectados en sangre y luz roja, Antoine había perdido su única protección mágica en este lugar, Xena hizo que lo arrojará a unos metros con sus rayos provenientes de los ojos, no entendía nada, hasta ahora este medallón había sido su luz, su protección y su defensa, ahora estaba inservible.

Josu se puso delante de Antoine para protegerlo, miraba a la oscura Xena, con lágrimas en los ojos le rogaba en su pensamiento que no les hiciera daño, que recordara quien era de verdad, había sido abducida por los Duendes, la habían transformado en un hada oscura y temible.

Los Duendes iban acercándose en círculo alrededor de ellos lentamente, sin prisa, como seguros de su victoria, pues ya poco podían hacer nuestros dos amigos para defenderse.

Antoine, comprendiendo que ya no había nada que hacer levantó las manos en señal de rendición, Josu le miró asombrado pero hizo lo mismo.

Los Duendes se quedaron parados a una distancia de unos dos metros, Xena dejó de volar alrededor de ellos y se situó a la misma distancia, en el putrefacto suelo de este maldito Bajo Astral.

Antoine observaba la escena aterrado y confundido, le sujetó firmemente el brazo a Josu y le dijo: - Querido Josu, no se si vamos a poder salir de esta, pero tienes que ser fuerte, mira en el interior de tu corazón y envía todo tu amor a Xena, ella ahora está escondida bajo esta terrible apariencia, han logrado poseerla con el Daemon, tenemos que hacer algo para liberarla tanto física como psíquicamente de esta terrible situación, no sé como lo vamos a hacer-.

Josu entonces miró alrededor, su miedo lo tenía paralizado, pero se dio cuenta de una cosa, uno de los Duendes vestía de forma diferente, a pesar de su grotesco aspecto, uno de ellos llevaba un pantalón a cuadros, le sonaba de algo, si, era el pantalón que Gimmi llevaba antes de que se transformara, ¡era Gimmi!, pero no era él, ahora era uno de ellos, de todas formas le gritó: -¡Gimmi!, soy Josu, soy tu amigo, debes deshacerte de tu posesión, ¡lucha en tu interior!, recuerda quien eres, gnomo Gimmi, recuerda a Mimma, a tus bosques, a tus animales, tu sabiduría elemental, ¡no puedes sucumbir a esta oscuridad!-.

Josu notó que Gimmi Duende se quedó como escuchando, por un momento le cambiaron las facciones de la cara, se le "dulcificaron" un poco, pero enseguida se le volvió otra vez siniestra, verde, con la fisionomía Duende.

En ese momento Josu sintió un dolor agudo en su corazón, este lugar le había arrebatado a dos seres muy importantes para él en esta extraña aventura, un gran amigo y su primer amor verdadero.

Cayó de rodillas abrazado a Antoine, este con rabia se levantó y dijo: - ¡Malditos! ¡Qué queréis de nosotros!, ¡Qué le habéis hecho a nuestra hada!, iros de aquí, solo queremos a ella, ya os habéis llevado a nuestro amigo Gimmi¡, ¡Soltadla!, ¡liberarla de vuestro hechizo de posesión!-.

En ese momento cuatro Duendes se abalanzaron sobre ellos y los inmovilizaron, uno de ellos recogió el medallón de Antoine y se lo guardó en un bolsillo, con una cuerda los ataron con los brazos por detrás de la espalda, les dieron sendos golpes en la cabeza y los dejaron inconscientes.

Cargaron sus cuerpos atados a dos troncos de madera putrefacta y se los llevaron hacia una cueva, Xena, como hipnotizada iba por detrás de la comitiva de Duendes, con cara hierática, sin sentimiento, sin ningún tipo de emoción miraba a sus nuevos "amos" o "acólitos" porque parecían tenerle un respeto especial estos seres degradados, ahora empezaba a comprender que el Duende que parecía el Jefe la llamara "Madre de la Oscuridad", todo era cada vez más extraño.

Cuando recobraron el conocimiento estaban dentro de una jaula muy parecida a la que habían visto que estaba encerrada Xena en el campamento Duende.

Josu empezó a forcejear los barrotes, pero no se movían ni un ápice, ahora si que se sentía de verdad perdido a merced de estos malditos seres.

Miraron alrededor y no había nadie, ni Duendes, ni Xena, ni nadie, estaban en un lugar indeterminado, oscuro y putrefacto, con una iluminación tenue que provenía de varios hologramas de espectros repartidos a lo lejos.

De repente vieron acercarse una sombra que les era familiar, parecía que llevaba una gabardina y un sombrero, era El Errante.

No sabían si alegrarse o intentar cogerle del cuello para matarlo otra vez, pero este les hizo el signo de silencio, con voz susurrante les dijo.- Amigos, conseguí escabullirme de los Duendes en su otro campamento, os he ido siguiendo hasta aquí, quiero ayudaros, no gano nada engañándoos, quiero que confiéis en mí, tenemos muy poco tiempo, voy a buscar ayuda para que podamos liberar a vuestros amigos, conozco a alguien que nos puede echar una mano, debéis ser pacientes y esperar, por mi honor os tengo que liberar de aquí, estoy harto de ir de un lado para otro, debo ganarme el ir al Astral-. 

El Errante volvió a desaparecer sin dejarles hablar, en ese momento vieron como se les acercaban dos Duendes, uno de ellos llevaba un gorro diferente al otro, ese parecía un jefe, también apareció a continuación Xena, imponente, con sus alas demoníacas extendidas, con su traje negro ceñido, su Tiara roja y sus imponentes ojos del mismo color, luminiscentes.

Cuando estuvieron delante, El Duende que parecía el jefe les dijo: - Vaya, vaya, aquí tenemos a nuestras dos rarezas, dos humanos elementados, con alma, han logrado penetrar en el bajo Astral para hacernos una visita, os damos las gracias por habernos dado a un excelente soldado, vuestro amigo ahora es parte de mis huestes Duende, decidme, ¿Cómo pensáis liberar a vuestra hada, malditos mortales?, estáis en un sitio de degradación, ella ha sido poseída por una poderosa Daemon, ahora es nuestra, la Madre Oscuridad tiene un nuevo cuerpo, con ella podremos ahora engendrar un nuevo ejército de Duendes aún más poderosos que nosotros, llevábamos siglos intentando raptar a un hada para este propósito, gracias a vuestro rastro lo hemos conseguido, habéis acelerado la entropía elemental con vuestra búsqueda, idiotas,¡ jajajaja!-.

Josu se quedo mirando a Xena, no la reconocía, era otra, pero aún así le gritó:- ¡Xena, soy Josu, tienes que liberarte, tú no eres así, eres más fuerte que la oscuridad!, recuerda a tus hermanas, recuerda que eres un hada nocturna, señora de la noche, no de la oscuridad siniestra, ¡Te quiero Xena, estoy enamorado de tí! ¡Vuelve, no te hundas en esa oscuridad!-.

Al oir las palabras de Josu, Xena pareció reaccionar, se llevó por un momento las manos a la cabeza, como luchando con ella misma, pero pronto se irguió y volvió a tener la misma cara hierática, Josu quedó desolado, roto de dolor.

El jefe Duende sacó una bolsita de su cinturón, la abrió y cogió un puñado de polvo que había en ella, la esparció delante de ellos por toda la jaula y en un momento los barrotes empezaron a encenderse con un fuego fatuo que no transmitía calor, pero que no podían tocar porque les congelaba.

-Ahora sois mis prisioneros, vamos a esperar que el efecto de la medicina del gnomo pierda sus propiedades y cuando volváis a ser humanos os arrebataremos el alma y morareis por toda la eternidad en este lugar degradado, con ellas también degradadas seréis espectros condenados a vagar con la cabeza gacha hasta el fin de los tiempos, ese es vuestro castigo por molestarnos y humillar a nuestro amo Arconte-.

Antoine intentó recordar enseñanzas de su mentor Eliphas, ¿qué habría hecho él en esta situación?, aunque pensó que era algo absurdo, ningún ser humano había estado en esta situación que él supiera.

Entonces le vino una conversación que tuvo con él un día, le dijo:- Querido Antoine, puede ser que algún día, el final, por alguna circunstancia, sea inevitable, todo esté perdido y no sepas como salir de un atolladero imposible de salvar, entonces solo quedaría una opción, la de dejarse llevar, salir del cuerpo en tu forma astral e ir a buscar la verdadera ayuda de tus Guías espirituales, todos los tenemos, pero a veces no podemos contactar con ellos si no es de esta forma, ellos en verte en esa forma se unirán a ti y vendrán a ayudarte, relaja tu mente y busca la manera de salir de tu envoltura carnal y vuela-.

Al recordar esta conversación enseguida la puso en práctica, se sentó en el centro de la jaula, en posición de decubito supino, se dejó llevar hacia dentro de sí mismo, y como un resorte, en un momento salió de su cuerpo, se veía flotar alrededor de aquel lugar, veía a Josu a su lado, cogiéndole la mano, le veía llorando.

Pero en este lugar él era visible en esta condición también, Josu se le quedó mirando y los Duendes junto con Xena se pusieron en Alerta y le siguieron con la vista, pero era intangible, el Hada Oscura se dirigió hacia él para atraparle, pero cual fue su sorpresa al ver que no podía tocarlo, Antoine en su forma astral era intangible también en este Bajo Astral, sin pensarlo voló hacía arriba e intentó pensar en la Ciudad Elemental para dirigirse a avisar a alguien, dejaba su cuerpo elementado y a Josu solo, pero no tenía otra opción, si era verdad que El Errante había ido a buscar ayuda, quería averiguarlo, así que opto por volver a pensar en este y fue a buscarlo para ver que clase de ayuda iba a traer, podía ir a la velocidad del pensamiento, en un momento le buscó en su mente y su cuerpo astral apareció al lado de El Errante, estaba hablando con un ser que no conocían, una especie de Insecto gigante, con un pico enorme, unas alas de mosca y cuerpo de escarabajo, estaba seguro que estaba ante una Larva Astral, ¿pero que hacía El Errante hablando con una Larva Astral?, ¡vaya ayuda que estaba buscando!.

Aguzó el oído y vio como El Errante le daba una bolsita con algo dentro que no podía identificarlo. El insectoide se lo guardó en un pliegue de su cuerpo y le dijo con una voz metálica:- Esto es lo acordado, ahora iremos a ayudar a tus amigos, pues comer Duendes será un placer para nosotros, cuanta más energía negativa podamos robarles, mejor, en este lugar o comes o te comen, ¡ya vamos hacia allá!

En ese momento, viendo toda esta escena en su forma astral, una bandada de estos Insectoides, Larvas Astrales alzó el vuelo, y como en una formación de cazas militares, se dirigieron en dirección al lugar donde estaba Xena , los Duendes, su cuerpo y Josu, ¿qué iba a pasar? ¿Cómo era posible que unos seres tan degradados fueran a prestar ayuda a dos Seres humanos elementados?, no entendía nada.

Dejó de pensar en El Errante y pensó en la Ciudad Elemental, algo intuía en su interior de que debía avisar al Jefe de la Misma, este si que le iba a ayudar, seguro, tenía que avisar a El Fauno.

 

Continuará...


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una imaginación asombrosa y un conocimiento del mundo astral y subterráneo grandioso.
Muy bueno.

Juanma dijo...

Muchísimas gracias, amigo, seguimos..