domingo, 14 de abril de 2024

UN PASEO EXTRAÑO CAPÍTULO 24

 

 Después de hablar el Hombre del Sombrero de Ala Ancha con el Arconte, él los miró con los ojos encendidos, como si una rabia de siglos estuviera acumulada en su ser sin haber encontrado salida nunca.

Josu y Antoine se quedaron petrificados al sentir el Poder de aquel Ser tan amenazante, no sabían que hacer, miraron a su alrededor y vieron que "El Errante" había desaparecido, los tres Hombres del Sombrero flotaban muy cerca de ellos y del Portal donde había aparecido el Arconte.

Este comenzó a salir de aquella abertura dimensional, poco a poco, como si fuera pesado el arrastrar su cuerpo, pero a la vez con una lentitud amenazante de seguridad, sabiendo que su poder era tal que nada ni nadie podía hacerle ningún tipo de daño.

Salió del Portal e inmediatamente la puerta de madera labrada se cerró, entonces cesó el viento que salía de ella, pero los nubarrones y rayos que se formaron al abrirla seguían allí, activos y amenazantes.

Josu y Antoine se sentían perdidos, Josu solo pensaba en su querida Xena, pero ya no la veía bien, ahora sentía que estaba cambiando, que su dolor era inmenso, intentaba mandarle luz, pero ya no tenía, ahora él estaba penetrando en la peor oscuridad, la interior, el miedo se estaba apoderando de él.

Antoine estaba paralizado, en su interior solo escuchaba la voz de su guía, la de su maestro Eliphas, - ¡Usa el nombre sagrado!, usa las cuatro letras del innombrable, ¡solo ellas te pueden salvar en este momento!-.

Antoine estaba sumergido en un mar de dudas, sabía lo poderoso que era ese hechizo de protección, pero nunca lo había usado, además que sabía que consecuencias podía tener el hacerlo, en siglos nadie había tenido que hacerlo, según su conocimiento, estaba expectante para ver que iba a hacerles el Arconte.

Los dos se extrañaron de la desaparición de su guía, El Errante no había dicho nada y de repente ya no estaba, maldijeron su cobardía y se sintieron engañados, las palabras que les dijo a los tres Hombres del Sombrero, quizás si fueron verdad y pretendía llevarlos a un lugar donde él se beneficiara entregándolos.

El Arconte les miró fijamente y el tiempo pareció detenerse, les dijo:- Vaya, que tenemos aquí, dos almas humanas con atributos elementales, hacía siglos que no veía algo parecido-.

Josu y Antoine tragaron saliva y se pusieron espalda con espalda, Antoine agarró el medallón del Tetragramatón y lo sujetó en su mano derecha con fuerza, rezando a sus guías interiores para que le dieran respuestas a esta tremenda prueba.

Poco a poco El Arconte se fue acercando a ellos, los Hombres del Sombrero retrocedieron y le dejaron paso, cuando llegó a un par de metros de nuestros amigos cambió su cara y de ser fiera con odio se le tornó una sonrisa benevolente y como si viera a unos viejos amigos les volvió a hablar: - Es una sorpresa encontrarse a este tipo de criaturas por estos lugares degradados, tendréis una poderosa razón para estar aquí, además por lo visto uno de vosotros debe tener un poder inmenso, sino mis criaturas sombra no me hubieran llamado, pues aún no era el momento de venir a este infecto lugar.-

-Sabéis que vais a morir, ¿verdad?, tú sabes quien soy, ¿no?- le preguntó a Antoine-.

- He oído historias sobre vosotros, Arcontes, pero nunca pensé que fueran verdadera- le contestó Antoine-.

-Pues lo son, pero no como os lo han descrito, nosotros somos los verdaderos señores de vuestro Mundo, tal y como lo conocéis.-

- Nosotros configuramos vuestra forma de vida, somos los que arrastran a vuestras almas hacia la reencarnación, somos los que hacen que limpiéis vuestro Karma, que existáis en la Tierra para seguir aprendiendo lecciones, para que avancéis en el escalafón espiritual, digamos que estáis donde tenéis que estar en la vida gracias a nuestro trabajo.-

-¡Eso es mentira!- dijo Antoine- Sois los dueños de nuestro Mundo porque nos generáis sufrimiento, os gusta nuestro mal, nos hacéis venir a la vida en situaciones horrendas, sin dejarnos avanzar hacia la prosperidad, nos sumergís en la rueda de la reencarnación sin pagar Karma, vuestras malas artes nos hacen nacer en lugares en guerra, con enfermedades, con pobreza, rodeados de la maldad intrínseca que no puede ser limpiada de la humanidad, sois vampiros energéticos, os alimentáis de nuestro sufrimiento, así ha sido siempre y queréis que todo siga igual, ahora comprendo todo lo que me enseñaron y no me tome en serio sobre vosotros.-

-Vaya, nos ha salido un "iluminado"- dijo El Arconte- 

En ese momento su armadura empezó a cambiar de color, de un negro azabache comenzó a volverse luminosa, blanca, con un brillo espectacular, comenzó a desaparecer y el Arconte fue empequeñeciendo volviéndose del tamaño de Antoine, su armadura acabó de desaparecer y se convirtió en un una túnica blanca impoluta, con un brillo fascinante que hacía retroceder a los Seres Sombra que había cerca, se alejaron hasta que no se les veía.

Aquella luz, junto con la nueva apariencia del Arconte sorprendió a nuestros amigos, fue tal el impacto que hasta el horror que habían sentido antes desapareció, inundándose de sensación de bondad, de protección, no comprendían que les estaba pasando, ya no le veían como una amenaza sino como a un Ser de luz, un maestro.

El Arconte se había transformado en una especie de monje, con una túnica blanca brillante, su pelo rubio resplandeciente, sus ojos azules y su piel pálida atraía la mirada de nuestros dos amigos, un aroma a incienso impregno el aire alrededor de ellos, la zona donde estaban espalda con espalda se iluminó con una luz tenue que dejaba ver como la hierba crecía a su alrededor, la puerta donde apareció el Arconte y alrededor de ella se llenaba de enredaderas y flores.

Se frotaron los ojos, no asimilaban bien lo que estaba pasando, si era una gran amenaza, ¿qué es lo que pasaba ahora?, ¿por qué esa transformación?, ¿qué era lo que sentían ahora?.

- Venid a mí, hijos míos, todo ha sido un error- dijo El Arconte- Vuestra aventura ha sido un despropósito, nadie tiene por que sufrir en este lugar de desventura, os habéis equivocado, si venís conmigo os llevaré a un lugar donde encontraréis respuestas.-

- ¡Quieres engañarnos!- dijo Josu, yo he venido a rescatar a mi amada hada, vosotros la tenéis presa, un amigo nuestro a sucumbido a vuestra maldad, hemos atravesado dimensiones para cumplir nuestra misión, ¡no queremos oír tus palabras!.-

Antoine también se puso a la defensiva y le dijo al Arconte:- Has adquirido una apariencia benévola para que sucumbamos a tus encantos de falso Ser de Luz, esta es la forma con la que atraes a las almas que se descarnan, te haces pasar por un Espíritu Guía y les haces volver a la reencarnación fuera del Karma, no intentes hacer que nosotros caigamos también, pues aún estamos vivos, tendrías que arrebatarnos el alma y el libre albedrío.-

- Pero, queridos amigos. contesto el Arconte- estáis equivocados, he sido llamado para recoger unas almas errantes que no pertenecían a este lugar, pero me doy cuenta que tengo algo más interesante, yo os puedo ayudar, si leéis este contrato que os voy a dar y lo firmáis os puedo devolver al Mundo en una situación muy diferente a la que teníais antes. 

Os puedo dar riquezas, poder, ser lo que queráis ser, estrellas de la música, millonarios, Reyes, presidentes de naciones, cineastas, actores, lo que penséis, puedo hacer que vuestra vida sea placentera, solo haciendo una pequeña rubrica en este pequeño papel.- 

Les enseño el contrato que sacó de su túnica, el aroma a incienso se intensificó, sus mentes empezaron a nublarse, no era tan mala proposición el cambiar de vida, después de todas las penurias pasadas, se iban olvidando de todo, se sentían hipnotizados por las palabras de aquel Ser que habían visto tan horrible y ahora parecía la Santidad en persona, estaban confundidos.

En ese momento Antoine recordó las palabras de Eliphas, las que su guía interior le sugería.- di las cuatro letras, nombra al innombrable- entonces, como si un resorte interior le dijera, ¡hazlo!, se sujetó el medallón del Tetragramatón y en un grito dijo: -¡Esta es la palabra de cuatro letras sagrada: Y H W H , las conjuro en el nombre del Creador, ¡Aparta a esta entidad inmunda de nuestro camino, danos la protección de tu poderosa acción!-.

Cuando acabó de decir estas palabras se hizo el silencio, El Arconte retrocedió y su cara se volvió otra vez a verse con rabia, sus ojos perdieron el brillo, su túnica fue poco a poco apagándose, su tamaño volvía a ser el gigantesco, su armadura volvía a aparecer en su cuerpo y todo el paisaje que había aparecido se volvió oscuro y putrefacto otra vez.

Un trueno enorme surgió en la oscuridad, no se veían rayos ni nada, El Arconte permanecía quieto, inmóvil, como si algo le hiciera retroceder.

Se dirigió a ellos y les dijo.- ¿Qué es lo que has hecho, humano?, has nombrado el nombre de Dios, no se te es permitido, has cometido un gran error, sabes que pagarás muy caro tu atrevimiento, ¡ningún humano descarnado ha podido hacer esto aquí en el Bajo Astral !, has invocado su protección, pero esta cuesta cara...-

-Arconte, yo no estoy descarnado, por si no lo sabes, mi alma está en mi cuerpo, mi condición elemental artificial me protege de este lugar, por eso no vas a poder llevarte nuestras almas, además se que van a venir a ayudarnos, he invocado ayuda y no hay más ayuda que la de El Creador, el que nunca te creo a ti, sucio Arconte, vampiro de almas- dijo Antoine.-

De repente surgió una luz a lo lejos, en las tinieblas, iba acercándose poco a poco, El Arconte miró con rabia a la misma, luego les miró a ellos, se puso en guardia y a la defensiva, Josu y Antoine no sabía que es lo que pasaba, solo veían un punto de luz que se acercaba, que iluminaba todo alrededor de él.

Vieron a lo lejos un bulto como de una persona que iba acercándose, dentro de la luz se movía alguien, pero no lo distinguían, todo estaba en silencio, los Hombres del Sombrero estaban alejados, pero se podían ver aún, El Arconte no intentaba atacar a nuestros amigos, ellos estaban expectantes viendo la luz acercarse.

Un destello increíble surgió en ese momento, les dejó a todos ciegos y en unos segundos al acostumbrarse la visión otra vez a la oscuridad vieron que había aparecido ante ellos a un Ser Luminoso muy parecido a la transformación del Arconte, pero era diferente, en vez de una túnica, llevaba un mono ceñido al cuerpo, de color blanco con un símbolo que Antoine no había visto nunca en el pecho.


 Continuará...

 

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